"A una mujer perfectamente normal, tal vez con aspiraciones de un matrimonio o de convertirse en madre, su familia le pide un voto de celibato y a la vez, renunciar de por vida a su sexualidad. Ella no está siendo alentada a unirse a un convento. Ella está tomando la responsabilidad y el honor de proteger su hogar, su familia y socialmente, de convertirse en un hombre. En las montañas de Albania, en esas áreas de sólida costumbre tribal y patriarcal, donde todo se soluciona con baños de sangre, muchas mujeres se han convertido en hombres y son las cabezas de hogar. Han cambiado las faldas y las blusas por pantalones y camisas de manga larga, el pelo largo por una incipiente barba y la vida femenina normal por irse a fumar, trabajar y pavonearse por las calles como cualquier macho. A ellas se refieren como 'él' o como los "tíos". Su transición es abiertamente aceptada, propuesta y asumida sin pregunta alguna por la gente que las rodea. Son llamadas las Vírgenes Juradas de Albania, o 'Burneshas'. De ellas ya solo queda un puñado en esas tierras". -- Jill Peters.
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