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Una pasión a dos manos
Jair Loaiza Duque tiene ya un bien ganado lugar en el arte colombiano. Oriundo de Santa Rosa, también el tango y el trabajo cívico lo destacan. Quince años a punta de pincel y espátula. Ambidiestro.
Alberto Rivera
El Diario del Otún
Jair Loaiza Duque ha descollado con éxito por el arte colombiano durante los últimos 15 años, sus obras trabajadas con esmero y pasión a través del pincel y la espátula han contado con los mejores comentarios de la crítica, por el manejo que le da al color en sus obras, por el buen tratamiento de la figura humana y la luz de sus paisajes.
Sus cuadros no pasan desapercibidos, asombran si se quiere por los finos trazos, por lo que quiere decir, por la manera como deja en el lienzo sus pasiones, tanto que parecieran tomar vida por los efectos visuales que confirman la madurez en la vida pictórica del maestro.
Pasar de un paisaje nocturno a un colorido bodegón con flores es una experiencia llamativa, observar sus desnudos que entregan deseos acortan las palabras para describirlos y su naturalidad y honestidad frente a sus cuadros es fascinante.
Loaiza Duque es un artista integral que tiene bien ganado su espacio en el arte nacional, porque no solo se destaca su técnica para utilizar el carboncillo, la tiza, el pastel, la sanguina, la tinta china, el acrílico y el óleo, sino para escribir su prosa poética, y para bailar tango tan bien que tiene un ganado prestigio en el ámbito tanguero bogotano.
El libro
Y para celebrar esos 15 años en el mundo de la pintura, acaba de publicar el libro “Movimiento y expresiones pictóricas” que presentó en Bogotá en la Casa de Risaralda, en su tierra natal Santa Rosa de Cabal, en el Banco de la República en Pereira y prepara presentaciones en Medellín y Cali, y por supuesto, en Buenos Aires (Argentina) en febrero del próximo año.
Loaiza Duque empezó a inaugurar sus exposiciones con mucho protocolo, con palabras de introducción, palabras suyas y con el himno nacional a cuestas. Al cabo de 10 años de trabajo pensó que tenía un buen material como para sacar un libro y empezó a hacer realidad ese propósito.
“Recopilé una información interesante de las exposiciones, de lo que escribía, de lo que decían de la obra algunos críticos de arte. Fue un reto difícil por los costos pero algunos amigos de la cultura me fueron entusiasmando, y empecé a trabajar en la idea hasta que hace dos años decidí sacar la obra”.
La obra contiene seis capítulos que recogen la experiencia de igual número de exposiciones: Paisajes y Bodegones, Rasgos de la figura humana, Manifestaciones de una lucha pictórica, El desnudo y el color en la vida nacional, Experiencias acrílicas en Argentina y La espátula y sus efectos impresionistas.
“Cada capítulo corresponde a un ítem muy marcado dentro de mi caminar artístico, dando a conocer las diferentes etapas por las cuales he pasado durante estos tres lustros. Estas etapas son muy diferentes unas de otras, ya sea tanto por el tema y el color, la técnica y el estilo, como por la forma y la expresión, logrando un planteamiento plástico, sólido y sostenido”, afirma el maestro.
Los medios impresos no han sido desconocidos para Loaiza Duque. Ya ha publicado un libro titulado “Elementos de producción y comercialización” patrocinado por el Ministerio de Trabajo, cuando fue presidente fundador de la Cámara Junior en Santa Rosa publicó una revista, cuando fue director de Bienestar Familiar publicó un periódico de la entidad, así como cuando ocupó un cargo en la Casa de la Cultura de Santa Rosa.
El tango
El tango ha sido otra característica que destaca a Jair Loaiza. Bailar ha sido una de sus pasiones y por eso es conocido entre su grupo de amigos, que lo invitan a cuanta fiesta programan para observar sus pasos y dada esa habilidad surgió la idea de bailar tango y detrás de ello hay otra historia apasionada en su vida.
“Estando en Bogotá asistí a clases de tango. Pero a uno le dicen que para bailar se tiene que tener la pareja y es un absurdo, para aprender a bailar no, el hombre debe aprender la técnica para bailar tango, el comportamiento, la manera como va a conducir a la mujer, los códigos, toda la expresión corporal, y cuando se aprende a manejar todo esto es cuando el hombre es un buen bailarín. Yo bailo fox libre, tango libre, pasodoble libre, vals libre, siempre creando mis pasos”, afirma.
Su vida
Nació en Santa Rosa de Cabal, estudió la primaria en la escuela Pedro José Rivera y el bachillerato en el Colegio Nacional Francisco José de Caldas. Por entonces la inspiración por la pintura seguía de cerca sus pasos, pero las matemáticas lo inclinaban hacia caminos más terrenales. Así que estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica de Pereira y estando allí le sacó tiempo a la pintura, recibiendo clases del profesor Chau que le destacaba sus habilidades.
A Bogotá
Terminada su ingeniería viaja a Bogotá a trabajar en el Centro Nacional de Productividad, dependencia del Ministerio de Trabajo donde generó un proyecto sobre seguridad industrial que trabajó con el Instituto Colombiano de Seguros Sociales.
“Estando allí tuve la oportunidad de ir a estudiar a Argentina durante seis meses, era el año 1972, gracias a que me gané una beca de la OEA para estudiar control de calidad y en las noches hice una especialización. Luego gané una beca para ir a Bélgica un año a estudiar administración de empresas, así que además aprendí francés porque los estudios eran en ese idioma y tuve la oportunidad de conocer los países de Europa occidental”.
En el año de 1976 por recomendación del entonces gobernador Gonzalo Vallejo Restrepo y de Óscar Vélez Marulanda lo nombran Director de Bienestar Familiar en Risaralda, cargo que ocupó durante tres años.
“Se organizó toda la estructura de los hogares infantiles en el departamento. Cuando llegué a la entidad apenas hacía 8 meses había sido creada y el director nacional no quería saber nada de Risaralda, pero un año y medio después estaba considerada como una de las regionales modelo del país”.
Proexpo
Después de esa experiencia se fue a trabajar en el Fondo de Promoción de Exportaciones Proexpo, una entidad adscrita al Ministerio de Desarrollo dependiente del Banco de la República. “Allí trabajé 15 años como director y estuve encargado de las regionales de Manizales y Quindío y finalmente salí pensionado”.
Además estuvo en la Universidad Libre como director del programa de educación abierta y continuada e hizo una especialización en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en comercio internacional, amén de asesorías en el sector público y privado.
“He sido una persona inquieta, he fundado varias organizaciones culturales a nivel local, departamental y nacional, me ha gustado mucho la parte cívica y la política, pasé de ser dirigente de las Juventudes Liberales a ser presidente del Directorio Liberal, en 1970 Camilo Mejía Duque me ofreció la Asamblea pero renuncié para darle la oportunidad a otra gente de Santa Rosa, fui concejal en dos oportunidades y Presidente del Concejo siendo un muchacho recién salido de la universidad”.
Escribir o pintar
La vida le dio dos alternativas una vez cumplidos tantos oficios y le entregó la hora de decidir sobre lo que quería hacer: pintar o escribir. “Mi prosa no es mala, es lírica, pero la pintura me atrapó en definitiva”, dice.
Y como durante su trayectoria había asistido a varios talleres para aprender las técnicas del oficio como La Buhardilla, la Academia Guerrero y la Universidad Nacional, la decisión fue bien concreta.
“Hay una cosa interesante en mi pintura y es que dicen los compañeros que siempre tengo trabajo, siempre tengo temas. Y es que me surgió la idea de pintar a través de exposiciones, cuando hago una pienso que la próxima va a ser en tal sentido, pienso la técnica, la forma, con tales elementos y trabajo uno o dos años en función de esa exposición, además visito la obra de otros artistas para llenarme de ideas”, confiesa.
Ambidiestro
Loaiza Duque es ambidiestro. Pinta con soltura con su mano derecha o con la izquierda. Pero le ha definido a cada una un oficio. “La espátula la trabajo con la mano izquierda y el pincel con la mano derecha, cuando la gente me ve pintando con ambas manos se sorprende”. Detrás de estos talentos hay una historia.“De pequeño era zurdo y en la escuela me obligaron a escribir con la derecha. Pero me hicieron un favor, y ahora pinto con ambas manos”.
¿Qué significa para usted la pintura?
Soy feliz porque desde hace 15 años me he dedicado a lo que siempre había querido hacer, algo que me da una paz interior inmensa, una tranquilidad, una pasión y una obsesión por pintar. Sabía que tenía un artista dentro pero y sorprende todavía cuando veo mis obras y me doy cuenta hasta dónde he podido llegar.
A ese artista que tenía le di “alitas” y resulta que me ha ido bien, he tenido éxito en este campo, siempre estoy pensando en cómo crear cosas, en cómo producir más, en cómo recrear más lo que hago.
Desde muy pequeño supe que quería hacer arte, pero sin duda, pintar es siempre una lucha con el lienzo porque es necesario transformarlo y eso requiere de mucho tiempo. El arte es creación y libertad”.
Alberto Rivera
El Diario del Otún
Jair Loaiza Duque ha descollado con éxito por el arte colombiano durante los últimos 15 años, sus obras trabajadas con esmero y pasión a través del pincel y la espátula han contado con los mejores comentarios de la crítica, por el manejo que le da al color en sus obras, por el buen tratamiento de la figura humana y la luz de sus paisajes.
Sus cuadros no pasan desapercibidos, asombran si se quiere por los finos trazos, por lo que quiere decir, por la manera como deja en el lienzo sus pasiones, tanto que parecieran tomar vida por los efectos visuales que confirman la madurez en la vida pictórica del maestro.
Pasar de un paisaje nocturno a un colorido bodegón con flores es una experiencia llamativa, observar sus desnudos que entregan deseos acortan las palabras para describirlos y su naturalidad y honestidad frente a sus cuadros es fascinante.
Loaiza Duque es un artista integral que tiene bien ganado su espacio en el arte nacional, porque no solo se destaca su técnica para utilizar el carboncillo, la tiza, el pastel, la sanguina, la tinta china, el acrílico y el óleo, sino para escribir su prosa poética, y para bailar tango tan bien que tiene un ganado prestigio en el ámbito tanguero bogotano.
El libro
Y para celebrar esos 15 años en el mundo de la pintura, acaba de publicar el libro “Movimiento y expresiones pictóricas” que presentó en Bogotá en la Casa de Risaralda, en su tierra natal Santa Rosa de Cabal, en el Banco de la República en Pereira y prepara presentaciones en Medellín y Cali, y por supuesto, en Buenos Aires (Argentina) en febrero del próximo año.
Loaiza Duque empezó a inaugurar sus exposiciones con mucho protocolo, con palabras de introducción, palabras suyas y con el himno nacional a cuestas. Al cabo de 10 años de trabajo pensó que tenía un buen material como para sacar un libro y empezó a hacer realidad ese propósito.
“Recopilé una información interesante de las exposiciones, de lo que escribía, de lo que decían de la obra algunos críticos de arte. Fue un reto difícil por los costos pero algunos amigos de la cultura me fueron entusiasmando, y empecé a trabajar en la idea hasta que hace dos años decidí sacar la obra”.
La obra contiene seis capítulos que recogen la experiencia de igual número de exposiciones: Paisajes y Bodegones, Rasgos de la figura humana, Manifestaciones de una lucha pictórica, El desnudo y el color en la vida nacional, Experiencias acrílicas en Argentina y La espátula y sus efectos impresionistas.
“Cada capítulo corresponde a un ítem muy marcado dentro de mi caminar artístico, dando a conocer las diferentes etapas por las cuales he pasado durante estos tres lustros. Estas etapas son muy diferentes unas de otras, ya sea tanto por el tema y el color, la técnica y el estilo, como por la forma y la expresión, logrando un planteamiento plástico, sólido y sostenido”, afirma el maestro.
Los medios impresos no han sido desconocidos para Loaiza Duque. Ya ha publicado un libro titulado “Elementos de producción y comercialización” patrocinado por el Ministerio de Trabajo, cuando fue presidente fundador de la Cámara Junior en Santa Rosa publicó una revista, cuando fue director de Bienestar Familiar publicó un periódico de la entidad, así como cuando ocupó un cargo en la Casa de la Cultura de Santa Rosa.
El tango
El tango ha sido otra característica que destaca a Jair Loaiza. Bailar ha sido una de sus pasiones y por eso es conocido entre su grupo de amigos, que lo invitan a cuanta fiesta programan para observar sus pasos y dada esa habilidad surgió la idea de bailar tango y detrás de ello hay otra historia apasionada en su vida.
“Estando en Bogotá asistí a clases de tango. Pero a uno le dicen que para bailar se tiene que tener la pareja y es un absurdo, para aprender a bailar no, el hombre debe aprender la técnica para bailar tango, el comportamiento, la manera como va a conducir a la mujer, los códigos, toda la expresión corporal, y cuando se aprende a manejar todo esto es cuando el hombre es un buen bailarín. Yo bailo fox libre, tango libre, pasodoble libre, vals libre, siempre creando mis pasos”, afirma.
Su vida
Nació en Santa Rosa de Cabal, estudió la primaria en la escuela Pedro José Rivera y el bachillerato en el Colegio Nacional Francisco José de Caldas. Por entonces la inspiración por la pintura seguía de cerca sus pasos, pero las matemáticas lo inclinaban hacia caminos más terrenales. Así que estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica de Pereira y estando allí le sacó tiempo a la pintura, recibiendo clases del profesor Chau que le destacaba sus habilidades.
A Bogotá
Terminada su ingeniería viaja a Bogotá a trabajar en el Centro Nacional de Productividad, dependencia del Ministerio de Trabajo donde generó un proyecto sobre seguridad industrial que trabajó con el Instituto Colombiano de Seguros Sociales.
“Estando allí tuve la oportunidad de ir a estudiar a Argentina durante seis meses, era el año 1972, gracias a que me gané una beca de la OEA para estudiar control de calidad y en las noches hice una especialización. Luego gané una beca para ir a Bélgica un año a estudiar administración de empresas, así que además aprendí francés porque los estudios eran en ese idioma y tuve la oportunidad de conocer los países de Europa occidental”.
En el año de 1976 por recomendación del entonces gobernador Gonzalo Vallejo Restrepo y de Óscar Vélez Marulanda lo nombran Director de Bienestar Familiar en Risaralda, cargo que ocupó durante tres años.
“Se organizó toda la estructura de los hogares infantiles en el departamento. Cuando llegué a la entidad apenas hacía 8 meses había sido creada y el director nacional no quería saber nada de Risaralda, pero un año y medio después estaba considerada como una de las regionales modelo del país”.
Proexpo
Después de esa experiencia se fue a trabajar en el Fondo de Promoción de Exportaciones Proexpo, una entidad adscrita al Ministerio de Desarrollo dependiente del Banco de la República. “Allí trabajé 15 años como director y estuve encargado de las regionales de Manizales y Quindío y finalmente salí pensionado”.
Además estuvo en la Universidad Libre como director del programa de educación abierta y continuada e hizo una especialización en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en comercio internacional, amén de asesorías en el sector público y privado.
“He sido una persona inquieta, he fundado varias organizaciones culturales a nivel local, departamental y nacional, me ha gustado mucho la parte cívica y la política, pasé de ser dirigente de las Juventudes Liberales a ser presidente del Directorio Liberal, en 1970 Camilo Mejía Duque me ofreció la Asamblea pero renuncié para darle la oportunidad a otra gente de Santa Rosa, fui concejal en dos oportunidades y Presidente del Concejo siendo un muchacho recién salido de la universidad”.
Escribir o pintar
La vida le dio dos alternativas una vez cumplidos tantos oficios y le entregó la hora de decidir sobre lo que quería hacer: pintar o escribir. “Mi prosa no es mala, es lírica, pero la pintura me atrapó en definitiva”, dice.
Y como durante su trayectoria había asistido a varios talleres para aprender las técnicas del oficio como La Buhardilla, la Academia Guerrero y la Universidad Nacional, la decisión fue bien concreta.
“Hay una cosa interesante en mi pintura y es que dicen los compañeros que siempre tengo trabajo, siempre tengo temas. Y es que me surgió la idea de pintar a través de exposiciones, cuando hago una pienso que la próxima va a ser en tal sentido, pienso la técnica, la forma, con tales elementos y trabajo uno o dos años en función de esa exposición, además visito la obra de otros artistas para llenarme de ideas”, confiesa.
Ambidiestro
Loaiza Duque es ambidiestro. Pinta con soltura con su mano derecha o con la izquierda. Pero le ha definido a cada una un oficio. “La espátula la trabajo con la mano izquierda y el pincel con la mano derecha, cuando la gente me ve pintando con ambas manos se sorprende”. Detrás de estos talentos hay una historia.“De pequeño era zurdo y en la escuela me obligaron a escribir con la derecha. Pero me hicieron un favor, y ahora pinto con ambas manos”.
¿Qué significa para usted la pintura?
Soy feliz porque desde hace 15 años me he dedicado a lo que siempre había querido hacer, algo que me da una paz interior inmensa, una tranquilidad, una pasión y una obsesión por pintar. Sabía que tenía un artista dentro pero y sorprende todavía cuando veo mis obras y me doy cuenta hasta dónde he podido llegar.
A ese artista que tenía le di “alitas” y resulta que me ha ido bien, he tenido éxito en este campo, siempre estoy pensando en cómo crear cosas, en cómo producir más, en cómo recrear más lo que hago.
Desde muy pequeño supe que quería hacer arte, pero sin duda, pintar es siempre una lucha con el lienzo porque es necesario transformarlo y eso requiere de mucho tiempo. El arte es creación y libertad”.
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