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Alianzas contra terceros
Por Paula Halperín miércoles 21 de septiembre de 2011 07:28 AM PDT Ver todas las entradas de este blog
En todas las casas se cuecen habas. ¿En cuántas familias ocurre que los hijos quedan en el medio de las peleas de sus padres? Incluso, es muy usual que se alíen con alguno de ellos en contra del otro. Por ejemplo, la nena con la mamá y el nene con el papá.
En esos casos terminan armándose tremendos caos familiares en los que todos se pelean con todos.
No es un tema menor aunque parezca lo contrario. Primero porque los problemas pequeños se terminan haciendo grandes, segundo porque los niños se entrometen en temas de adultos y tercero porque termina por complicarse la relación entre alguno de los padres con alguno de los hijos y entre los propios hermanos, por cuestiones de celos y rivalidad.
Conocí el caso de una familia en la que el conflicto se fue arrastrando de generación en generación. Había comenzado con la competencia de una madre con su hija y terminó causando una rivalidad entre los nietos.
Un matrimonio se había ido a vivir con la suegra, Sarah, en la misma casa. Era bastante común que todos vivieran juntos en esa época, especialmente cuando alguno de los padres de los recién casados se quedaba viudo.
La relación entre yerno y suegra era tan buena que Sarah ayudaba en la fábrica de Roberto. Es decir, se iban juntos a trabajar. La esposa, Beatriz, se quedaba en la casa ya que ellos no la consideraban necesaria allí.
Pocos meses más tarde nació Rodrigo, la mejor compañía que pudo tener Beatriz. ¡Por fin se sentía útil para alguien! Con el correr del tiempo, madre e hijo comenzaron a volverse inseparables. Hasta pensaban igual, tanto fue así que formaron una alianza hermética. Durante esos años nacieron dos niñas más, Alicia y Camila, mientras que en el último nacimiento, falleció la abuela.
Tiempo después, Roberto necesitaba un ayudante en su fábrica y llevó a su hijo, que para ese entonces era adolescente. Beatriz por fin se sintió realizada, aunque indirectamente, ya podía opinar en esa empresa en la que nunca la habían dejado participar.
De a poco, los conflictos empezaron a volverse cada vez mayores. Por un lado, madre e hijo llevaban la contra a cualquier decisión que tomaba Roberto y por el otro, Alicia y Camila sentían unos celos terribles de su hermano mayor. Por otra parte, tuvieron la mala suerte de que Roberto comenzó a padecer una enfermedad mental. Pero Beatriz y Rodrigo no lo creían, negaban el problema y siempre terminaban peleándose e incluso mofándose de él.
La única que detectó la enfermedad fue Alicia, quien acompaño a su padre a los médicos especialistas. Finalmente, cuando todos aceptaron que Roberto estaba mal ya era tarde. Al poco tiempo murió, y madre e hijo tuvieron que hacerse cargo de la fábrica.
En esta historia Rodrigo quedó muy traumado con la muerte de su padre porque nunca tuvo la posibilidad de acercarse y hasta de pedirle perdón. Sin embargo, las alianzas quedaron marcadas para siempre. En esa familia aún hoy siguen habiendo dos equipos: Rodrigo y Beatriz contra Alicia y Camila.
Si bien quizás en la mayoría de los hogares los problemas no son tan oscuros como este, hay que tener en cuenta que a veces los adultos podemos influir muy mal en las relaciones de nuestros hijos. Por eso jamás debemos entrometerlos en nuestros problemas.
Aquí, algunos consejos básicos para tener en cuenta:
-Los niños siempre tienen que mantenerse al margen de las peleas entre los mayores.
-Nunca debemos entrar en competencia con nuestros hijos. No podemos ponernos a la altura de un chico.
-También hay que tener cuidado de no generar celos entre los hermanos, favoreciendo a uno de ellos.
-Si es posible, las discusiones entre adultos no deben ser delante de los niños.
-Si no queda opción e inevitablemente se encuentran presentes no hay que permitir que opinen.
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