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Todo lo que está en juego para Colombia
Por: SERGIO GÓMEZ MASERI |
Especialistas coinciden en que permanencia de un demócrata favorecería la agenda de Santos.
Si bien Colombia goza de un amplio respaldo bipartidista en Estados Unidos y es, sin duda, uno de los grandes aliados de Washington en la región, el nombre del futuro ocupante de la Casa Blanca podría traer nuevos matices en las relaciones bilaterales. Especialmente ahora, que Juan Manuel Santos le ha apostado a un proceso de paz con las Farc, un grupo guerrillero que EE. UU. cataloga de narcotraficante y terrorista. (Lea también: Dos ideas muy distintas del papel del Estado)
La mayoría de los analistas consultados por EL TIEMPO coinciden en que la permanencia de un demócrata como Barack Obama en la presidencia ofrece un camino más despejado para los intereses del actual gobierno colombiano. Esto contrasta con lo que estaba en juego hace cuatro u ocho años, cuando el país se sintonizaba más con la agenda republicana de lucha contra el terrorismo y la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC), durante la administración de George W. Bush. (Lea también: Un duelo entre dos visiones de EE. UU.)
Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, sostiene que para la administración de Obama la mejor política antinarcóticos y contra el terrorismo es una una Colombia en paz. Y aunque para ambos candidatos gran parte de este apoyo dependerá del ritmo de las negociaciones y los acuerdos que finalmente se alcancen, el gobierno demócrata ha dejado claro que, de momento, respalda con firmeza el proceso. (Lea también: No mirar a América Latina es un grave error)
La gran pregunta es: ¿qué pasaría si Mitt Romney destrona a Obama? De acuerdo con Eric Langer, director del Centro de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Georgetown, lo lógico es que el exgobernador también apoye las negociaciones. "Dado que Romney les apuesta al desarrollo económico y a mejorar las relaciones comerciales del país, tiene sentido que apoye un proceso que le permitiría a la economía colombiana despegar -dice Langer-. La inseguridad y el terrorismo de las Farc son un lastre que impide aprovechar plenamente los beneficios del TLC". (Lea también: La gran batalla por el poder en el Senado)
Sin embargo, añade el analista, en el Partido Republicano existe cierta rigidez ideológica que impide llegar, por ahora, a este escenario sin ciertas dificultades. Sobre todo, porque Cuba es el país anfitrión del proceso de paz y Venezuela ha hecho presencia en este, como garante. (Lea también: El voto latino: Crucial para Obama)
Las pocas veces que Romney ha hablado sobre América Latina ha criticado al régimen cubano y ha llamado a Hugo Chávez "un problema para la seguridad nacional" de EE. UU., por sus relaciones con Irán. Y en el Congreso abundan voces republicanas, como la de la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, Iliana Ros-Lehtienen, contrarias a todo lo que fortalezca a Caracas o a La Habana. (Lea también: Estados Unidos va a las urnas sin un candidato favorito)
"En el fondo, lo más importante es a quiénes nombre Romney como sus asesores para América Latina, si llega a la Casa Blanca -sostiene Langer-. Si provienen de la comunidad cubano-americana o son cercanos a ella, como sucedió en la era Bush (Otto Reich y Roger Noriega), su apoyo al proceso de paz cobraría un matiz distinto". En la eventualidad de elegir asesores de esta 'línea dura', que están abiertamente en contra del régimen castrista y sus aliados, la administración republicana sería más escéptica y menos paciente frente a los diálogos de paz. (Lea también: El millonario mormón que va por la Casa Blanca)
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, coincide en que la presencia de Cuba y Venezuela en el proceso generará sospechas entre esta línea del partido y, con Romney en la presidencia, probablemente habría más distancia entre EE. UU. y Colombia que con Obama. (Lea también: El voto femenino será decisivo)
Además, sostiene Shifter, habría que barajar el 'factor Uribe', pues el expresidente colombiano -que se opone al proceso de paz con las Farc- aún tiene muchos amigos en las toldas republicanas y, desde que es asesor del Centro para la Política Bipartidista, visita Washington con regularidad.
Dicho eso, Shifter cree que Santos tiene muy buenas relaciones con ambos partidos y, en el caso de que cualquiera de los dos candidatos gane, se le otorgaría el beneficio de la duda frente a un proceso con las Farc. "Si fuera otra persona, con menos capital político en Washington, sería más problemático. Pero Santos está en una posición fuerte. Además, EE. UU. no tiene muchos aliados cercanos en América Latina e incluso una administración Romney bajo presión de la línea dura de su partido evitaría al máximo críticar a Santos", opina este experto.
Lo cierto es que durante la administración Obama, el presidente Santos ha tenido espacio para abordar las relaciones con sus vecinos desde una perspectiva menos combativa que la que caracterizó al gobierno Uribe. En caso de ganar Romney, y si se impone la línea dura, podría haber choques con esa aproximación.
En ese frente será clave el trabajo del nuevo embajador colombiano ante la Casa Blanca, Carlos Urrutia, quien deberá convencer a los escépticos de que el proceso no solo le conviene a Colombia, sino a EE.UU. y al resto de Latinoamérica.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
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