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Modelo convidó a más mujeres a narcofiesta que terminó en masacre
A víctimas de la pugna por la 'oficina de Envigado' las dividieron en tres grupos.
Los hombres del CTI y de la Sijín que llegaron a la finca La Piscina quedaron aterrados con la saña y la técnica que aplicaron los autores de la masacre de al menos nueve personas, en la madrugada del 31 de diciembre en Envigado (Antioquia).
Según la única testigo del crimen, la esposa del mayordomo -quien se escondió en un edificio contiguo-, a la una de la madrugada se escucharon los primeros disparos que dieron inicio a la sangrienta vendetta mafiosa por el dominio de la llamada 'oficina de Envigado'.
Vecinos aseguran que el grueso de los invitados, unas 30 personas, llegó a la finca el domingo 30, a mediodía, y que antes de las 9 p.m. comenzaron a abandonar el lugar para celebrar el último día del año en Medellín. Las cuatro mujeres que se quedaron en el lugar estaban 'pisciniando' desde el sábado, 29.
Por los efectos personales hallados, se cree que el anfitrión, Jorge Mario Pérez Marín, alias 'Morro', vivía en el predio, que 'heredó' cuando su jefe, 'Rogelio' -hoy preso en EE. UU.-, mató a otra de las cabezas de la 'oficina': alias 'Danielito', asesinado en noviembre del 2005.
Los investigadores calculan que entre las 11 y las 12 de la noche del día 30 llegaron (o regresaron) los asesinos, y que tuvieron al menos una hora para inmovilizar a las víctimas.
Los ocho invitados que quedaban en el lugar y 'Morro' -cabecilla de organización- fueron divididos en tres grupos. A las mujeres las llevaron a una habitación del segundo piso. Y mientras 'Morro' era conducido a la sala, a todas les dispararon en el pecho y cerca al rostro.
Una de las víctimas, Carolina Arango Geraldino, modelo de ropa íntima, al parecer fue la encargada de convidar a otras invitadas a la tradicional parranda de fin de año de 'Morro'.
Simultáneamente, Juan Carlos Chica, Fernando Urán Mesa, alias el 'Panadero' y Carlos González Hernández, alias el 'Mosco' o 'Alambre' fueron llevados a la lavandería. Todos estaban de tenis y jean.
Los tres cayeron acribillados cerca de una pipeta de gas. En la pared quedó la evidencia del violento ataque. 'Alambre' -supuesto mandadero de 'Morro' y a quien autoridades señalan como el dueño del microtráfico en el Barrio Antioquia- quedó sobre los otros cadáveres, con disparos en el pecho y la mejilla izquierda.
Al parecer, 'Morro' fue el último en morir. El sicario, de 41 años, fue tiroteado en la sala de la gran casona, junto con otro de los invitados, Harold Maya Cano, de 25 años, cuyo cuerpo fue hallado a unos pasos del lugar.
Los asesinos
Este último, estudiante de agronomía, comerciaba oro. Pero organismos de inteligencia aseguran que al menos dos de sus parientes registran líos judiciales. Uno de ellos, 'Andrés M', fue mencionado por 'paras' presos en EE. UU. como uno de los asesinos del principal testigo contra los capos Miguel Ángel y Víctor Mejía Múnera. Y se indaga su parentesco con Sigifredo Maya, extraditado a EE. UU.
Investigadores dicen que los autores de la masacre fueron al menos diez y que uno de ellos conocía técnicas de inteligencia. De hecho, habrían usado chalecos muy similares a los que utiliza la Policía.
"La casa tiene seguridad periférica, estaba en un lugar alto, para vigilar sus accesos, y la sellaron con concertinas. Es imposible que nadie se hubiera percatado de la llegada de los homicidas", explicó un investigador. Por la cantidad de evidencia hallada, se cree que los asesinos abandonaron la escena del crimen de inmediato.
Las hipótesis
Entre los invitados de 'Morro' que se fueron antes de la masacre está alias 'Yordi', sicario acusado de asesinar a dos policías antinarcóticos en julio del 2012. "El hombre salió de La Piscina el 30 de diciembre a eso de las 7 p.m. Y aunque sufrió un atentado hace unos días, hay versiones de que sigue vivo", dijo un investigador.
Otros que se salieron a tiempo fueron una mujer y los hijos de un exnarco, a quienes 'Morro' les sirvió de escolta. Ambos están en la mira de EE. UU.
Por ahora, los investigadores siguen tres líneas de investigación. La primera señala que hombres de alias 'Sebastián', el recién capturado jefe de la 'oficina', habría ordenado el crimen para recuperar el poder.
Otra hipótesis apunta a que el exjefe de 'Morro', alias 'Valenciano', ordenó el crimen desde la cárcel porque ni este ni 'Pichi' seguían ya sus órdenes.
La última señala que 'Pichi', el gran socio de 'Morro', quiere el poder total y facilitó la masacre. De otra forma no se explican cómo no estaba en el lugar.
Pero este niega su participación: "No soy responsable de la masacre (...), fueron 'Tom' o 'Chatas', 'Guateque' y 'Diego Chamizo' ", le dijo 'Pichi' a este diario. Y agregó que esos tres sujetos estaban en la fiesta.
La Fiscalía y la Policía avanzan en la investigación.
Las 4 'muñecas' de La Piscina
Allegados a las mujeres asesinadas aseguran que Carolina Arango, la modelo de ropa íntima, convidó a otras jóvenes, que terminaron en la trágica fiesta.
Arango vivía en un lujoso apartamento del exclusivo sector de El Poblado, cerca de Daniela Wilches, estudiante de comunicación social, a quien su familia identificó por un tatuaje.
" 'Pichi' andaba detrás de la modelo Carolina, y ella invitó a las otras, que estaban desprogramadas", aseguró una fuente judicial.
Wilches, de 24 años, estudiaba en Eafit, era oriunda de Bogotá, tenía un familiar piloto y vivía temporalmente en el sector La Aguacatala.
Diana Marcela Montoya Montoya también conocía a la modelo. Comerciante de profesión y quien deja un bebé de 11 meses, conocía de pasada a varios de los asistentes, que, al igual que ella, tienen familia en el barrio Buenos Aires.
La cuarta mujer, Gloria Natalia López Posada, era del barrio La América y llegó a través de otra persona.
Por su parte, la quinta presente en la masacre, la esposa del señalado mayordomo, ya testificó ante la Fiscalía. Dijo que estaba en una edificación contigua y que, cuando escuchó los balazos, se escondió en el baño. Hoy está bajo protección.
Una empresa criminal que cumple casi 30 años
Como una 'multinacional del crimen' es calificada por la DEA y otras agencias de seguridad la llamada 'oficina de Envigado'. Esta organización de narcotraficantes y sicarios fue creada en Envigado por Pablo Escobar para cobrar 'tributo' a los establecimientos ilícitos (prostíbulos, expendios de droga, empresas de chance) y actuó casi que anónimamente en sus inicios.
Según reportes de inteligencia, cuando el jefe del cartel se entregó, en 1990, le dejó la administración de la organización a Gustavo Upegui (dueño del Envigado Fútbol Club). La familia del cuestionado dirigente deportivo, asesinado en el 2006, siempre ha negado que él tuviera que ver con la mafia.
Preso en 'la Catedral', Escobar no estaba conforme con varios de sus socios, y allí planeó y ejecutó el asesinato de algunos de ellos, como los hermanos Galeano. El jefe de seguridad de uno de ellos, Diego Murillo, 'don Berna', se salvó, y años después se apropió de la 'oficina'.
En los años siguientes, la organización se consolidó con 'paras' desmovilizados, que eran la segunda generación de sicarios del cartel de Medellín. Pero, en el 2008, después de la extradición de 'don Berna', empieza una seguidilla de sucesiones, tras varios asesinatos y capturas: primero 'Danielito', luego 'Rogelio', al que siguió 'Douglas', hasta llegar a 'Valenciano' y 'Sebastián', los dos últimos jefes, detenidos en el 2012.
Estas capturas desataron la guerra en la capital antioqueña el año pasado. En esa disputa se encontraba 'Morro', el más avezado de los sicarios de la 'oficina' y el homicida 'estrella' de toda la organización, a tal punto que le fue encomendada la tarea de asesinar a un jefe 'para' en Buenos Aires (Argentina).
La importancia de la 'oficina' ha radicado en el control del microtráfico en Medellín, así como en el manejo de importantes rutas del narcotráfico, nexos con carteles de México, sin contar el ilícito de la extorsión en Antioquia y el control de la parte alta de las comunas de Medellín. Allí buscan su combustible para mantener la guerra: los 'combos'.
Expertos auguran una guerra mucho más cruenta
En algo coinciden analistas, criminales y autoridades de Antioquia: la masacre de Envigado es el detonante de una confrontación sin cuartel por el control de los negocios ilícitos en el Valle de Aburrá, en la que intervendrán comandos altamente sofisticados, como el que actuó en La Piscina.
Una guerra que, como le anticipó alias 'Pichi' a EL TIEMPO, será más cruenta que la protagonizada por 'Valenciano' y 'Sebastián', cuando se movían por las calles, entre el 2008 y el 2011, y que dejó más de 5.000 muertos.
Las causas, según explica Fernando Quijano, experto en el conflicto de la capital antioqueña, siguen siendo las mismas que motivaron otra matanza de características similares en Envigado, en julio del 2010, y que dejó ocho muertos: los desacuerdos sobre quién debe mandar en la 'oficina'.
Según las autoridades, serían dos las facciones en conflicto, herederas de 'Valenciano' y de 'Sebastián'.
La primera, hasta hace poco liderada por 'Morro', estaría conformada por una generación más joven que se resiste a obedecer órdenes, y en la que estarían gatilleros como 'Pichi', 'Barny' y 'Monín'. La segunda la comandarían veteranos de la 'oficina', como 'Carlos Pesebre', 'Guateque' y 'Tom'.
Según el comandante de la Policía en el valle de Aburrá, general Yesid Vásquez, en esa estructura nadie quiere ser subalterno. "Estos grupos se han estado reuniendo para mirar quién puede ser el reemplazo de 'Sebastián', 'Valenciano', 'Beto', el 'Indio' y 'Frank', los cabecillas que han ido cayendo", dice.
"Estos episodios violentos los vamos a seguir viendo, porque va a ser una lucha permanente entre bandas. Lo más posible es que se incremente el número de muertos", añade el oficial.
Otro actor clave en esta nueva fase de la guerra serán 'los Urabeños', que desde el 2011, viene persiguiendo el gran botín en juego en Medellín. Expertos señalan que los herederos de 'Valenciano' -especialmente Carlos Pesebre- se han mostrado proclives a ceder poder a 'los Urabeños', algo a lo que se resiste el bando de 'Sebastián'.
Tanto la Policía como la Alcaldía de Medellín son conscientes del recrudecimiento de la guerra entre gatilleros, mandos medios y capos de la 'oficina'. Para contrarrestarla esperan contar en los próximos días con un Grupo Élite de Objetivos de Alto Valor, 350 cámaras de videovigilancia y un nuevo laboratorio de criminalística.
UNIDAD INVESTIGATIVA - REDACCIÓN JUSTICIA Y MEDELLÍN
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