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Unos asesinos que escoltan a un juez
POR: Óscar Alberto Diaz García
Y no estoy haciendo hipótesis; aunque motivos sobran para elucubrar en tal sentido. Se imaginan, tal y como lo sugiere Navarro Wolf, a los exguerrilleros de las Farc ¡uniformados de policías! Claro, eso sería después de la amnistía o del indulto que propone el gobierno para la subversión, en esa su ley de justicia y paz.
Pero me refiero ahora a casos de jueces de la republica, que en sus sentencias condenatorias contra militares, y policías, esgrimen como argumento de juicio el entrenamiento para el combate con el cual cuenta cada soldado, suboficial u oficial. O las condecoraciones y reconocimientos obtenidos como resultado de su efectividad, que al decir de tales jueces son un indicio de sus “tendencias homicidas”. Así que estaríamos ante un panorama tétrico, pues a muchos jueces y fiscales, los escoltan y velan por sus vidas una caterva de asesinos.
A quienes además hay que juzgar y condenar a como dé lugar, pues servidores del estado son; entre tanto, a los verdaderos asesinos que han asolado el país por más de cincuenta años, les estamos estableciendo el fuero delincuencial que les permite burlarse de la ley. Tal vez nuestros fiscales y jueces, muchos de ellos, y otros funcionarios del aparato judicial, piensen en optar en un futuro próximo por una guardia personal con unas hojas de vida y un currículo mas ajustado a sus ideologías de izquierda.
Y para crear políticas equivocadas y malévolas no se necesita expedir una directiva de parte de las cabezas visibles del tercer poder; al fin de cuentas y tal como lo dice un magistrado de la suprema de justicia, estamos en el siglo de los jueces.
Hasta el lujo de modificar las leyes se pueden dar, Interpretándolas al revés. Una sentencia amañada, con fundamento en falsos testigos, y avalada en todas las instancias así a todas luces sea una injusticia por incongruente, contradictoria y contraevidente, es la mejor manera de sentar cátedra invitando a otros jueces y fiscales haciendo jurisprudencia atrabiliaria. Es una realidad, pero si algo puede atentar contra la paz de una nación, es la injusticia; las reacciones llegan, y para mala fortuna aunque unas serían legales, pensadas para bien, muchas otras no.
¿De qué lado entonces está la ley? Si quienes las redactan (que suelen ser unos muy pocos) lo hacen de manera amañada, pero todos los demás, que son la mayoría, ni tan siquiera leen lo que van a firmar, nada podemos esperar. Nada bueno. Para aprobar, reprobar o modificar un proyecto de ley, lo primero que los padres de la patria deben hacer es consultar la ética, la moral, y el beneficio democrático. Y los lineamientos generales del desarrollo de la sociedad libre.
Pero además, si los jueces encargados de aplicar tales leyes han venido cultivando ideologías foráneas, hasta el punto de abandonar el pensamiento demócrata y amante de la verdad y de la libertad, politizando su función, el asunto se agrava hasta límites insospechados.
Y la puntilla: un poder ejecutivo inmerso en su deseo de afianzar su estadía en el solio presidencial, omite cumplir con su deber de llevar la batuta coordinado de manera efectiva las tres ramas del poder. Que todo esto, roguemos, no desemboque en realidades palpables como las de Cuba y Venezuela, países en los cuales los jueces son de bolsillo del dictador, y sus escoltas y guardias, esos sí, son una ralea de asesinos y mercenarios sin Dios ni ley.
Colofón: ¿Se imaginan a un juez o a un fiscal, exigiendo que les cambien su escolta, pues están muy entrenados para defender la vida de ellos y eso los hace proclives al crimen? asesinos ya son.
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