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'El conflicto no deja a Colombia asumir su potencial'
Por: WILSON VEGA |
Para Helen Clark es improbable que el mundo alcance todos los Objetivos del Milenio antes del 2015.
La capital colombiana albergó hasta el viernes la Conferencia Global sobre los logros de los Objetivos del Milenio (ODM), que contó con la presencia de la directora global del Programa de Naciones unidas para el Desarrollo (PNUD), Helen Clark.
En su primera visita a Bogotá, la exprimera ministra de Nueva Zelanda, a quien la revista Time destacó en su momento como una de las 20 mujeres más poderosas del mundo, habló con EL TIEMPO sobre los desafíos que plantean los objetivos globales de desarrollo y las estrategias para hacerlos realidad en el 2015.
Clark expresó el apoyo del PNUD al proceso de paz en Colombia y su convicción de que el país “debe mantener el curso”.
¿Qué señales de progreso la hacen pensar que de hecho estamos avanzando hacia los ODM?
Los hechos son que hay un número de metas que nos fijamos que han sido alcanzadas o lo serán para el 2015. En el 2010 se alcanzó el propósito de reducir a la mitad el número de personas viviendo en extrema pobreza. Estamos muy cerca de la meta de llevar a cada niño a la escuela. En cuanto a mejorar las fuentes de agua, vamos por buen camino, así como en revertir las tendencias de contagio de VIH. Todo apunta a éxitos en esos temas.
Claro, también podemos apuntar hacia áreas en las que no hemos sido tan exitosos, como reducir la mortalidad materna o como el saneamiento básico o malnutrición. Incluso en los objetivos que hemos logrado vemos una tremenda inequidad. Por ejemplo, se logró reducir el número de pobres a la mitad porque China sacó de la pobreza a 600 millones de personas. Así que lo que vemos es que sin duda los ODM enfocaron la atención mundial en indicadores básicos de desarrollo y lograron canalizar enorme recursos hacia esas áreas, pero el trabajo aún no está hecho.
A partir del 5 de abril quedarán mil días para cumplir los objetivos. ¿Cómo enfrenta usted ese conteo?
La idea es usarlo como algo que nos empuje a acelerar el ritmo. El enfoque que usamos en muchos países, y así lo vemos en Colombia, ha sido: saquémosles el máximo provecho a esos últimos mil días. Porque, a la larga, los ODM son indicadores de desarrollo muy básicos: cada niño en la escuela primaria, que los niños tengan la posibilidad de sobrevivir su primer cumpleaños, tener agua que se pueda beber, tener un baño… Son cosas muy básicas a las que no podemos renunciar. Y cualquiera que sea el siguiente grupo de objetivos, todavía necesitamos reconocer que hay países que luchan por cumplir los indicadores más básicos.
Usted suena optimista y, sin embargo, en varias oportunidades ha señalado que ‘muchas lunas tendrían que alinearse’ para que el mundo cumpla todos los ODM en el plazo previsto…
El mundo no va a alcanzar todos los ODM, pero vamos a lograr más, mucho más, que lo que jamás se había intentado. Para ponerlo en perspectiva, hace tres años visité Burkina Faso, donde en el 2010 un 66 por ciento de los niños asistía a la escuela.
Usted puede decir: ¡Qué desastre! ¡66 por ciento! ¡Un tercio de los niños no va a la escuela! Pero luego mira la tasa de alfabetismo en adultos, y es del 28 por ciento. En ese contexto, el 66 por ciento es, de hecho, un tremendo éxito. Así que vamos a ver progreso, no será suficiente para cubrir a todos en todas las metas, pero será mucho más que si no hubiéramos traído la atención global sobre estas metas.
¿Cómo le va a Colombia en este proceso?
Colombia, como la mayor parte de América Latina, enfrenta desigualdades significativas. Si fuéramos a dividir el país en todos sus municipios, de seguro veríamos algunos que ya cumplieron con cada objetivo y probablemente lo hicieron antes de los ODM. Pero veríamos otros en los que ninguna meta se cumple. Por eso es importante trabajar con los departamentos y los municipios, porque así llegas a líderes locales y a sociedades que saben que cambiaría las cosas para ellos. Si algo sabemos es que, más allá de la necesaria financiación, lo que funciona es el liderazgo, el compromiso y la convicción.
¿Cómo ve el desafío que enfrenta Colombia al tener que trabajar en pos de los ODM en medio del conflicto?
El conflicto y la desigualdad se atraviesan en el camino hacia el desarrollo. Nunca puedes alcanzar tu verdadero potencial si eso está afectando al país. Es el caso en Colombia y en muchos países. Di una charla en Oxford hace un par de semanas y hablábamos de entender qué impulsa al conflicto. Me complace que hayamos sido llamados a apoyar la participación de la sociedad civil en las consultas relevantes para el proceso de paz, porque el primer paso es poner a las comunidades a hablar. Al final, en la mayoría de los conflictos, hay que hablar de tierras, de uso del suelo, de subdesarrollo y de pobreza. Todas estas cosas tienen que ser discutidas y enfrentadas.
¿Qué papel desempeña el PNUD en los diálogos de paz en Cuba?
Lo que hemos hecho es informar el proceso a través de consultas. Tenemos experiencia en la construcción de paz en muchos países y llegamos con un mandato de ayudar en la recuperación de crisis. Haremos lo que nos pidan hacer. Entiendo que tanto el Gobierno como las Farc han pedido, por ejemplo, que apoyemos el diálogo en materia de reforma agraria. Haremos lo que nos pidan para ayudar.
Digamos que el proceso llega a feliz término y Colombia firma, por fin, la paz. ¿Está preparado el PNUD para actuar en un escenario postconflicto?
Sí, porque la implementación lo es todo. La gente necesita ver un ‘dividendo’ de la paz, necesitan ver qué hace una diferencia tangible en sus vidas. Presumiblemente un acuerdo de paz vendrá de la mano con un avance en materia de reforma agraria, de apoyo a los pequeños agricultores, de servicios de educación, de salud, de desarrollo rural. Antes de esta entrevista me reuní con nuestros socios y les decía: “Tenemos que mantener el curso”. La firma de un acuerdo de paz es el primer paso, pero luego viene la implementación, es una larga jornada, no es un ‘nirvana’, es un largo proceso.
Uno de los puntos fuertes de Colombia es la biodiversidad. Pero, irónicamente, es uno de los indicadores que vemos decrecer en el contexto global. ¿Será este un objetivo que no logremos cumplir?
Ese va a ser difícil. Ese, y el de la proporción de la superficie de tierras cubierta por bosques. La buena noticia es que ha habido éxitos usando el sistema REDD+ (Reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques). (…) El hecho es que lo mejor que puedes hacer para bajar tus emisiones de gases de invernadero es parar la deforestación. El apoyo financiero para eso es importante y, claro, si logras eso haces una contribución significativa a la protección de la biodiversidad.
Cuando se plantearon los ODM, luchar contra el cambio climático parecía una prioridad de todos. Hoy, los gobiernos parecieran creer que hay preocupaciones más urgentes. ¿No será que, entre la crisis financiera o las tensiones internacionales, la idea del calentamiento global se hizo más abstracta y menos alarmante?
Más vale que no, porque algunos de los escenarios sugieren que vamos hacia un aumento de seis grados para el final de este siglo. Sabemos que un aumento de dos grados sería catastrófico, así que imagine lo que serían seis grados. Creo que hay un cambio de actitud en Estados Unidos tras los huracanes Sandy e Irene; tras este clima extremo, las encuestas muestran que ha cambiado la opinión personal. Mi experiencia en mi país es que la gente dice: “El cambio climático es un problema” y quieren que el Gobierno haga algo; pero cuando haces algo que les afecta el bolsillo, se muestran menos entusiasmados. Lo que hay que hacer es ligar esto a la transición hacia una economía verde. Debemos ver oportunidades en esa transición.Yo creo firmemente que eso puede crear innovación, bienes y servicios, trabajos… pero tenemos que ver la oportunidad allí, en especial en épocas de austeridad porque a menudo ves el costo inmediato de la transición, pero no ves el costo a largo plazo de no hacer nada.
¿No extraña ser primera ministra?
No. Amaba el trabajo, estuve en la política neozelandesa toda mi vida, desde la universidad. Fui la primera ministra que sirvió por más tiempo: nueve años. Puedes decir que pasé 40 años metida en la política de mi país, pero también en asuntos internacionales. Pero es suficiente.
¿Con qué reflexión se va después de su primera visita a Colombia?
Hay una verdadera oportunidad para lograr un avance aquí. Quiero alentar a Colombia a mantener el curso. Todo el mundo sabe que este país tiene un potencial enorme: tiene una población significativa, una gran base de recursos, pero no ha podido asumir su verdadero potencial debido al conflicto. El presidente Santos está siendo osado y ambicioso y ha dicho de frente que quiere cambiar eso. Desde Naciones Unidas le vamos a dar al proceso de paz todo el apoyo que podamos porque sabemos que el conflicto se atraviesa en el camino del desarrollo.
Indígenas definieron sus objetivos
Para Clark es “muy positivo” el plan en que los indígenas colombianos definen sus propios Objetivos del Milenio por la defensa de la soberanía aborigen.
La neozelandesa recordó su experiencia con los maoríes y dijo: “Vengo de un país en el que casi el 15 por ciento de la población es indígena y hay una brecha, socioeconómica y de otras clases, entre ellos y el resto de la población. Pero también ha habido la determinación de enfrentar una injusticia que se remonta a la colonización y tenemos un proceso de reconciliación que avanza. (…) Cuando yo era primera ministra lanzamos dos currículos en las escuelas: uno general y uno redactado por autoridades maoríes. El reporte que entregan los indígenas colombianos es muy positivo, porque en él ellos expresan cuáles son sus aspiraciones y qué esperan conseguir.
WILSON VEGA
Subeditor Internacional
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