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Geovanny Echeverri Álvarez
Ser trasnochadores, querendones, morenos y de corazones abiertos, es tener las puertas de la fraternidad sin candados, y llevar consigo la cultura pereirana basada en el civismo, la honradez, el empuje como empresarios, estudiantes, trabajadores y buenos ciudadanos, enfocados siempre en la búsqueda de generar cambios constantes para mejorar como sociedad.
Ser buenos pereiranos es defender los derechos propios y de los demás, cumplir con los deberes, ser participativos, propiciar la paz, vivir en función de la formalización de pensamientos para contribuir en la cimentación arquitecta e ideológica de una gran ciudad, que no puede perder ese constructo cívico del pasado, donde las obras que le dan sentido a la urbe fueron levantadas por la mano solidaria de los nativos y adoptados que llegaron sin sentirse extraños, e inclusive, han cosechado más frutos que los nacidos en la Perla del Otún.
El modernismo, las tecnologías y los nuevos esquemas de las generaciones del momento, no pueden esconder esa riqueza de vivir en sociedad, de unir lazos para la solidaridad que permitan el crecimiento tanto material como del espíritu social, por eso es imperioso prolongar en el tiempo con los retoques que ofrece la universalidad, el alma inconsciente pereirana, que se fundamente en la formación ciudadana y la cultura de la legalidad.
Es imperioso propender por la instrucción cívica para mitigar el peligro que existe por la aparición de algunos personajillos desprovistos de ese fundamento semántico práctico del otrora, que intentan desviar los intereses colectivos hacia la particularidad, unos sujetos que proclaman que se rodeen las instituciones pero no realizan un mínimo esfuerzo por querer lo público, levantando un muro humano impenetrable consumidos por el egocentrismo, lo que conlleva a que se corra el riesgo que Pereira pierda trascendencia mundial y sea vista como ciudad sin rumbo y de seres impasibles.
Es necesario entonces que la ciudad mantenga vivo ese pragmatismo de comunidad culta, y que cada pereirano procure por el mejoramiento de la estética de la vivienda y del municipio, de contribuir en el aseo, que respete sus semejantes, su pensamiento y el espacio público para una construcción colectiva, pero para lograr estos propósitos deben florecer motivadores desde las altas esferas, que manejen transparentemente los recursos públicos, que den ejemplo ellos y sus familias en la forma de actuar, hablar y tratar a los demás, que piensen en una ciudad social y cultural, más no en como mostrar en cada esquina su figura sin propuestas ni hechos concretos. Sigamos queriendo a Pereira, aunque mal trajeada, mantiene su hermosura.
NOTA: “La ciudad más limpia, no es la que más se asea, sino la que menos se ensucia”
supercalvito2@hotmail.com
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