domingo, 9 de septiembre de 2012

El Brujo y el Capitán Venganza- Quinchia, Bonafont y Anserma...

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El Brujo y el Capitán Venganza
El ‘Brujo’ se convirtió en culebra y se escapó –dijeron algunos-, otros aseguraron que el ‘Capitán Venganza’ lo había cortado en pedacitos y se los había echado a los perros.

Alfredo Cardona Tobón
El Diario del Otún

Hace muchos años  conocí en una vereda de Filadelfia, Caldas, a un viejito desdentado, con  huellas de privaciones y fatigas; me  llaman “El Brujo”, dijo el anciano al acercarse adonde yo aforaba un riachuelo, y vengo a ponerme a sus órdenes con estos muchachos, señor ingeniero.

“El Brujo” venía con un grupo de voluntarios que me iban a ayudar a trazar las brechas para un acueducto comunal;  “ El Brujo” los dirigía, era como el capitán de la vereda, a quien miraban con respeto, aprecio y hasta temor, pues según me contó un vecino, Don Luis María Bartolo, dominaba las treinta y tres paradas de peinilla, conocía los secretos de la magia negra y de la magia blanca y sabía preparar las recetas de los bebedizos para acabar con el enemigo y hacer regresar  a las ingratas.

Han pasado muchos años... aún recuerdo a Don Luis María con su rostro renegrido picado por la viruela, su andar felino, la risa franca, sus largos brazos de chimpancé y el infaltable carriel de nutria donde cargaba monicongos, la pezuña del diablo, los dados y demás accesorios de sus tiempos de arriero.

Bajo las órdenes de “El Brujo” cayeron árboles y bejucos, se  retiró el rastrojo y en pocas horas  pudimos clavar las señales para abrir las chambas, terminado el trabajo fuimos a tomar una cerveza a la fonda del caserío de Cuba, y allí entre charla y charla supe quién era Don Luis María Bartolo, alias “El Brujo”,  hombre calzonudo, paisano mío y antiguo compañero de fechorías del temible “Capitán Venganza”, de cuyas garras se libró milagrosamente en los terribles días de la violencia de mitad del siglo pasado.

Bartolo
En los años de 1960 Medardo Trejos, más conocido como ‘El Capitán Venganza’ estableció una especie de república independiente que abarcó el municipio de Quinchía, el corregimiento de Bonafont y una parte de Anserma.

El bandido era dueño y señor de esa vasta área, donde instaló cárcel, cuarteles, cobró impuestos y manipuló  al concejo y al Alcalde de Quinchía.

Los atropellos conservadores durante el gobierno del presidente Mariano Ospina Pérez  hicieron  posible la aparición  de “Venganza”, un líder campesino que a la sombra de ‘Pedro Brincos’ se convirtió en el protector de los campesinos liberales y en un verdugo de los conservadores y de los mismos paisanos que no se plegaban a sus caprichos y atrocidades.

Al preguntarle a “El Brujo” qué lo había llevado a la vereda de Cuba, al otro lado del río Cauca y no muy lejos del puerto de Irra, me contó su historia: Después de un década de atropellos de la policía chulavita y de los “pájaros” tolerados por el régimen conservador, Bartolo se unió a las bandas del “Capitán Venganza” para defenderse de los agresores.

Venganza
La palabra de “Venganza” era ley un día de junio de 1960, “El Brujo” y tres compinches desobedecieron la orden de asesinar a un amigo acusado de pasar información al ejército; ‘Venganza’ montó en cólera pero de momento no procedió contra ellos.

Pasaron unos días y Bartolo y sus compinches pensaron que todo había pasado y que el jefe bandolero no se acordaba del asunto. No fue así. Al terminar la semana “Venganza” envió a “El Brujo” a recoger un ganado robado y cuando “El Brujo” regresó al anochecer, le dispararon a quemarropa  desde una mata de monte, Bartolo huyó por el rastrojo y corrió al cambuche donde se alojaba para buscar la protección de sus compañeros, aterrado vio en el piso de  tierra del rancho los cuerpos destrozados a golpes de machete de ‘Pasolento’, ‘Coclí’ y Bernardino.

“El Brujo” tenía perdigones en un muslo, en el pecho y en la mano izquierda, sangrando copiosamente se alejó del cambuche, tomó la vía que lo llevaba a Irra y se guarneció en la casa de una hacienda abandonada, donde las heridas se le llenaron de guasanos.

En esa zona de miedo, dominada por los antisociales, el “Brujo” no pudo ocultarse mucho tiempo, el ‘Capitán Águila’ supo de su paradero y hasta allí llegó con su gente para  llevarlo a rastras hasta el campamento bandolero.

Noche de agonía
Los antisociales  amarraron a “El Brujo” en un bramadero y allí lo dejaron sediento y adolorido.
-Cuando canten los gallos te morís- fue la sentencia de ‘Venganza’.

Al caer las sombras los antisociales se enfiestaron, bebieron y entre risas y alaridos se hartaron de chicharrones y de chicha; se oían tiros y blasfemias y el llanto de dos maestras de las veredas de la Cumbre y San Juan que desnudaron y violaron al son de corridos mejicanos en esa larga noche del infierno.

-Me llegó la hora – pensó “El Brujo”, adolorido, hambriento y con una sed infinita, en ese trance fatal Bartolo imaginó a Jesucristo en la Corte de Pilatos, en el camino al calvario y cuando estaba colgado en la cruz y por vez primera en su vida se arrepintió y pidió al Altísimo perdón por todas sus  fechorías. -Salvate, Brujo- le decían con sorna sus antiguos camaradas. -Volvete culebra y escapate- repetían en medio de estrepitosas carcajadas.

Las horas fueron eternas, el calor pegajoso; el dolor laceraba el cuerpo entero de Bartolo. A la madrugada empezó a lloviznar; los recuerdos continuaron su desfile como deshaciendo los pasos, recordó a su viejita, los años felices de su niñez y vio entre brumas al padre Marco Antonio Tobón allá en los bancos de la escuela, leyendo el Salmo 16 de la Biblia: “Yo he clamado a Ti, Dios mío, porque siempre me has oído benignamente; inclina, pues, hacia mí tus oídos y escucha mis palabras”.

El salmo
La lluvia arreciaba y volvía a la memoria el Salmo 16 ; “Libra mi alma de las garras del impío, quítales tu espada a los enemigos de su diestra...”

Un viento huracanado golpeó los techos como queriendo arrancarlos, de repente alguien se deslizó sigilosamente hasta “El Brujo”, unas manos amigas lo desataron y lo liberaron.
Aterido, tembloroso, Bartolo corrió y corrió y  se alejó de las orillas del río Cauca. Al amanecer, cuando los bandidos quisieron rematar la faena con el asesinato de “El Brujo” solo vieron una soga atada al bramadero. - “El Brujo” se convirtió en culebra y se escapó- dijeron algunos, otros aseguraron que el ‘Capitán Venganza’ lo había cortado en pedacitos y  los  había echado a los perros.

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