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¿La Tumba Perdida de Jesús?
La transmisión de un nuevo documental que pretende mostrar el lugar de descanso final de los restos mortales de Jesucristo tras su crucifixión, negándose la creencia cristiana de la resurrección, está siendo aprovechado de nueva cuenta por la derecha ultra-radical de México para argumentarlo como una "prueba" más de la existencia de una gran conspiración mundial judía para socavar las bases del Cristianismo allanando así la conquista del mundo.
¿La Tumba Perdida de Jesús?
La transmisión de un nuevo documental que pretende mostrar el lugar de descanso final de los restos mortales de Jesucristo tras su crucifixión, negándose la creencia cristiana de la resurrección, está siendo aprovechado de nueva cuenta por la derecha ultra-radical de México para argumentarlo como una "prueba" más de la existencia de una gran conspiración mundial judía para socavar las bases del Cristianismo allanando así la conquista del mundo.
22 marzo, 2007
Los Osarios de Talpiot
La extrema derecha mexicana, apoyada por los núcleos más duros de un catolicismo a ultranza, desde hace buen tiempo que está batiendo los tambores de guerra para responder, como si se tratase de una nueva cruzada, a un documental titulado The Lost Tomb of Jesus (La Tumba Perdida de Jesús) que apareció el 4 de marzo del 2007 a través del Discovery Channel, de acuerdo con el cual el Señor Jesús no resucitó como lo afirma la Iglesia Católica y, contrariamente a la vida ascética que le inculcó a sus seguidores más cercanos, a sus Apóstoles, de hecho tuvo un hijo con Maria Magdalena. El documental fué producido por el judío-canadiense Simcha Jacobovici y el conocido director de las películas Titanic y Terminator, James Cameron.
Las críticas empezaron desde antes de que el documental fuese transmitido al aire, lo cual lleva a los escépticos a preguntarse cómo es posible que se haya estado atacando algo cuando ni siquiera se habían escuchado todos los argumentos que serían presentados; algo así como las clásicas condenas a un libro o a una película hechas por gente que jamás en su vida ha leído el libro o la película que están condenando duramente. (Muchos de los críticos más vocales del Marqués de Sade jamás en su vida han hojeado siquiera alguna de sus obras, y en su gran mayoría ignoran el título de la obra "cumbre" representativa del controvertido Marqués, Los Cien Días de Sodoma.) Bueno, no precisamente. Desde antes de que se transmitiera el documental, los productores del mismo ya habían dado una conferencia de prensa y suficientes "avances" sobre el contenido del documental como para permitir la formulación de algunas críticas preliminares, todas ellas válidas basadas en lo que se expuso en la conferencia de prensa. La transmisión del documental lo único que hizo fue confirmar la validez de las objeciones presentadas al documental. Por otra parte, y en forma programada cuidadosamente para coincidir con la transmisión del documental, un poco antes en febrero del 2007 se presentó un libro titulado "The Jesus Family Tomb: The Discovery, the Investigation, and the Evidence That Could Change History" (La Tumba Familiar de Jesús: El Descubrimiento, la Investigación, y la Evidencia Que Podría Cambiar la Historia), de Simcha Jacobovici y Charles R. Pellegrino, el cual ciertamente también dió suficientes detalles sobre las "evidencias" con las que contaban para poder prescindir del documental televisado que ciertamente no podría por razones de tiempo incluír todos los argumentos con la profundidad con la que son expuestos en el libro.
Toda historia tiene un principio, y esta historia comienza el 28 de marzo de 1980, cuando una cuadrilla constructora que estaba cavando para el desarrollo de un complejo de apartamentos en Talpiot, Jerusalén, descubrió una tumba:
la cual fue excavada poco después por la Autoridad de Antigüedades de Israel, y en la cual se encontraron varios osarios (contenedores mortuorios de huesos humanos) de piedra caliza. El arqueólogo judío-británico Shimon Gibson (el mismo que en 1999 presuntamente descubrió la cueva original de Juan el Bautista, lo cual la convertiría en la primera evidencia arqueológica encontrada que probaría la existencia de por lo menos uno de los personajes mencionados en la Biblia) después de escudriñar el lugar elaboró los planos que documentaban las características de la tumba, tras lo cual el académico israelí L.Y. Rahmani se encargó de publicar en 1994 su "Catálogo de Osarios Judíos" conteniendo los datos esenciales relacionados con los diez osarios que fueron encontrados en la tumba de Talpiot. Y lo primero que llamaba la atención era la relación de varios de los nombres que fueron catalogados por L.Y. Rahmani, por el hecho de que cinco de las diez cajas descubiertas en la tumba de Talpiot estaban inscritas con los nombres de personajes principales citados en el Nuevo Testamento, empezando por el nombre de Jesús escrito en Arameo como "Yeshua bar Yosef" que en Español se traduce como "Jesús hijo de José", María, Mateo, José, y "Mariamene e Mara" que en Español es tomado como María Magdalena. A estas inscripciones se suma una sexta inscripción, escrita también en Arameo como "Yehuda bar Yeshua" que es traducida al Español como "Judas hijo de Jesús". No se requiere ser un astrofísico para darse cuenta de las implicaciones que podría tener tal relación de nombres si las osamentas encontradas en los osarios efectivamente correspondían a personajes que en vida llevaron tales nombres.
Muchos incrédulos basarán su incredulidad sobre la simple suposición de que hay que ver con desconfianza cualquier descubrimiento que involucre a gente muy famosa que vivió hace muchos milenios por la sencilla razón de que algo así suena demasiado bueno para ser verdad. Sin embargo, este argumento en sí no es razón suficiente para rechazar descubrimientos de este tipo, porque aunque son muy raros, sí se dan de vez en cuando, y para demostrarlo se presenta a continuación el osario que contuvo los restos de un personaje muy famoso de la Biblia, el osario de Yosef bar Caifa:
Sí, éste Yosef bar Caifa es mejor conocido como Caifás, el Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalén designado para ocupar tal cargo por el Procurador romano Valerius Gratus (el predecesor de Poncio Pilatos) de acuerdo con lo que documenta la Antiquitates (tomo XVIII, sección iv, parte 3) del historiador judío-romano Flavio Josefo; se trata del mismo gran villano que actuando como Juez y parte presidió el juicio sobre Jesús de Nazaret (según lo que documentan los Evangelios, el juicio a fin de cuentas sólo fué una mera formalidad para un veredicto que ya había sido preparado de antemano en combinación con los Fariseos, un juicio en el que Caifás actuó como juez y parte). El nombre aparece claramente inscrito a un lado de la caja. Se trata de él (o mejor dicho, del contenedor de sus restos), sin duda alguna. El descubrimiento del osario de Caifás proporcionó por vez primera evidencia física tangible de un individuo famoso nombrado en la Biblia, quizá uno de los más famosos. Si se encontró por un extraordinario golpe de suerte el osario del mismo Caifás, ¿por qué razón no podría ocurrir lo mismo con otros personajes relacionados con el Señor Jesús mencionados en la Biblia? Sobre esta posibilidad, es necesario mantener la mente abierta.
A continuación se muestran los dos osarios considerados entre los más importantes hallados en la tumba de Talpiot (de acuerdo con los productores del documental) cuando fueron presentados ante los medios de comunicación :
Sí, éste Yosef bar Caifa es mejor conocido como Caifás, el Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalén designado para ocupar tal cargo por el Procurador romano Valerius Gratus (el predecesor de Poncio Pilatos) de acuerdo con lo que documenta la Antiquitates (tomo XVIII, sección iv, parte 3) del historiador judío-romano Flavio Josefo; se trata del mismo gran villano que actuando como Juez y parte presidió el juicio sobre Jesús de Nazaret (según lo que documentan los Evangelios, el juicio a fin de cuentas sólo fué una mera formalidad para un veredicto que ya había sido preparado de antemano en combinación con los Fariseos, un juicio en el que Caifás actuó como juez y parte). El nombre aparece claramente inscrito a un lado de la caja. Se trata de él (o mejor dicho, del contenedor de sus restos), sin duda alguna. El descubrimiento del osario de Caifás proporcionó por vez primera evidencia física tangible de un individuo famoso nombrado en la Biblia, quizá uno de los más famosos. Si se encontró por un extraordinario golpe de suerte el osario del mismo Caifás, ¿por qué razón no podría ocurrir lo mismo con otros personajes relacionados con el Señor Jesús mencionados en la Biblia? Sobre esta posibilidad, es necesario mantener la mente abierta.
A continuación se muestran los dos osarios considerados entre los más importantes hallados en la tumba de Talpiot (de acuerdo con los productores del documental) cuando fueron presentados ante los medios de comunicación :
El osario de la izquierda es el que presuntamente corresponde a una mujer que en vida se llamaba María Magdalena (Mariamene e Mara), mientras que el osario de la derecha corresponde a un hombre que en vida se llamaba Jesús (Yeshua). A continuación se muestra uno de los osarios cuya parte frontal está grabada con adornos:
Y a continuación se muestra un acercamiento a la esquina de los frisos del osario en donde aparece claramente grabado en Arameo el nombre "Yeshua bar Yosef":
Obsérvese que el nombre "Jesús hijo de José" parece haber sido grabado en el osario de piedra caliza con un instrumento metálico puntiagudo con una precisión casi quirúrgica, algo notable considerando que el grabado fué hecho hace dos mil años. El grabado es tan perfecto, que éste sólo hecho despierta en algunos observadores ciertas sospechas que, aunque puedan estar infundadas, de cualquier modo son sospechas legítimas.
Se sabe a ciencia cierta que del año 30 Antes de Cristo hasta el año 70 Después de Cristo (año en que ocurrió la dispersión del pueblo judío tras el aplastamiento de Roma a causa de la insurrección judía en contra del Imperio Romano), las familias pudientes en Jerusalén primero cubrían los cuerpos de sus muertos en mantos después del fallecimiento, tras lo cual los cuerpos eran puestos en tumbas escarbadas de la roca en donde debían permanecer en estado de descomposición por un año, tras lo cual los restos que quedaban -los huesos- eran removidos para ser depositados en un osario (la descomposición de la carne era considerada como algo necesario para la purificación de los despojos mortales del individuo; los huesos en sí eran considerados libres de culpa, todo el mal era considerado proveniente de la carne).
El documental trabaja precisamente con los nombres, los cuales considera como la evidencia más importante a ser tomada en cuenta. Para apuntalar la credibilidad de las sospechas, se contrataron los servicios de un conocido experto en estadística de la Universidad de Toronto, el conocido Doctor Andrey Feuerverger, el cual concluyó basándose en la frecuencia relativa de los nombres para aquella época (los tiempos de Jesús) que había una probabilidad de 600 a 1 a favor de que la tumba de Talpiot fuese la tumba perdida de Jesús y sus familiares. Los detalles del análisis no son difíciles de comprender. Lo que resulta difícil de digerir es la aserción que dá por hecho de que los osarios en cuestión son los de Jesús y sus familiares. Esto significaría que Jesús no resucitó de entre los muertos como lo afirma el Nuevo Testamento, sino que su muerte en la cruz fue definitiva. Y si no hubo una resurrección corporal para Jesús, tampoco la podría haber para ninguno de sus creyentes, a menos de que por resurrección se entienda una resurrección espiritual en la cual el espíritu sobrevive al cuerpo y asciende hacia otro plano no explicable ni entendible mediante la ciencia contemporánea. Esto significaría que la unión de María Magdalena con el Señor Jesús no sólo fue espiritual, sino que fue también carnal, al grado de producir un hijo de ambos. Esto significaría que María, la madre de Jesús, no pudo haber ascendido al Cielo corporalmente -como lo proclama un dogma de la Iglesia Católica- al no haberlo hecho tampoco su hijo. Esto significaría que los Apóstoles del Señor Jesús todos ellos se pusieron de acuerdo en una mentira, la mentira de la resurrección, una mentira que se antojaría insostenible cuando había una tumba perfectamente ubicable que cualquiera podía visitar en aquellos días. Esto significaría que los que manejaron los huesos encontrados en la tumba tuvieron en sus manos, por un breve lapso de tiempo, ¡los mismos huesos de Jesucristo en sus manos!
A los análisis matemáticos-estadísticos se sumaron una serie de análisis de dactiloscopía genética ADN llevados a cabo sobre muestras de todos los restos que señalaron que uno de los cuerpos no correspondía genéticamente con los demás, lo cual es explicado en el documental como la evidencia de la presencia de María Magdalena, la cual no estaba emparentada genéticamente con el Señor Jesús y sus demás familiares.
Suponiendo que los osarios presentados en el documental sean, efectivamente, los osarios que contenían los huesos del Señor Jesús y sus familiares, esto arroja de inmediato otra dura interrogante que simplemente no se irá. Si el Señor Jesús no resucitó sino que fue enterrado corporalmente, el lugar de su entierro habría sido objeto de una gran veneración continuada por los muchos creyentes en su mensaje. Las visitas a su tumba habrían sido algo cotidiano. Algo así como las multitudes que se congregan año con año en la tumba del popular actor mexicano Pedro Infante. Los Apóstoles habrían pasado como unos tontos o como unos loquitos proclamando una resurrección cuando al mismo tiempo había una tumba perfectamente ubicada del "resucitado" que cualquiera podía visitar, a menos de que el Señor Jesús y sus familiares hubiesen sido enterrados en el más absoluto secreto, lo cual no cuadra con el hecho de que la tumba estaba localizada precisamente en la muy habitada ciudad de Jerusalén en donde habría sido prácticamente imposible construír y mucho menos guardar por mucho tiempo un secreto así, sobre todo cuando la tumba es una tumba con todas las características de una familia muy acomodada para aquella época. Una peregrinación anual hacia la tumba de algún personaje famoso es posible siempre y cuando haya una tumba que visitar, o cuando haya al menos algún lugar en el que la tradición ubique la tumba de dicho personaje (es así como en la actualidad se venera en Jerusalén al Santo Sepulcro). En contraste con la fama adquirida por el Señor Jesús en su ministerio, la tumba de Talpiot no presenta muestra alguna de haber sido jamás objeto de intensa veneración, era una tumba abandonada y olvidada sin que nadie se molestase mucho por ir a visitarla, gracias a lo cual permaneció prácticamente intacta hasta que fue puesta al descubierto de maner accidental casi dos mil años después.
De 1980, año en que se descubrió la tumba de Talpiot, al 2007, año en que es transmitido el documental presentando dicha tumba como el lugar del sepulcro del Señor Jesús y sus familiares, son casi tres décadas. Son muchos años. Es el tiempo que se llevó cocinar el hallazgo para presentarlo en el tercer milenio como el descubrimiento genuino de la auténtica, la única, la verdadera "tumba perdida" del Señor Jesús. Y el director del documental fue nadie menos que James Cameron, el creador de la fastuosa película Titanic, quien tal vez sintiéndose en sus adentros como una especie de Indiana Jones en posesión de algo aún más grande que el Santo Grial se alió con Simcha Jacobovici para la producción del documental. En la siguiente fotografía vemos a ambos en la conferencia de prensa dada por ellos el lunes 26 de febrero del 2007 en la New York City Public Library, teniendo frente a ellos los dos osarios en los que basan sus reclamos de eterna gloria arqueológica:
En sus propias palabras, al estar promocionando su documental, James Cameron dijo: "No tenemos ningún un registro físico de la existencia de Jesús. Así que lo que ésta película ... muestra es por vez primera evidencia tangible, física, arqueológica, y en algunos casos, forénsica". Dijo que a los ojos de un lego la evidencia "parece muy convincente". Por su parte, Jacobovici negó (¿?) que la película fuera un ataque en uno de los dogmas básicos más básicos de la Cristiandad, de que Jesús se levantó de entre los muertos . "Yo no soy un teólogo. Yo no estoy atacando a nadie", declaró al conocido programa de la CBS The Early Show. "Yo soy un reportero. Estoy reportando una serie de hechos. ... Es un hecho que la tumba fué encontrada. Es un hecho que Jesús hijo de José estuvo enterrado en esta tumba. Hay dos Marías, hay un Judas hijo de Jesús. Estos son hechos. Así que lo que estamos haciendo es reportar diciendo: hey mundo, pon atención, no discutas teología. Primero, discutamos los hechos y entonces veamos las implicaciones de ello para la teología".
De acuerdo con las denuncias airadas del neofascismo mexicano, este es un nuevo intento de "la gran conspiración judía comunista masónica" para socavar las mismas bases del Cristianismo y allanar el camino hacia la instauración mundial de un régimen controlado por judíos y "comunistas ateos y liberales". Después de todo, ¿no es acaso el cerebro detrás del documental un judío de nombre Simcha Jacobovici? ¿No es acaso la intención "verdadera" del documental acabar con el Cristianismo al no poder lograr tan cosa el fenecido marxismo-leninismo? ¿Qué mayor prueba que ésta para comprobar la realidad de lo que pregonan los "sabios" de la ultraderecha mexicana?
Sin embargo, y como siempre, los argumentos de la derecha neofascista reaccionaria de México se basan en una sobresimplificación idiota del asunto bajo una óptica que sea conveniente a los intereses de su propia propaganda desquiciante. De entrada, Spectator hará aquí la aserción categórica de que el objetivo primario del documental no es la destrucción del Cristianismo (el cual a fin de cuentas se basa en la fé y no en argumentos científicos), sino algo mucho más prosaico y materialista: hacer dinero. Simple y sencillamente, hacer dinero a manos llenas. Lo demás no cae ni en segundo lugar ni en tercer lugar y ni siquiera en último lugar, todo lo demás es irrelevante. Lo único importante aquí para los productores del documental es hacer dinero. Que dicho sea de paso, es exactamente la misma motivación que mueve a los poderosos financieros mexicanos que han estado inyectando dinero a las arcas de la Organización Nacional del Yunque para permitirle seguir operando a sus anchas. No es cuestión de fé religiosa, ni de patriotismo, ni cosa por el estilo. Todo es cuestión de negocios. Resulta lamentable que, habiendo otros argumentos y razones más lógicas y de mucho mayor peso que se pueden esgrimir para cuestionar el documental con el cual se intenta reinterpretar lo que dicen los Evangelios acerca del Señor Jesús, reduciendo su estatura a un plano humano mortal común y corriente, los extremistas neofascistas de nueva cuenta se salgan por la tangente tratando de explicarlo todo en los términos simplistas a los que ellos están acostumbrados.
Sin darle la razón ni a uno ni a otro, Spectator osará hacer aquí algunas observaciones sobre algunos hechos que pueden desintegrar la nueva teoría presentada por el documental de James Cameron.
Primero que nada, démosle la razón a James Cameron y a Simcha Jacobovici de que, efectivamente, lo que encontraron fue ni más ni menos que la tumba del Señor Jesús, un hecho que de ser cierto sería el hallazgo arqueológico más extraordinario de los últimos tiempos, por no decir de todos los tiempos dado su impacto potencial en la cultura judeo-cristiana. Esto nos conduce de inmediato a un panorama histórico que se antoja sumamente confuso, por decir lo menos. La primera paradoja a la que nos llevaría sería a consecuencia de la misma conversión en masa del Imperio Romano hacia el Cristianismo. (Constantino, quien ascendió al poder 300 años después de la crucifixión de Cristo, además de establecer la nueva capital del Imperio Romano en Bizancio a la cual le puso su nombre -Constantinopla-, fue el primer Emperador Romano en adoptar al Cristianismo como la religión oficial del Imperio, enviando a los dioses de la mitología greco-romana al panteón del olvido.) Sabido de sobra es que allá por el año 326 después de Cristo, la Emperatriz Elena de Constantinopla, considerada como una Santa dentro de la misma Iglesia Católica, emprendió ella misma en vida la búsqueda de la Vera Cruz, la verdadera cruz en la cual fué crucificado el Señor Jesús, y en su búsqueda de dicha cruz hizo demoler el templo erigido a Venus en el monte Calvario (el sitio en el cual según las tradiciones orales de los habitantes de Jerusalén estaba enterrada la Cruz de Jesús) e hizo cavar en él hasta que le dieron noticias de haber encontrado la cruz. Esta búsqueda de la Santa Cruz, ordenada por la misma madre del Emperador Constantino, habría conducido de modo directo y tal vez con mayores probabilidades de éxito al sepulcro en donde hoy se afirma que fué enterrado el Señor Jesús, y este es un sepulcro que habría sido de fama muy notoria en aquella época, prácticamente imposible de ocultar. Es en donde está hoy la Iglesia del Santo Sepulcro, según la Iglesia Católica, y es en donde se encuentra la cripta de los osarios de Talpiot, según James Cameron y Simcha Jacobovici. Si el conocimiento de la ubicación de la Santa Cruz aún era conservado por los sucesores de los primeros cristianos, con mayor razón el conocimiento del sitio en donde supuestamente estuvo el Señor Jesús después de su crucifixión. Una noticia de este calibre habría llegado por vía directa tanto al Emperador Constantino como a su madre. Tres siglos después de haber sido encontrada la Santa Cruz en Jerusalén y de haber sido colocada en un lugar de veneración pública, en el año 614 en los tiempos del Emperador Heraclio la Santa Cruz fue saqueada de Jerusalén por los persas después de que causaron graves daños y destrucción en la Iglesia del Santo Sepulcro, y no sería sino hasta el año 630, cuando el mismo Heraclio entraría triunfalmente en Jerusalén, reponiendo la Vera Cruz en la Iglesia del Santo Sepulcro. Al llevar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el Emperador se propuso acompañarla en procesión solemne pero vestido sus ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles". Al darse cuenta de esto, el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión. Para evitar nuevos robos como el que llevaron a cabo los persas, la Santa Cruz fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén, y otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron Iglesias de la Vera Cruz. Pero esto que ocurrió con la Santa Cruz simple y sencillamente no podía haber ocurrido con el lugar en donde estaba situado el Santo Sepulcro, inamovible por naturaleza propia.
Cronológicamente hablando, es mucho más fácil encontrar la tumba de una persona famosa muerta hace 300 años que encontrar la tumba de dicha persona dos mil años después. Y por tratarse de quien se trata, del fundador de una religión extraordinaria, habría sido prácticamente imposible en aquellos tiempos mantener por mucho tiempo en el secreto o en la ignorancia total el conocimiento exacto de la tumba permanente de un Jesús no-resucitado en Jerusalén. Si teniendo a sus órdenes el poderío del más grande Imperio conocido por el hombre antes del advenimiento de los Estados Unidos de Norteamérica, la Emperatriz Helena pudo dar con el paradero de la Santa Cruz en la misma Jerusalén siguiendo las tradiciones orales de los lugareños, invariablemente se habría topado también con "la tumba de Jesús" que James Cameron y Simcha Jacobovici afirman voz en cuello es uno de los osarios de Talpiot, lo cual habría desmoronado por lo menos ante ella la convicción básica que forma la misma esencia del Cristianismo: la resurrección de Jesús y la tumba permanentemente vacía. Y hubiera sido prácticamente imposible para ella el mantener su fé con un descubrimiento de este calibre. Para ella, una cripta en lo que hoy es Talpiot con unos osarios conteniendo los restos mortales de un Jesús que no resucitó hubiera sido la prueba más dura de su fé o quizá el fin de sus convicciones en la nueva religión del Imperio, algo de lo cual el mismo Emperador Constantino habría tomado nota.
Pero hay mucho más que se puede argumentar en contra del documental presentado en el Discovery Channel. Las observaciones hasta aquí señaladas se deben sumar a las objeciones ya presentadas por arqueólogos e historiadores eruditos, una de las cuales es el hecho de que los nombres de Jesús y María eran tan comunes en aquella época que es prácticamente imposible aseverar que en unos osarios agrupados en el mismo lugar estaban los restos de Jesús y sus familiares cercanos únicamente porque varios de los nombres coinciden, eso sería tanto como creer que en una tumba de Transylvania encontrada dentro de un castillo está enterrado el Conde Drácula sólo porque en el epitafio dice "Aquí yace el Señor Conde, terror de los invasores musulmanes de nuestra Patria de los cuales bebió su sangre".
El acreditado antropólogo israelí Joe Zias no vacila al afirmar que aquí hubo una actitud "deshonesta" de parte de los presentadores del documental. Él debe saber muy bien de lo que está hablando, puesto que él era el curador de la Autoridad de Antiguedades de Israel precisamente cuando se llevaron a cabo las excavaciones en Talpiot en los años ochenta que desenterraron las cajas fúnebres presentadas en el documental, Él es precisamente quien tuvo a su cargo el trabajo de catalogar los restos de los esqueletos encontrados en los osarios. En sus propias palabras:
Según Joe Zias, otro hecho a ser considerdo es el la presentación de los restos hallados como si todos ellos fuesen osamentas pertenecientes a una misma familia nuclear. "En esa tumba podría haber más de 100 personas. La mayoría de la gente no era sepultada en osarios. Eso significa que hay aquí familias extendidas, no una sola generación". Quizá su argumento más contundente es el de que nunca nunca hubo una tradición cristiana de Talpiot; si la tumba de Jesús y su familia hubiese estado allí, todos los cristianos de la época lo habrían sabido. Sin embargo, otro argumento presentado por Zias y por otros expertos no es tan contundente: "Viniendo Jesús de una familia humilde, no creo que hubieran tenido dinero para comprar una tumba, y si hubiese una tumba familiar, ésta habría sido en Nazaret, no en Jerusalén". La razón por la cual este no es un argumento contundente es que, aceptando el origen humilde del Señor Jesús, cuando fué crucificado por los Romanos él ya era una personalidad con su fama extendida por toda la Galilea, y contaba con legiones de seguidores suyos pertenecientes a todas las clases sociales, especialmente aquellos que fueron testigos directos de los milagros portentosos que se le atribuyen en la Biblia. Aún siendo el Señor Jesús un predicador humilde sin pretensiones para acumular riquezas y bienes materiales, tras su crucifixión habrían sobrado admiradores suyos que ciertamente contarían con recursos suficientes para darle un entierro real. Por este lado, el dinero habría sobrado a manos llenas para comprarle una tumba. Pero... ¿una tumba en Jerusalén? Sobre esto último, el Padre Eugenio Alliata, un Franciscano docente de Arqueología Bíblica en el Estudio Bíblico Franciscano de Jerusalén, señala la importancia que daba la población judía a la sepultura en el marco familiar. "Si había una tumba familiar, sin duda se hallaba en el sitio en el que residía la familia. Eso es indudable. Y la familia de Jesús, vivía en Nazaret, no en Jerusalén". En el museo mantenido por el mismo Padre Alliata encontramos varios osarios en los que están grabados precisamente varios de los nombres invocados por los cineastas de Discovery Channel en su "descubrimiento": Yeshua y Mariamene. "Y a nadie se le ocurre que éstos son restos de la tumba de Jesús", agrega el Padre Alliata.Joe Zias ha presentado otros argumentos contundentes que ha colocado en Internet desmintiendo muchos de los supuestos elaborados con tanta meticulosidad (o mejor dicho, con tanta imaginación) por Simcha Jacobovici y James Cameron, suficientes como para horadar un agujero capaz de hundir al Titanic.
Por su parte, Amos Kloner, otro experto israelí con mucho mejores credenciales académicas que James Cameron y Simcha Jacobovici juntos, precisamente el hombre quien encabezó las excavaciones en Talpiot que recuperaron el osario que hoy se presenta como el contenedor de los restos mortuorios del Señor Jesús, afirma lo siguiente sobre los alegatos del documental: "Es una hermosa historia, pero sin pruebas". Si cuando se estaban llevando a cabo las excavaciones originales bajo su supervisión él hubiera tenido una sospecha, por remota que fuese, de que uno de los osarios encontrados contenía ni más ni menos que los restos del hombre más venerado por el Cristianismo, él mismo se habría movilizado de inmediato para alertar a las autoridades, el acceso al sitio habría sido cerrado de inmediato, y posiblemente el sitio y toda el área circundante habrían sido acordonados entrando bajo custodia directa del ejército israelí, dadas las tremendas implicaciones que habría tenido un hallazgo genuíno de esta índole, implicaciones profundas capaces de alterar inclusive el curso de la historia de la humanidad en estos momentos. Es posible que la misma naturaleza del hallazgo habría sido guardada tan celosamente como los secretos de la bomba atómica, aunque conservar por tiempo indefinido un secreto así se antojaría algo poco menos que imposible. ¿Y qué habría detonado una reacción tan apresurada por parte del gobierno israelí? Pues algo tan sencillo como el descubrimiento de un osario con el nombre Yeshua (Jesús) inscrito en Arameo en su exterior que contuviese los restos de un hombre de unos treinta y tantos años de edad y cuyos huesos, tras una inspección preliminar, revelasen ser los huesos de un hombre que había muerto al ser crucificado. Esto habría sido altamente significativo considerando que hasta la fecha, pese a que se sabe que los Romanos crucificaron a miles de víctimas, sólo se han encontrado los restos de un solo hombre crucificado por ellos (esto ocurrió en 1968 en una cueva afuera de Jerusalén), los cuales estaban en un osario que tenía grabado el nombre Yhohnn Yehohanan, cuyos brazos abiertos habían sido clavados a la viga transversal en la manera usualmente mostrada en las pinturas de la crucifixión, con las rodillas dobladas y volteadas hacia los lados, y un clavo grande individual a través de ambos pies. Y si un osario así, de un hombre crucificado con una edad aproximada de treinta y tantos años al momento de su muerte y con su nombre Yeshua inscrito en Arameo en el exterior del osario, hubiese sido encontrado en lo que fué Nazaret, la conclusión sería prácticamente obligada. Resta decir que un descubrimiento así arrojaría al Estado de Israel a una de las más duras disyuntivas de su historia. El único otro descubrimiento que los podría poner en mayores aprietos sería encontrar la tumba de Mahoma, el fundador del Islam (los musulmanes, al igual que los Cristianos en el caso de Jesús, creen que Mahoma ascendió al Cielo de cuerpo completo). Aunque Mahoma murió el 8 de junio del año 632 D.C., la gran mayoría de los musulmanes están convencidos de que Mahoma subió al Cielo desde la Cúpula de la Roca, de modo tal que si alguien les saliera con la noticia de haber encontrado el sepulcro de Mahoma con sus restos, las consecuencias del anuncio de tal descubrimiento serían de pronóstico reservado. El descubrimiento de la tumba de Mahoma, suponiendo que no ascendió al Cielo como lo proclama el Islam, pondría en un terrible dilema a su descubridor, ya sea que el descubrimiento se anunciara al mundo o se mantuviese en secreto. Ocultar una cosa así del mundo musulmán sin lugar a dudas traería una repercusión horrible en el momento en que se conociera lo que se les estuvo ocultando. Y anunciar el descubrimiento públicamente de seguro también detonaría una reacción furiosa entre los fanáticos del Islam. Se trata de una situación en la que no hay salida digna al problema, cualquier decisión que se tome será igualmente mala con consecuencias devastadoras. Sería un dilema sin salida en el que sólo se puede perder y no hay forma alguna de salir ganando absolutamente nada, a menos de que se volvieran a enterrar discretamente los restos juramentando a todos los involucrados en el descubrimiento de no revelarle nada a nadie por el resto de sus vidas. El caso es que, en aquél entonces, ni Amos Kloner ni Joe Zias tenían razón alguna para suponer que se había encontrado accidentalmente, por pura casualidad, el depósito fúnebre del Señor Jesús y sus familiares, y la postura de ambos no ha cambiado en lo absoluto.
El reciente documental de James Cameron ocurrió algunos años después de que fuese estrenada una película (5 de enero del 2001) con Antonio Banderas interpretando a un sacerdote católico titulada The Body (El Cuerpo), en la cual se trata exactamente del mismo tema, el presunto descubrimiento de "la tumba de Jesús", en este caso un cuerpo crucificado fechado desde el primer año "Después de Cristo" que es descubierto en una cueva antigua en Jerusalén. El sacerdote católico Matt Gutiérrez (Antonio Banderas) al trabajar en estrecha colaboración con la arqueóloga israelí Sharon Golban (Olivia Williams) va obteniendo cada vez más evidencias que le sugieren que los restos encontrados en dicha cueva son en efecto los restos del Señor Jesús, lo cual conduce a la pérdida total de la fé de un sacerdote católico, el Padre Lavelle (Derek Jacobi) quien termina suicidándose. Al final de la película, aparece una nueva evidencia que comprueba que el Jesús enterrado en dicha tumba es otro Jesús diferente a Jesús de Nazaret. La película termina citando un pasaje de la Biblia que dice "Benditos aquellos que han visto y han creído, pero más benditos son aquellos que no han visto y han creído".
El acreditado antropólogo israelí Joe Zias no vacila al afirmar que aquí hubo una actitud "deshonesta" de parte de los presentadores del documental. Él debe saber muy bien de lo que está hablando, puesto que él era el curador de la Autoridad de Antiguedades de Israel precisamente cuando se llevaron a cabo las excavaciones en Talpiot en los años ochenta que desenterraron las cajas fúnebres presentadas en el documental, Él es precisamente quien tuvo a su cargo el trabajo de catalogar los restos de los esqueletos encontrados en los osarios. En sus propias palabras:
Creo que hay aquí algo muy deshonesto. La gente que hizo esto no tiene ninguna credibilidad. Los nombres mencionados, que aparecían en seis de los osarios eran nombres judíos sumamente comunes aquí en aquellos tiempos. La mitad de las mujeres se llamaban María o Salomé. Lo mismo pasa con nombres como Jesús, Yakob y Mateo".
Según Joe Zias, otro hecho a ser considerdo es el la presentación de los restos hallados como si todos ellos fuesen osamentas pertenecientes a una misma familia nuclear. "En esa tumba podría haber más de 100 personas. La mayoría de la gente no era sepultada en osarios. Eso significa que hay aquí familias extendidas, no una sola generación". Quizá su argumento más contundente es el de que nunca nunca hubo una tradición cristiana de Talpiot; si la tumba de Jesús y su familia hubiese estado allí, todos los cristianos de la época lo habrían sabido. Sin embargo, otro argumento presentado por Zias y por otros expertos no es tan contundente: "Viniendo Jesús de una familia humilde, no creo que hubieran tenido dinero para comprar una tumba, y si hubiese una tumba familiar, ésta habría sido en Nazaret, no en Jerusalén". La razón por la cual este no es un argumento contundente es que, aceptando el origen humilde del Señor Jesús, cuando fué crucificado por los Romanos él ya era una personalidad con su fama extendida por toda la Galilea, y contaba con legiones de seguidores suyos pertenecientes a todas las clases sociales, especialmente aquellos que fueron testigos directos de los milagros portentosos que se le atribuyen en la Biblia. Aún siendo el Señor Jesús un predicador humilde sin pretensiones para acumular riquezas y bienes materiales, tras su crucifixión habrían sobrado admiradores suyos que ciertamente contarían con recursos suficientes para darle un entierro real. Por este lado, el dinero habría sobrado a manos llenas para comprarle una tumba. Pero... ¿una tumba en Jerusalén? Sobre esto último, el Padre Eugenio Alliata, un Franciscano docente de Arqueología Bíblica en el Estudio Bíblico Franciscano de Jerusalén, señala la importancia que daba la población judía a la sepultura en el marco familiar. "Si había una tumba familiar, sin duda se hallaba en el sitio en el que residía la familia. Eso es indudable. Y la familia de Jesús, vivía en Nazaret, no en Jerusalén". En el museo mantenido por el mismo Padre Alliata encontramos varios osarios en los que están grabados precisamente varios de los nombres invocados por los cineastas de Discovery Channel en su "descubrimiento": Yeshua y Mariamene. "Y a nadie se le ocurre que éstos son restos de la tumba de Jesús", agrega el Padre Alliata.Joe Zias ha presentado otros argumentos contundentes que ha colocado en Internet desmintiendo muchos de los supuestos elaborados con tanta meticulosidad (o mejor dicho, con tanta imaginación) por Simcha Jacobovici y James Cameron, suficientes como para horadar un agujero capaz de hundir al Titanic.
Por su parte, Amos Kloner, otro experto israelí con mucho mejores credenciales académicas que James Cameron y Simcha Jacobovici juntos, precisamente el hombre quien encabezó las excavaciones en Talpiot que recuperaron el osario que hoy se presenta como el contenedor de los restos mortuorios del Señor Jesús, afirma lo siguiente sobre los alegatos del documental: "Es una hermosa historia, pero sin pruebas". Si cuando se estaban llevando a cabo las excavaciones originales bajo su supervisión él hubiera tenido una sospecha, por remota que fuese, de que uno de los osarios encontrados contenía ni más ni menos que los restos del hombre más venerado por el Cristianismo, él mismo se habría movilizado de inmediato para alertar a las autoridades, el acceso al sitio habría sido cerrado de inmediato, y posiblemente el sitio y toda el área circundante habrían sido acordonados entrando bajo custodia directa del ejército israelí, dadas las tremendas implicaciones que habría tenido un hallazgo genuíno de esta índole, implicaciones profundas capaces de alterar inclusive el curso de la historia de la humanidad en estos momentos. Es posible que la misma naturaleza del hallazgo habría sido guardada tan celosamente como los secretos de la bomba atómica, aunque conservar por tiempo indefinido un secreto así se antojaría algo poco menos que imposible. ¿Y qué habría detonado una reacción tan apresurada por parte del gobierno israelí? Pues algo tan sencillo como el descubrimiento de un osario con el nombre Yeshua (Jesús) inscrito en Arameo en su exterior que contuviese los restos de un hombre de unos treinta y tantos años de edad y cuyos huesos, tras una inspección preliminar, revelasen ser los huesos de un hombre que había muerto al ser crucificado. Esto habría sido altamente significativo considerando que hasta la fecha, pese a que se sabe que los Romanos crucificaron a miles de víctimas, sólo se han encontrado los restos de un solo hombre crucificado por ellos (esto ocurrió en 1968 en una cueva afuera de Jerusalén), los cuales estaban en un osario que tenía grabado el nombre Yhohnn Yehohanan, cuyos brazos abiertos habían sido clavados a la viga transversal en la manera usualmente mostrada en las pinturas de la crucifixión, con las rodillas dobladas y volteadas hacia los lados, y un clavo grande individual a través de ambos pies. Y si un osario así, de un hombre crucificado con una edad aproximada de treinta y tantos años al momento de su muerte y con su nombre Yeshua inscrito en Arameo en el exterior del osario, hubiese sido encontrado en lo que fué Nazaret, la conclusión sería prácticamente obligada. Resta decir que un descubrimiento así arrojaría al Estado de Israel a una de las más duras disyuntivas de su historia. El único otro descubrimiento que los podría poner en mayores aprietos sería encontrar la tumba de Mahoma, el fundador del Islam (los musulmanes, al igual que los Cristianos en el caso de Jesús, creen que Mahoma ascendió al Cielo de cuerpo completo). Aunque Mahoma murió el 8 de junio del año 632 D.C., la gran mayoría de los musulmanes están convencidos de que Mahoma subió al Cielo desde la Cúpula de la Roca, de modo tal que si alguien les saliera con la noticia de haber encontrado el sepulcro de Mahoma con sus restos, las consecuencias del anuncio de tal descubrimiento serían de pronóstico reservado. El descubrimiento de la tumba de Mahoma, suponiendo que no ascendió al Cielo como lo proclama el Islam, pondría en un terrible dilema a su descubridor, ya sea que el descubrimiento se anunciara al mundo o se mantuviese en secreto. Ocultar una cosa así del mundo musulmán sin lugar a dudas traería una repercusión horrible en el momento en que se conociera lo que se les estuvo ocultando. Y anunciar el descubrimiento públicamente de seguro también detonaría una reacción furiosa entre los fanáticos del Islam. Se trata de una situación en la que no hay salida digna al problema, cualquier decisión que se tome será igualmente mala con consecuencias devastadoras. Sería un dilema sin salida en el que sólo se puede perder y no hay forma alguna de salir ganando absolutamente nada, a menos de que se volvieran a enterrar discretamente los restos juramentando a todos los involucrados en el descubrimiento de no revelarle nada a nadie por el resto de sus vidas. El caso es que, en aquél entonces, ni Amos Kloner ni Joe Zias tenían razón alguna para suponer que se había encontrado accidentalmente, por pura casualidad, el depósito fúnebre del Señor Jesús y sus familiares, y la postura de ambos no ha cambiado en lo absoluto.
El reciente documental de James Cameron ocurrió algunos años después de que fuese estrenada una película (5 de enero del 2001) con Antonio Banderas interpretando a un sacerdote católico titulada The Body (El Cuerpo), en la cual se trata exactamente del mismo tema, el presunto descubrimiento de "la tumba de Jesús", en este caso un cuerpo crucificado fechado desde el primer año "Después de Cristo" que es descubierto en una cueva antigua en Jerusalén. El sacerdote católico Matt Gutiérrez (Antonio Banderas) al trabajar en estrecha colaboración con la arqueóloga israelí Sharon Golban (Olivia Williams) va obteniendo cada vez más evidencias que le sugieren que los restos encontrados en dicha cueva son en efecto los restos del Señor Jesús, lo cual conduce a la pérdida total de la fé de un sacerdote católico, el Padre Lavelle (Derek Jacobi) quien termina suicidándose. Al final de la película, aparece una nueva evidencia que comprueba que el Jesús enterrado en dicha tumba es otro Jesús diferente a Jesús de Nazaret. La película termina citando un pasaje de la Biblia que dice "Benditos aquellos que han visto y han creído, pero más benditos son aquellos que no han visto y han creído".
Aunque algunos neofascistas revisionistas argumentan que depués de la crucifixión y el entierro del Señor Jesús hubo una malvada "conspiración judía" para esconder los restos de Jesús y evitar así que fuese venerado, en realidad esta teoría se estrella por sí sola por el hecho de que, para desmitificar la divinidad de Jesús, no habría habido nada mejor que tener su cuerpo y su tumba perfectamente ubicados; esto habría bastado para minar desde el principio la misma base fundamental sobre la cual descansa todo el Cristianismo: la resurrección anunciada de Jesús. Pese a que todos los evangelios contienen discrepancias entre sí que requiere que sean situados no como una documentación de la realidad histórica sino como una fuente de inspiración y de fé, todos ellos están de acuerdo en una cosa: la resurrección al tercer día del Señor Jesús y la consiguiente desaparición de su cuerpo. En todo caso, mucho más creíble sería la hipótesis de que fueron los mismos Apóstoles quienes se encargaron de "desaparecer" el cuerpo del Señor Jesús con el fin de propalar posteriormente el mito de su resurrección y continuar así con la fundación de una nueva religión. Sin embargo, esta hipótesis enfrenta otro dilema: los Apóstoles fueron sin excepción desde el principio gente común que tras la partida del Señor Jesús enfrentaron duras persecuciones al cumplir con el ordenamiento de propagar su mensaje; casi todos ellos terminaron enfrentando una muerte espantosa sufriendo los peores tormentos imaginables por el hombre. Si la resurrección hubiese sido un mito fabricado por los mismos Apóstoles sostenido a sabiendas sobre una mentira con el único fin de propalar una nueva religión, se antoja difícil o inclusive imposible que todos ellos estuviesen dispuestos a pagar un precio tan elevado para sostener lo que a fin de cuentas sabían que era una falsedad. Pudiera argumentarse que habrían estado dispuestos a hacer tal cosa como expiación por haber abandonado al Señor Jesús en sus últimos momentos dejándolo completamente solo a merced de sus enemigos, una expiación producto de un arrepentimiento dispuesto al autosacrificio posterior con el fin de "lavar" la culpa. Esto es posible, pero... ¿a tal grado? Máxime cuando la no-resurrección de Jesús habría sido para todos ellos la peor desilusión de sus vidas, una desilusión equiparable a la que se llevó el Padre Lavelle en la película "El Cuerpo" a causa de la cual terminó quitándose la vida.
El argumento ultraderechista de que los judíos alrededor del mundo al no aceptar y reconocer abiertamente al Señor Jesús como el Mesías anunciado por las Sagradas Escrituras lo hicieron y lo siguen haciendo por mera maldad en abierta rebelión hacia el mismo Dios Padre, actuando como deicidas aliados con Satanás, es otro argumento simplista. El hecho es que, desde los mismos tiempos en los que el Señor Jesús predicó en Palestina, hubo muchos judíos que sin maldad alguna de su parte estaban honestamente convencidos de que Jesús simple y sencillamente no podía ser el Mesías porque no encajaba con lo que ellos esperaban del Mesías. El Mesías que esperaban en aquél entonces era casi un Supermán que los liberaría para siempre del yugo ejercido por el Imperio Romano. Para quienes esperaban la llegada de un Mesías que los liberaría del invasor romano, Jesús resultó una decepción, porque no sólo no los liberó del yugo romano, sino que terminó siendo crucificado por los romanos (se agrega aquí que la crucifixión nunca fue un método de ejecución contemplado por las leyes judías de ninguna época, este método no aparece citado en ninguna parte del Antiguo Testamento como forma predilecta de aplicar "justicia", siempre fue un método de ejecución romano aunque los puristas históricos podrían señalar que también fue aplicado liberalmente por el conquistador Alejandro Magno). De hecho, para muchos judíos de aquellos tiempos, el Mesías nunca llegó, ni ha llegado aún. Ciertamente, no llegó a tiempo para impedirle a los romanos la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén y salvar a los judíos de su exilio de Palestina, como tampoco llegó para impedir el Holocausto llevado a cabo por los Nazis. Si un verdadero Mesías llegara en estos momentos en los que la democracia como forma de gobierno sigue ganando aceptación y popularidad alrededor del mundo, siendo la forma de gobierno bajo la cual han nacido y crecido muchos judíos sabras (nativos de Israel), su llegada para convertirse en un Rey monárquico sentado en un trono, descendiente directo de la dinastía del Rey David (algo que no le sería fácil de comprobar ante sus súbditos aún en estos tiempos en los que está la ciencia tan avanzada), dándole sus nalgadas a los que se porten mal, necesariamente pondría de cabeza a muchos humanistas seculares que posiblemente y con el debido respeto a su divinidad le dirían que su llegada es tal vez un poco extemporánea, aunque con los problemas que está enfrentando en estos momentos la humanidad aún está por verse si el hombre actual puede prescindir de un verdadero Redentor. El concepto de un poderoso Rey-Mesías, humano y divino a la vez, sentado en un trono, resulta ya tan dudoso para muchos judíos (por no decir anticuado), especialmente los judíos reformistas, que muchos de ellos se inclinan por suponer que el concepto del Mesías debe ser tomado no literalmente al pie de la letra sino simbólicamente, al igual que la lectura de los primeros pasajes del Libro del Génesis en la Biblia que detalla la creación del Universo.
Es de notar que, al igual que como los judíos de hace dos milenios lo hicieron, el ansiado retorno de Jesús es también esperado en el seno de la Iglesia Católica como la venida de un Mesías todopoderoso con facultades prodigiosas y excepcionales, según lo dice el mismo Credo de la Iglesia cuando afirma de Jesús que: "Y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos". Pero no sólo el Credo proclama el regreso victorioso y triunfal de un Jesús Mesías recubierto de enorme poder. El libro final de la Biblia, el libro del Apocalipsis (Revelación) de San Juan describe un Mesías que supera con creces la descripción del Mesías anticipado por los judíos. ¿Se puede realmente culpar a los judíos de aquella época de haber estado esperando con ilusión (por no decir ilusamente) la venida de un líder todopoderoso que les viniera a resolver todos sus problemas cotidianos trayendo consigo una época de paz, cuando hoy decenas de millones de católicos alrededor del mundo están haciendo exactamente lo mismo? ¿Se puede acusar a los judíos de tener un "complejo mesiánico", cuando los mismos católicos y cristianos en general tienen también su propio bien arraigado "complejo mesiánico"? ¿Cuál es la diferencia? Después de varios milenios, el cumplimiento de tan dramática profecía tanto para los judíos como para los cristianos aún está por verse, pero si algún día llegara a suceder ello no quita el enorme peso y la enorme responsabilidad de tener que seguir adelante ahora, en el presente, luchando y sobreviviendo y teniendo que tomar diariamente muchas decisiones sin contar con la ventaja de tener la presencia y la ayuda de un Rey todopoderoso en la tierra que tome esas decisiones por uno. Naturalmente que, si el día de mañana, llega cubierto de gloria divina un verdadero ungido del Señor (a diferencia de los miles de falsos profetas que se han querido presentar como tales), trayendo consigo una nueva era de paz entre los hombres, ciertamente que deberá ser bienvenido por todos nosotros con los brazos abiertos. El caso es que mientras tanto, en su ausencia, en todos estos milenios hemos tenido que aprender a vivir sin su presencia física, querámoslo o no. Ésto es algo en lo que no hemos tenido opción.
Se mencionó anteriormente que el fácil arresto, la crucifixión y la muerte de Jesús fueron una enorme decepción para muchos judíos que esperaban ver algo más que ésto en un hombre que se proclamaba como Mesías libertador. Sin embargo, hubo también judíos -empezando por los Apóstoles- que vieron en Jesús algo que no vieron los demás. Estos judíos fueron precisamente quienes empezaron las primeras comunidades cristianas. Aunque Jesús en su paso por Tierra Santa no presentó portentos como los que el Antiguo Testamento afirma que fueron invocados por Moisés -las plagas que cayeron sobre Egipto, la apertura de las aguas del Mar Muerto, la alimentación por espacio de cuarenta años de un pueblo errante con un alimento maná que caía del cielo-, los Evangelios documentan prodigios de otra índole que, más que estar dirigidos a obtener una victoria contundente de tipo militar, estaban dirigidos a obtener otro tipo de victoria. Las resurrecciones atribuídas a Jesús -como la de Lázaro- no se describen en ningún otro tipo de religión. Las sanaciones corporales llevadas a cabo por Jesús -tales como devolverle la vista a los ciegos o las curaciones instantáneas de casos graves de lepra- eran la carta de presentación para ofrecer otro tipo de salvación: la salvación espiritual del hombre. Jesús no pregonaba la muerte sino la vida, no pregonaba la venganza sino el perdón. El levantamiento armado en contra del Imperio Romano le costó a los judíos la pérdida de su madre patria hace dos mil años. Tal vez si más gente hubiera puesto atención a su palabra en aquél entonces aceptando sus prédicas de tolerancia e inclusive de amor hacia el enemigo, los judíos no habrían terminado recibiendo sobre sí la dura represión que llevó a cabo en contra de ellos Roma ni hubieran tenido que abandonar Palestina desplazándose hacia Europa. Tal vez sus descendientes de hoy en día no tendrían los problemas que tienen para ser reconocidos como nación-Estado por todos sus vecinos. Los milagros y prodigios atribuídos a Jesús llevaban un tipo de enseñanza muy diferente al que antes de Jesús estaban acostumbrados los hebreos de la región antes de su llegada. Habido el hecho de la manifiesta y comprobada inutilidad de la fuerza bruta y la violencia para dirimir conflictos, lo cual la Historia nos demuestra incontables veces que sólo puede traer consigo más fuerza bruta y más violencia alimentando un ciclo vicioso e interminable del que no es posible salir (¿el infierno en la Tierra?), Jesús traía consigo una enseñanza de hermandad, una enseñanza que de haber sido escuchada plenamente por todos desde aquellos tiempos habría transformado este mundo en un mundo completamente diferente a lo que hoy conocemos, liberando al hombre de éste mundo pletórico de fronteras geográficas de tipo político, de éste mundo inmerso en costosas carreras armamentistas sin fin cuyo único objetivo es traer muerte y destrucción, de éste mundo en el que persisten la iniquidad y la injusticia. Esto es lo que vieron en Jesús quienes creyeron en él y decidieron seguirlo. Por otra parte, la imposición forzada sobre todos los hombres de los deseos manifiestos de un Supremo Creador -ya sea directamente o a través de un Mesías enviado por él- entraría en conflicto directo con uno de los mayores dones que el Supremo Hacedor le haya dado a la obra cumbre de su creación: el libre albedrío, la opción para escoger libremente entre el camino del bien o el camino del mal. Ese libre albedrío que se le ha dado al hombre con todas las responsabilidades que éste don implica, así como todas las consecuencias en caso de escoger mal. A causa de este don, simple y sencillamente no es posible intentar culpar a un Supremo Creador de todo lo malo que ocurre en este mundo; la responsabilidad del buen o mal uso que se le dé a este don debe recaer por completo sobre el mismo hombre, inclusive aunque lo pueda llevar a su propia destrucción. En este sentido, no estamos en una situación muy diferente a la situación en la cual estuvieron Adán y Eva, como tampoco hemos hecho un mejor papel que ellos vistos los resultados obtenidos hasta la fecha.
No es la primera vez que alguien hace una aserción de que Jesús, en vez de morir en la Cruz para posteriormente resucitar y ascender al Cielo en cuerpo completo para unirse con su Padre como lo proclaman las Escrituras, murió como un hombre mortal ordinario cuyos restos descansan en una cripta. Ya anteriormente al documental de James Cameron, se había publicado un libro titulado "La Tumba de Dios" (publicado en España por Ediciones Martínez Roca en 1996), de Richard Andrews y Paul Schellenberger, quienes afirman que los Templarios (una orden de monjes-soldados encargados de la protección de los lugares santos en Palestina así como de la seguridad de los peregrinos que iban a dichos lugares), después de haber encontrado los restos mortales de Jesucristo ocultos en una galería del monte del Templo de Salomón, en Jerusalén, se los llevaron consigo a Francia en donde los depositaron para permanecer ocultos en Francia bajo toneladas de piedra en la ladera del Monte Cardou. Esta trama tiene demasiados elementos novelescos y muy poco apoyo sustentado en evidencias arqueológicas como para merecer mucha credibilidad, comenzando por el hecho de que sólo hay unos señalamientos hacia el lugar en donde supuestamente está enterrado el cuerpo del Señor Jesús en Francia, sin evidencia física alguna sobre la tumba. Otra versión, en la cual también hay una tumba que es señalada específicamente como el lugar de reposo final del cuerpo del Señor Jesús, es la que aparece en el libro "Jesús vivió y murió en Cachemira", de Andreas Faber-Kaiser (†), publicado en septiembre de 1976 por Editorial A.T.E.:
Resulta tentador enviar a la basura este libro antes de comenzar a leerlo si se tiene de antemano la información de que su autor Faber-Kaiser:
era también un consumado "experto" en cuestiones tales como los platillos voladores OVNIS y otros temas asociados con la magia y con la Atlántida, desde su encumbrada posición como director y editor de la revista Mundo Desconocido. No precisamente lo que más recomendarían en los círculos académicos para emprender una investigación histórica seria sin pretensiones de sensacionalismo sobre un tema tan importante como la vida del Señor Jesús posterior a su crucifixión. Después de todo, no olvidemos que el libelo Los Protocolos de los Sabios de Sión que le dió al Nazismo Hitleriano las fantasiosas excusas para intentar justificar el genocidio de seis millones de seres humanos en los hornos crematorios (además de los otros tantos millones que perdieron sus vidas incluídos los propios alemanes) se nutrió al amparo del esoterismo ocultista de ese monje contemporario de Rasputín que se llamaba Serge Nilus, cuya falta de preparación académica y falta de profesionalismo y rigor histórico lo llevaron a validar como cierto algo que no habría tolerado un estudio serio. Sin embargo, el tema de Jesús en Cachemira de hecho era algo que ya estaba en circulación desde antes de que Faber-Kaiser decidiera popularizarlo con su libro.
era también un consumado "experto" en cuestiones tales como los platillos voladores OVNIS y otros temas asociados con la magia y con la Atlántida, desde su encumbrada posición como director y editor de la revista Mundo Desconocido. No precisamente lo que más recomendarían en los círculos académicos para emprender una investigación histórica seria sin pretensiones de sensacionalismo sobre un tema tan importante como la vida del Señor Jesús posterior a su crucifixión. Después de todo, no olvidemos que el libelo Los Protocolos de los Sabios de Sión que le dió al Nazismo Hitleriano las fantasiosas excusas para intentar justificar el genocidio de seis millones de seres humanos en los hornos crematorios (además de los otros tantos millones que perdieron sus vidas incluídos los propios alemanes) se nutrió al amparo del esoterismo ocultista de ese monje contemporario de Rasputín que se llamaba Serge Nilus, cuya falta de preparación académica y falta de profesionalismo y rigor histórico lo llevaron a validar como cierto algo que no habría tolerado un estudio serio. Sin embargo, el tema de Jesús en Cachemira de hecho era algo que ya estaba en circulación desde antes de que Faber-Kaiser decidiera popularizarlo con su libro.
De acuerdo con la hipótesis presentada por Andreas Faber-Kaiser, Jesús no murió en la cruz sino que cayó en un estado cataléptico del cual eventualmente se recuperó al tercer día, en cuyo caso su resurrección vendría siendo más bien una "reanimación", el equivalente a la salida de un coma profundo y no la salida de un estado de muerte corporal caracterizado por la ausencia total de actividad cerebral. Según la anécdota, después de volver a la vida, el Señor Jesús se trasladó a la India llegando hasta Srinagar, la capital de la región de Cachemira situada en la India, al pie de los Himalayas, en donde fue conocido como Yus Asaf y en donde murió -en esta ocasión, genuinamente- de causas naturales, después de una larga vida, siendo enterrado en una tumba conocida con el nombre de "Roza Bal":
A continuación tenemos una vista de la cubierta ornamental (mal llamada sarcófago por algunos) que está colocada dentro de este aposento funerario encima de la tumba (la tumba en sí no se alcanza a ver en la fotografía porque está debajo al nivel del piso):
A continuación, podemos apreciar el lugar dentro del cual está situada esta tumba de Yus Asaf:
Así pues, de acuerdo con ésta versión, hace aproximadamente dos milenos llegó de tierras lejanas a esta región de Cachemira, un hombre santo investido de gran sabiduría espiritual, asentándose en dicha región y adoptando el nombre de Yus Asaf. Pero resulta que Yus Asaf (Yus Asaph, Shahzada Nabi Hazrat Yura Asaf) es el nombre que de acuerdo con las creencias de los ahmadíes fue adoptado por el mismo Jesús (Yus) de Nazaret tras su crucifixión al emigrar a Cachemira. En pocas palabras, para ellos Yus Asaf y Jesús son la misma persona. Los ahmadíes sostienen que Jesús sobrevivió la crucifixión sin haber muerto realmente en ella, tras lo cual se trasladó a Cachemira, siendo el mismo cuyos restos se encuentran en el santuario Roza Bal situado en el distrito de Srinagar (antes conocida como Khaniar), en Cachemira. La tradición en el lugar agrega que la tumba de Yus Asaf es de un hombre que fué príncipe (¿un descendiente de la casa del Rey David, como lo afirman del mismo Jesús las Sagradas Escrituras?) y profeta y que data del año 100 D.C. La tumba fué conservada cuidadosamente por monjes budistas e hinduístas que afirmaban ser descendientes de Yus Asaf.
Para apoyar la tesis de que el profeta Yus Asaf y Jesús de Nazaret son la misma persona, los proponentes de ésta hipótesis se apoyan en varias evidencias circunstanciales. Por ejemplo, en la vecindad de la tumba existe un grabado que muestra las siguientes huellas:
que fueron reportadas al final del siglo XIX en una carta de Maulvi Abdullah a Mirza Ghulam, las cuales muestran los pies de un hombre que había sido herido de alguna manera en ellos, lo cual concuerda con las anécdotas históricas sobre la crucifixión de acuerdo con las cuales los pies eran atravesados con un clavo. La asimetría de las heridas en las huellas parecería confirmar que ambos pies fueron atravesados por un solo clavo, con un pie puesto encima del otro (las cicatrices de las heridas parecen indicar que el pie izquierdo fue clavado encima del pie derecho).
Entre otras pruebas que citan los investigadores que están plenamente convencidos de ésta hipótesis, se tienen los textos del "Bhavishya Maha Purana" (los Puranas se encuentran entre los narrativos más antiguos de la India), conocido más comunmente como el Bhavishya Purana:
en cuyos textos del 17 al 32 dentro del capítulo 19 de la obra, Chaturyuga Khanda Dvitiyadhyayah, encontramos lo siguiente:
Textos 17 al 21: Reinando sobre los Arios había un Rey llamado Salivahana (también conocido como Shalivahan, 78 - 102 D.C., conocido formalmente como Gautamiputra Satakarni), el nieto de Vikramaditya, quien ocupaba el trono de su padre. Él derrotó a los Shakas que eran muy difíciles de subyugar, los Cinas, la gente de Tittiri y Bahikaus que podían asumir cualquier forma a voluntad. También derrotó a la gente de Roma y los descendientes de Khuru, que eran engañosos y perversos. Los castigó severamente y les quitó sus riquezas. Y así Salivahana estableció fronteras separando los países diferentes de los Mlecchas y los Arios. De esta manera Sindusthan llegó a ser conocida como la nación más grande. Esa personalidad afirmó el alcance de los Mlecchas más allá del río Sindhu y hacia el Oeste.
Texto 22: En cierta ocasión, el subyugador de los Shakas fué hacia Himatunga, y allí en medio de la tierra de los Huna (Hunadesh es el área cercana al lago Manasa Sarovara y el monte Kailash en el Tíbet Occidental, considerados sagrados por los hindúes; ésta región es también conocida como Ladakh, cuando fué una parte del Imperio Kushan), el poderoso rey vió a un hombre auspicioso sentado en una montaña. Su complexión era dorada y vestía ropaje blanco.
Texto 23: El rey le preguntó al hombre: "¿Quién eres?" El otro respondió: "Sabe que yo soy Isha Putra (en sánscrito, esta palabra significa Hijo de Dios), nacido del vientre de una joven virgen" (iishaputra ca maam vidhi kumaari garbha sambhavam en sánscrito).
Texto 24: "Soy proclamante de las enseñanzas de los impíos (los mlecchas) y me adhiero estrictamente a la verdad absoluta." Escuchando ésto el rey entonces le preguntó: "¿A qué enseñanzas te refieres?".
Texto 25 - 26: Escuchando estas preguntas de Salivahana, Isha Putra contestó: "Oh rey, cuando la destrucción de la verdad ocurrió, yo, Masiha (Mesías) el profeta, llegué a la tierra depravada de los impíos en donde no hay reglas ni reglamentos. La diosa Ishamasi (¿Satanás?) también apareció ante los bárbaros (Daysu) manifestándose en forma terrible. Fuí entregado a ella en la manera de los no-creyentes y alcancé el Masiha-tva" (la plenitud del carácter mesiánico).
Textos 27 - 29: "Escucha, oh rey, yo traje la religión a los no-creyentes: después de la purificación de la esencia y el cuerpo impuro y después de buscar refugio en las oraciones de los Naigama, el hombre le rezará al Eterno. A través de justicia, verdad, meditación y unidad de espíritu, el hombre encontrará su camino a Isha (en sánscrito esta palabra significa Dios), quien vive en el centro de luz (¿el paraíso celestial?), que es tan constante como el sol y quien disuelve todas las cosas transitorias para siempre.
Texto 30: Habiendo puesto la forma eternamente pura y auspiciosa del Señor Supremo en mi corazón, oh protector del planeta tierra, yo prediqué estos principios a través de la misma fé (¿el judaísmo?) de los Mlecchas, y así mi nombre se convirtió en Isha-Masiha (¿Jesús el Mashiah o el Jesús-Mesías de los judíos y ahora de los cristianos también?)".
Texto 31: Tras escuchar estas palabras y formular sus reverencias ante aquella persona adorada por los impíos, el rey se inclinó ante el maestro y le pidó humildemente que se quedara en la tierra de los Mlecchas.
Sobre lo último, se agrega como detalle interesante que, en el Corán, los musulmanes se refieren a Jesús con el nombre de Isa.
Otra fuente histórica frecuentemente citada es algo que escribió el historiador musulmán Mullah Nadiri (1378 - 1416), el cual compiló el primer registro completo que se conoce de la historia de Cachemira en un libro titulado "Tahrik-i-Kashmir" (Historia de Cachemira), en donde se encuentran lo siguientes párrafos:
En este tiempo Harzat Yus Asaf habiendo llegado de Bait-ul Muqaddas (¿la Tierra Santa?) a su valle sagrado (en Cachemira) proclamó su calidad de profeta. Se dedicó a sí mismo, noche y día (en oraciones) a Dios, y habiendo alcanzado las alturas de la piedad y la virtud, se declaró ser un Mensajero (de Dios) para la gente de Cachemira. Invitó a la gente (a su religión). Puesto que la gente del valle tenía fé en este profeta, el Rajá Gopadatta (49 - 109 D.C.) refirió la objeción de los hindúes a él (para consejo y decisión). Fué por causa de las órdenes de este profeta que Sulaiman, a quien los hindúes llamaban Sandeman, completó (las reparaciones de) el domo. (Era el año) 54 (Después de Cristo). Más aún, en una de las piedras de los escalones él (Sulaiman) inscribió: "En estos tiempos Yus Asaf proclamó su calidad de profeta", y en otra piedra de los escalones también inscribió que él (Yus Asaf) era Yusu (¿Jesús?), Profeta de los Hijos de Israel.
He visto en un libro de hindúes que este profeta era realmente Hazrat Isa (Jesús), el Espíritu de Dios, en quien es la paz y que también había tomado el nombre de Yus Asaf. El conocimiento verdadero es con Dios. Transcurrió su vida en éste (valle). Tras su partida (su muerte) fué sepultado en Mohalla Anzmarah. Se cuenta que luces de profetismo emanaban de la tumba de este profeta. El Rajá Gopadatta habiendo gobernado por seis años y dos meses, (entonces) murió".
Interesantemente, los primeros tres historiadores de Cachemira, Mullah Nadiri en su libro ya mencionado "Historia de Cachemira", Mullah Ahmad en su libro Waqqya-i-Kashmir (Sucesos de Cachemira) y Abdul Qadar Bin Qazi-ul-Quzat Wasil Ali Khan en su libro Hashmat-i-Kashmir, todos ellos afirman sin duda alguna que en su mayoría los habitantes de Cachemira hoy en día son descendientes de Israel (esto aclararía el destino final de una de las "tribus perdidas" de Israel), y el último autor agrega inclusive que los inmigrantes llegaron de la Tierra Santa, a lo cual Spectator añadirá que, si esto es cierto, es posible que la dactiloscopía genética del ADN pueda comprobar la posible ascendencia judía de los habitantes de Cachemira con el veredicto inapelable de la ciencia, lo cual sería un descubrimiento espectacular, superior en todos respectos al de los osarios de Talpiot. AHORA bien, si Jesús realmente después de volver a la vida se trasladó a la región de Cachemira (considerada como una de las regiones más hermosas del mundo, razón por la cual ha sido motivo de disputas feroces entre la India y Pakistán), lo pudo haber hecho a sabiendas de que ya había allí -presuntamente- una comunidad establecida descendiente de una de las tribus perdidas de Israel, o bien varios de sus muchos seguidores y creyentes lo pudieron haber seguido en procesiones separadas hasta Cachemira para convivir con el Maestro, creando un asentamiento de ascendencia judía que optó por dejar atrás todas sus tradiciones y costumbres para empezar una vida nueva basada en las enseñanzas dadas por Jesús. Pero si Jesús se trasladó hasta Cachemira, ¿cómo se explica que sus Apóstoles quienes esperaban su regreso triunfal a Jerusalén hayan permanecido ignorantes del hecho? A menos de que hayan guardado el secreto de su viaje a Cachemira con el propósito de protegerlo de una cacería hasta ésa parte del mundo organizada por un asustado Imperio Romano temeroso de las posibles consecuencias que podría traer para Roma la confirmación de la resurrección del anunciado Mesías. Todo esto está dentro de lo posible.
Aún otra evidencia histórica citada con frecuencia es el siguiente señalamiento antiguo apostado en las afueras de la tumba:
cuyo texto traducido al Español dice lo siguiente:
Cerca de aquí está situada la piedra de un sepulcro que, de acuerdo con la gente, es el profeta que llegó de un lugar muy lejano durante tiempos antiguos. Ungido para Cachemira: Este punto es famoso como el lugar de descanso de un mensajero: He leído en un libro antiguo que un príncipe de una tierra lejana llegó aquí y se involucró en piedad y en oraciones convirtiéndose en un mensajero de Dios para la gente de Cachemira. En ese libro antiguo su nombre es mencionado como Yus Asaf.
Ciertamente, hay en Srinagar la tumba de alguien que presuntamente llegó a la región hace mucho tiempo. Ciertamente, en esa tumba hay un cuerpo de una persona que después de varios siglos de haber muerto sigue siendo objeto de gran respeto y reverencia. No cualquiera por mucho poder o dinero que tenga se las puede arreglar para que le sigan cuidando y visitando su tumba con tanto esmero durante tantos siglos. Ni siquiera un rey que haya habitado esas regiones en todos esos años habrá recibido tantas atenciones o cuidados a su tumba como los que ha recibido y sigue recibiendo la tumba de Yus Asaf. La persona que está enterrada en Roza Bal debe haber sido en vida una persona extraordinaria, excepcional, de esto no nos debe quedar absolutamente ninguna duda. Ciertamente, todo esto es material que invita a estudio posterior y análisis. Y ciertamente, a quienes veneran y reverencian la tumba de Yus Asaf como la auténtica tumba de Jesús les habrá caído como una bomba a todos ellos la noticia de que la "verdadera" tumba de Jesús había sido encontrada en los osarios de Talpiot. Uno de ellos es el Doctor en Arqueología y "místico" creyente en la terapia de sanación Sufi, Fida Hassnain, nacido en 1924 en la misma ciudad Srinagar en la que se encuentra la presunta tumba de Jesús. Él es autor de los libros "Search for the Historical Jesus" (Búsqueda del Jesús Histórico) y "The Fifth Gospel" (El Quinto Evangelio), es un firme creyente en que la tumba de Yus Asaf en su ciudad alberga los restos genuinos del mismo Jesús, y al lanzar sus críticas sobre los osarios de Talpiot lo hace en los términos que podrían esperarse desde el punto de vista de un musulmán. Él supone que en la grabación de los nombres en los osarios (los cuales cree que fueron rayados en la caliza con instrumentos modernos de acero puntiagudos) pudiera haber motivaciones de índole política detrás de las cuales estuvo involucrado "el cerebro judío". Sin embargo, de ser así, la versión oficial del gobierno israelí así como la de los principales académicos israelíes desde un principio habrían apoyado hasta donde les hubiese sido posible la versión de que los osarios encontrados en Talpiot son los de Jesús y sus familiares, en lugar de hacer lo que están haciendo ahora (ignorar por completo los reclamos hechos por James Cameron y Simcha Jacobovici). De cualquier modo, los nombres grabados en los osarios son los nombres originales, no pudieron haber sido grabados "a hurtadillas" por alguien porque la cripta en sí estaba totalmente cubierta sin que nadie supiese de su existencia hasta que las cuadrillas de trabajadores que se pusieron a escarbar en Talpiot las encontraron, y una vez encontrados los osarios lo primero que se llevó a cabo fué la inmediata clasificación de los mismos encontrándose desde entonces los nombres que tenían grabados en la superficie de la piedra caliza.
Está por salir a la luz en estos días (abril, 2007) un libro de Suzanne Olsson titulado Jesus in Kashmir: The Lost Tomb (Jesús en Cachemira: La Tumba Perdida), el cual junto con el libro Jesus, Last King of Kashmir: Life After the Crucifixion (Jesús, Ultimo Rey de Cachemira: Vida Después de la Crucifixión) de la misma autora seguramente estimulará el apetito de los curiosos sobre la identidad de la persona que está enterrada en Roza Bal en Cachemira.
Interesantemente, hay una forma en la que tal vez sea posible avalar científicamente por completo o desacreditar totalmente la hipótesis de que Yus Asaf y Jesús son la misma persona: un análisis forénsico exhaustivo a la osamenta de Yus Asaf. Si el estudio revela que los restos de la persona que descansan en Roza Bal son los de un hombre que vivió hace dos mil años (comprobable mediante la prueba radioactiva del carbono-14) y además la inspección cuidadosa de la osamenta confirma que el hombre padeció el suplicio de la crucifixión (de la misma manera en que se determinó que los restos de Yhohnn Yehohanan encontrados en 1968 en una cueva afuera de Jerusalén eran los de un hombre crucificado), ésto avanzaría la credibilidad de la hipótesis a un 90 por ciento. El problema será que los custodios de la tumba permitan tal profanación de la tumba de una persona tan venerada. Ello sin contar con el hecho de que la desacreditación de la hipótesis no sería bueno para el turismo que está dejando su buena derrama económica en Srinagar, algo de lo cual las autoridades del lugar seguramente están conscientes.
Así pues, con la existencia de otras tumbas como la de Cachemira, el documental elaborado por James Cameron se enfrenta con el problema de que no es la única versión y mucho menos la primera que señala directamente hacia un sitio en donde se encuentra el descanso final de los restos mortales de Jesús. Y la presunta tumba de Jesús en Cachemira parece tener más a su favor en lo que a argumentos respecta que los enclenques argumentos basados únicamente en los nombres que aparecen inscritos en los osarios de Talpiot. Aún otro problema fundamental que enfrenta en estos momentos el documental, además del odio y las críticas tanto fundadas como infundadas de muchos católicos y cristianos que se sienten ofendidos y que lo acusan de montar un fraude titánico, es que apenas hace unos cuantos años hubo otros que salieron con un cuento similar, con algunas variantes al mismo. Se trata del osario de Santiago, el cual se muestra en la siguiente fotografía proporcionada por el Royal Ontario Museum en donde estuvo en exhibición del 15 de noviembre del 2002 al 5 de enero del 2003:
Al igual que como hoy lo hace James Cameron, varios individuos, Oded Golan, Robert Deutsch, Refael Brown, Shlomo Cohen y Faiz El Amlah, presentaron en el año 2002 un osario de la época del Señor Jesús que también era genuino, en esto no había ningún timo. El osario contenía una inscripción que decía "Jacob (Santiago), hijo de José, hermano de Jesús", y la inscripción estaba puesta en Arameo antiguo, esto también era innegable (esta inscripción es visible en la foto ampliada).
El hallazgo era espectacular porque en ése entonces era la primera vez en la historia que se presentaba el receptáculo mortuorio de una persona emparentada directamente con el Señor Jesús, además de que la confirmación de la existencia de un hermano natural del Señor Jesús mandaba por tierra el dogma católico sobre la virginidad perpetua de su madre. Aquí es necesario aclarar algunas cosas: los católicos creyentes en la virginidad perpetua de María no creen que Jesús haya tenido hermanos naturales, al ser él el único hijo de María, mientras que los Protestantes en gran parte creen que María tuvo más hijos naturales y que sólo fue virgen hasta el nacimiento de Jesús y que después tuvo otros hijos con San José, para lo cual se basan en varios pasajes de la Biblia que mencionan a los "hermanos" naturales del Señor Jesús, por ejemplo:
"Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él" (Mateo 12:46).
"¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de él (Marcos 6:3).
"Es que ni siquiera sus hermanos creían en él" (Juan 7:5).
"Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (Hechos 1:14).
"¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?" (Corintios 9:5)
La respuesta dada a estos pasajes por los más doctos eruditos de la Iglesia Católica es que tanto en el hebreo como en el arameo (los dos lenguajes utilizados por el Señor Jesús y sus discípulos en aquellos tiempos) se utilizaba la misma palabra para designar a hermanos, a primos, y hasta los miembros de un mismo clan. Se señala en esto que el Nuevo Testamento fue escrito en griego pero que sus autores eran de cultura hebrea. La palabra hebrea que significa "hermanos" o "primos" fue traducida al texto original griego usado en la elaboración de las primeras Biblias como adelphos. En contraste con el hebreo y el arameo, en el griego existe una palabra para poder designar a los primos, la palabra anepsios. Pero los traductores del Nuevo Testamento, siendo hebreos, prefirieron usar la palabra aramea "hermanos" que incluye primos y otras relaciones, usando la palabra griega pero en el sentido original del lenguaje del Señor Jesús.
Es muy posible que el osario en el que supuestamente descansaban los restos de un hermano del Señor Jesús sería en estos momentos motivo de grandes veneraciones y reverencias así como interminables peregrinaciones de creyentes devotos en busca de fé o de alguna sanación para sus males a no ser que el 18 de junio del 2003 Shuka Dorfman, el director de Antigüedades de Israel, anunció al mundo entero que el osario era real pero que la inscripción era falsa. A resultas del anuncio, los pillos que estuvieron detrás de la fabricación se encuentran actualmente enfrentando serios cargos acusados por el Estado de Israel del delito de fraude, y si reciben la pena máxima que se les pudiera aplicar es posible que cuando salgan de prisión ellos mismos se podrán subastar como antigüedades.
El descubrimiento del fraude constituye un hecho asombroso en los anales de la criminalística contemporánea por la sencilla razón de que el fraude estuvo tan extraordinariamente bien planeado que los pillos por poco se salen con la suya, habiendo logrado tomarle el pelo a varios de los mejores peritos alrededor del mundo. La patina (capa de recubrimiento superficial que se va formando en un objeto con el paso de los siglos a manera de oxidación, aunque no se trate de una oxidación propiamente dicha por tratarse de piedra caliza y no de un metal) que acompañaba a las inscripciones en Arameo sobre la piedra caliza había sido elaborada químicamente con tal meticulosidad que prácticamente era indistinguible de una patina auténtica, y hubo de requerirse algunas de las técnicas científicas más avanzadas de nuestra época para poner el timo al descubierto. El fraude del osario de Santiago demuestra vívidamente lo difícil que puede ser desenmascarar a una pandilla de criminales en cuestiones en las que el sofisticado andamiaje usado por los criminales es enredado aún más cuando intervienten cuestiones de fé religiosa.
Además de la Iglesia del Santo Sepulcro, en donde según la tradición está situado el sepulcro del Señor Jesús venerado por los Católicos, hay otro sepulcro, venerado por los Protestantes para quienes el Sepulcro adaptado y decorado a las creencias de la Iglesias Católica, Ortodoxa y Armenia es más de lo que pueden tolerar, el cual es mantenido por la Garden Tomb Association de filiación Protestante. El sitio fue propuesto como el "verdadero" sepulcro de Jesús por el General británico Charles Gordon durante su paso por Palestina entre 1882 y 1883. La entrada a dicho sitio se puede apreciar en la siguiente fotografía:
y dentro del cual tenemos el presunto lugar (según los Protestantes) de descanso de los restos del Señor Jesús:
Naturalmente, tanto el sepulcro "católico" como el sepulcro "protestante" de Jesús ambos sostienen la creencia en que sólo fueron un sepulcro temporal de tres días mientras Jesús resucitaba, a diferencia de los osarios presentados por James Cameron y Simcha Jacobovici quienes sostienen que nunca hubo tal resurrección.
Junto con las cinco, diez o cien tumbas que se puedan presentar como "verdaderas" para el Señor Jesús, lo verdaderamente importante, a fin de cuentas, no es si Jesús fué el único hijo de María o si tuvo otros hermanos naturales que su madre haya concebido junto con San José. Lo importante tampoco es si el Señor Jesús después de su resurrección ascendió al Cielo de cuerpo completo para unirse con Dios Padre o si se después de su resurrección se trasladó a otra parte del mundo para después de una larga vida abandonar al fin su cubierta corpórea con el fin de unirse finalmente con Dios Padre. Lo verdaderamente importante es su mensaje, la razón fundamental por la cual fué enviado a este mundo. Un mensaje que, dicho sea de paso, era un mensaje revolucionario para su época, un mensaje cuya diseminación terminó costándole su propia vida. Un mensaje que de haber sido escuchado por todos habría convertido al mundo actual en un mundo sin guerras, en un mundo mucho más honesto, en un mundo mucho más unido, en un mundo reminiscente en todos sentidos al paraíso perdido. Porque este era el nuevo mundo que pregonaba el Señor Jesús con su mensaje. Perdido el mensaje, el resto sale sobrando, incluyendo las criptas fúnebres presentadas precisamente en tiempos de Cuaresma por un productor de cine norteamericano que ya no pudo manternerse ocupado con alguna buena secuela a la película de ficción Titanic o con una secuela a la película de ciencia-ficción Terminator 3.
No es la primera ocasión en la que James Cameron y Simcha Jacobivici unieron sus "talentos" para anunciarle al mundo entero el "descubrimiento" de algo espectacular relacionado con algo de trascendencia importante en la Biblia. Anteriormente, ya habían producido, también para el Discovery Channel, un "documental" titulado The Exodus Decoded (El Éxodo Decodificado):
radiado en los Estados Unidos el 20 de agosto del 2006, en el cual argumentan haber descubierto los detalles acerca del éxodo judío de Egipto encabezado por Moisés; y según ellos el Éxodo ocurrió mil quinientos años antes de Cristo (1,500 A.C.) en los tiempos del Faraón Amosis Primero, atribuyendo las plagas que asolaron Egipto no a un portento enviado por el Altísimo para forzar la mano del Faraón sino a la tremenda explosión producida por el volcán Santorini (el volcán sigue activo en nuestros días). Y al igual que como ocurrió con el documental The Lost Tomb of Jesus, los argumentos en contra de las aventuradas hipótesis presentadas en el documental The Exodus Decoded por asociaciones tan renombradas como la Biblical Archaeology Society parecen ser lo suficientemente grandes como para horadar un agujero capaz de hundir al Titanic.
Resulta altamente significativo que, al día siguiente de haberse radiado el documental en el que fue presentada la supuesta tumba del Señor Jesús y su familia, el evento no sólo no acaparó los titulares de la prensa, sino que a los pocos días el "descubrimiento" quedó prácticamente olvidado. En la mayoría de los casos, ya no se le dió absolutamente ninguna importancia. Los osarios de Talpiot, que deberían de valer en estos momentos una fortuna incalculable, cotizándose mucho más caros que un cuadro de Picasso o que la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, posiblemente no valgan más de lo que le costaron hace dos mil años a quienes los mandaron hacer. Si había algún interés en obtener una ganancia fabulosa en este sentido, el intento devino en un rotundo y monumental fracaso, debido a la escasa credibilidad que muchos hoy le dan al "descubrimiento".
Resulta altamente significativo que, al día siguiente de haberse radiado el documental en el que fue presentada la supuesta tumba del Señor Jesús y su familia, el evento no sólo no acaparó los titulares de la prensa, sino que a los pocos días el "descubrimiento" quedó prácticamente olvidado. En la mayoría de los casos, ya no se le dió absolutamente ninguna importancia. Los osarios de Talpiot, que deberían de valer en estos momentos una fortuna incalculable, cotizándose mucho más caros que un cuadro de Picasso o que la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, posiblemente no valgan más de lo que le costaron hace dos mil años a quienes los mandaron hacer. Si había algún interés en obtener una ganancia fabulosa en este sentido, el intento devino en un rotundo y monumental fracaso, debido a la escasa credibilidad que muchos hoy le dan al "descubrimiento".
Con todo, la controversia está lejos de haber terminado con la transmisión del documental, porque existe otra tumba, pendiente aún de ser explorada, situada a unos 65 pies y medio de la tumba de Talpiot. El documental de James Cameron introdujo una cámara robótica dentro de esta segunda tumba, la cual se encuentra aún intacta en su condición original. Sin embargo, como lo menciona el arqueólogo israelí Joe Zias, ésta es una tumba de la cual ya se tenía conocimiento previo de su existencia pero sobre la cual no se pudo indagar más a fondo porque los judíos ortodoxos metieron su cuchara en el asunto poniendo el grito en el cielo, obligando al cierre de esta segunda tumba. No se sabe qué es lo que pueda contener esta segunda tumba, aunque los creadores del documental ya especulan que podría contener los restos de otros familiares del Señor Jesús o de algunos de sus discípulos. Seguramente volveremos a saber algo de ellos en cuanto tengan lista la secuela de esta producción hollywoodense.
Es importante leer o escuchar con mucho detenimiento, con mucha reflexión, y sobre todo, con mucha desconfianza, aquellos argumentos que traten de cambiar radicalmente nuestro modo de pensar fabricados con muletas de yeso que se pueden quebrar con facilidad. Porque de no hacer tal cosa, podríamos terminar creyendo inclusive que la tumba del Señor Jesús no está ni en Jerusalén ni en Francia ni en Cachemira, sino en Japón.
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