Entrevista exclusiva con la nueva soberana de la belleza
Aferrada a su fe, Catalina Robayo, Señorita Colombia 2010, no para de atribuir su coronación a Dios. A dos días de llevar la corona, tiene muy claro que no sólo preparará su físico para el esperado Miss Universo, sino que se concentrará en las labores sociales.
Julio Sánchez
Aferrada a su fe, Catalina Robayo, Señorita Colombia 2010, no para de atribuir su coronación a Dios. A dos días de llevar la corona, tiene muy claro que no sólo preparará su físico para el esperado Miss Universo, sino que se concentrará en las labores sociales.
Después de ser coronada, llegó a las 2:00 a.m. al Hotel Hilton. ¿Qué pasó al cruzar la puerta de su habitación?
Me reuní en el cuarto con mi mamá para agradecerle a Dios, el gestor de este resultado, agradecerle a la vida por esta oportunidad y asimilar lo que me está sucediendo.
Su mamá durante la coronación estuvo aferrada a un rosario. ¿Lo rezaron cuando estuvieron juntas?
Soy muy devota a la Virgen. Antes de que empezara el concurso ella rezó el rosario y yo lo recé en el Centro de Convenciones. Más que pedirle ganar la corona, le pedí que en el lugar que me colocara fuera el lugar que me hiciera feliz. Dios y la Virgen escogieron el primer lugar, el que me merecía y el que me iba a hacer feliz.
¿Qué consejo le dio Natalia Navarro cuando le entregó la corona?
Que fuera la mujer más feliz del mundo, que me lo gozara cada minuto porque un año pasa muy rápido. Ambas estábamos nerviosas y casi no nos ponemos de acuerdo para poner la banda y la corona.
¿Qué les dice a aquellos que dicen que usted no fue el palo, sino el garrote de este año?
Cada persona tiene su punto de vista. Lo importante es que todo lo haré con el mayor amor del mundo. Los resultados se vieron en la entrevista. La competencia es con el jurado, en eso me enfoqué y el resultado fue el mejor.
¿En qué momento tuvo la adrenalina a millón?
Cuando estábamos la cinco finalistas el corazón me latía a mil y estaba muy contenta. Le pedí a Dios que fuera lo que él quería y cuando dijeron que la virreina era Magdalena, mi corazón se desbordó de alegría. Fue un momento del que ahora no me acuerdo muy bien cómo fue, pero esa sensación es inolvidable.
Su reto es trabajar su derriere y el inglés. ¿Cuál es el plan a seguir ahora?
No sólo eso, hay que trabajar muchas cosas más porque hoy empiezan las labores sociales, la preparación física, intelectual y espiritual. Vamos a estar muy fortalecidos no sólo para Miss Universo sino para una labor de un año de Señorita Colombia que tiene que ser intachable y recordado por los colombianos.
¿Qué influyó para ser la ganadora?
Mostrarme como soy, con transparencia, así como la espontaneidad, la tranquilidad. La seguridad que pude manejar durante estos quince días fue la clave para llegar a ser Señorita Colombia.
¿Fue parte de una estrategia tener un bajo perfil y destaparse en los últimos días?
No fue una estrategia, soy una persona que evolucionó con naturalidad y en cada paso di lo que sentía que debía dar. En algún momento me faltó, especialmente en la primera parte del reinado, pero di la pelea donde tenía que darla. Finalmente, quien escoge es el jurado. En mi entrevista me mostré como soy y sin fingir nada.
¿La corona fue una manera de resarcir el daño que le hicieron el año pasado, cuando tuvo que retirarse y devolver el título de Señorita Valle?
Regalado, nada. Es ofensivo llegar a pensar que el concurso se preste para regalar una corona o resarcir un daño causado. Además, a mí no me causaron ningún daño el año pasado, fue una experiencia de la vida que le puede suceder a cualquier persona.
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