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'Vatileaks'
La Santa Sede admite la existencia de una guerra interna, con un bando que pretende frenar las operaciones de limpieza de Benedicto XVI contra la pedofilia y la banca vaticana
19.02.12 - 00:04 -
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Lo de 'Vatileaks' vino a decirlo el lunes el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, en Radio Vaticana, al admitir que «también el Vaticano tiene sus 'leaks' (filtraciones)» y desahogarse sobre el escándalo que sacude a la Santa Sede desde hace un mes. Es un inédito goteo de filtraciones de documentos internos que revelan trapos sucios, tramas conspirativas y guerras de bandos en la Curia, un mundo muy 'italianizado'. Lombardi ni perdió el tiempo en desmentirlo -reacción inicial de la Santa Sede-, sino que pasó a analizar las oscuras razones de una evidente conjura interna. Su lectura es que estos ataques pretenden «desacreditar el empeño del Papa, serio y profundo, de renovación de la Iglesia». Lombardi se refirió a la gran operación de limpieza emprendida por Benedicto XVI en el escándalo de la pedofilia y en el IOR, el banco vaticano implicado en grandes escándalos por su opacidad. El Papa quiere ponerlo ahora en la 'lista blanca' de los organismos internacionales y cumplir las exigencias de transparencia y contra el lavado de dinero.
Las filtraciones, publicadas por el diario 'Il Fatto Quotidiano', son tres. Primero, las cartas al Papa y a la cúpula vaticana del actual nuncio en EE UU, Carlo María Viganò, en las que trataba de evitar su traslado precisamente a ese puesto y denunciaba una «amplia y arraigada corrupción» en la Santa Sede. Es lo que habría encontrado como secretario general del Governatorato del pequeño estado y atribuía su promoción a un castigo por querer hacer limpieza. El Vaticano, tras negar confusamente todo, desmintió al cabo de diez días sus acusaciones. Las últimas cartas aparecidas de Viganò, por otro lado, debilitaron su figura, pues enumeraba de forma infantil todo tipo de cotilleos. En este escándalo no solo ha sufrido la imagen de la Curia, también ha quedado muy malparado el aspecto solemne de los prelados. En esencia este dossier se consideró un ataque a Tarcisio Bertone, el secretario de Estado, muy cuestionado desde hace tiempo por el desgobierno de la Curia.
La segunda tanda de documentos alude al IOR y refleja los debates internos en el Vaticano para adecuarse a los parámetros de la legalidad. Porque hay quien apostaba por mantener el hermetismo, con la tesis de que las nuevas normas vigentes desde el 1 de abril de 2011 no podían ser retroactivas e impedían colaborar con la Justicia italiana, que investiga varias operaciones de la banca vaticana. Están en juego los secretos seculares del IOR, que ocultan buena parte de los 'esqueletos' italianos de las últimas décadas. Al mismo tiempo, la prensa reveló que el IOR ha trasferido 180 millones de euros de bancos italianos a cuentas en Alemania, con el fin de librarse de los controles cada vez más rigurosos del Banco de Italia. La Santa Sede lo negó y lo atribuyó a una mera elección de mejores condiciones bancarias.
Sin embargo el miércoles apareció una carta del pasado mes de enero del cardenal Attilio Nicora, presidente de la Autoridad de Información Financiera (AIF) y máxima autoridad económica vaticana, advirtiendo de que triunfaba la línea retrógrada y que esta actitud podría verse «como un paso atrás» en la regeneración del IOR. La Santa Sede también ha replicado que no hay nada que temer y tiene intención de cooperar con los magistrados italianos por hechos anteriores a 2011. Habrá que verlo.
Puñaladas traperas
La tercera y última tanda de cartas ha sido la más increíble y ha terminado de hacer saltar las alarmas: sacaba a la luz un escrito ridículo, manejado con toda seriedad por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos. Es un anónimo que entregó en la secretaría de Estado para chivarse de un extraño viaje a China del cardenal de Palermo, Paolo Romeo. Allí habría hablado de que al Papa le quedaba un año de vida, afirmación que supuestamente inquietó a sus interlocutores, que llegaron a pensar que se planeaba un atentado contra él. Además habría dicho que el Papa odia a Bertone y piensa en el cardenal de Milán, Angelo Scola, para sucederle. Parece a todas luces un pique de Castrillón con Romeo por entrometerse en sus misiones en China, pero ha sorprendido descubrir hasta dónde llegan las puñaladas entre cardenales. Por otro lado, Romeo no ha explicado su viaje «privado» a China de solo tres días para reunirse con empresarios. Pero lo que interesa: el anónimo ataca de nuevo a Bertone y además intenta 'quemar' a Scola en las quinielas para un próximo cónclave.
Estos documentos ya no son las fabulaciones novelescas que el Vaticano achaca a la prensa hostil. La Iglesia ha reconocido abiertamente un problema de orden interno que se está revelando como otro de los grandes secretos a voces que esperaba ser afrontado, herencia de Juan Pablo II. De repente se ha abierto la puerta a la autocrítica. El martes, el editorial del 'Osservatore Romano', el diario vaticano, describía una Curia de «comportamientos irresponsables» que debe «aprovechar la ocasión para purificar la Iglesia». También ha intervenido el escritor Vittorio Messori, autor de libros con Juan Pablo II y Ratzinger, tenido por una de las grandes voces católicas. Escribe raramente, cuando hay asuntos graves. En un artículo publicado el lunes advertía de «casi un retorno al Renacimiento, a intrigas y luchas por carreras, poderes, dinero, intereses ideológicos y políticos». «La máquina de la administración vaticana parece atascarse con inquietante frecuencia desde hace años», acusó en referencia a los numerosos errores de gestión, meteduras de pata diplomáticas y hasta fallos en las traducciones de documentos oficiales. La Curia, afirma, se ha convertido en un «imponente aparato barroco» que requiere un «drástico redimensionamiento». De forma pesimista, concluye que «no parece posible una 'reorganización empresarial' porque faltan fuerzas frescas y de calidad», que el auténtico problema es «la crisis de fe de los hombres de la Iglesia».
Se supone que Benedicto XVI quería reformar el Gobierno de la Santa Sede, pero han pasado los años y nada. Ratzinger no es de poner todo patas arriba, sino de ir despacio, y delegó la gestión del laberinto en Tarcisio Bertone, pero es opinión general que ha fracasado. El cardenal alemán Walter Kasper ha explicado que Ratzinger se ha pasado 30 años en el poder, «pero nunca ha entrado en este sotobosque de las luchas internas; por dignidad, pensaba solo en su trabajo». Sin embargo ahora parte de ese entramado está remando contra él. «Hay un estilo malvado en la Curia», ha lamentado Kasper. Benedicto XVI, por su parte, guarda silencio.
Aparición en sueños
El obispo emérito de Ivrea, Luigi Bettazzi, ha llegado a decir que se está preparando el terreno para una posible dimisión del Papa, aunque es uno de esos curas italianos lenguaraces que van por libre y con afán de protagonismo. Todas estas conjeturas, en el fondo, son síntoma de que el Vaticano puede haber entrado en una fase de final de pontificado, con cábalas sobre la salud del pontífice, tramas para ocupar parcelas de poder y maniobras para el cónclave. Pero más que una renuncia de Benedicto XVI, en el horizonte parece concretarse una sustitución de Bertone y se cita el nombre del cardenal Mauro Piacenza, 67 años, jefe de la Congregación para el Clero. El 'número dos' del Vaticano se estrenó en el cargo con una tontería fenomenal. Dijo que Juan Pablo II se le había aparecido en sueños y le recomendó aceptar el nombramiento. Su predecesor, Angelo Sodano, secretario de Estado de Wojtyla durante 14 años, ha revelado que le aconsejó lo contrario, porque conocía el percal. Otra de las tesis de las actuales tramas es que esté detrás el propio Sodano, como venganza por la limpieza de sus hombres en el organigrama y su caída en desgracia. Tras su marcha en 2006, ha emergido como uno de los principales responsables del encubrimiento del escándalo de la pederastia en el clero.
Entretanto, ha comenzado la caza al 'topo' en la Santa Sede. La dirige Domenico Giani, jefe de la Gendarmería vaticana y exfuncionario de los servicios secretos italianos. Incluye escuchas telefónicas y micrófonos y ya habría tenido éxito. Según 'La Repubblica', las cartas de Viganò salieron de la segunda sección de la Secretaría de Estado, la de asuntos exteriores. Los documentos del banco vaticano fueron robados del archivo de la primera sección, de asuntos internos. También habría sido identificado quien filtró la carta sobre la muerte del Papa. Pronto se verá si realmente se ha cerrado el grifo, o si ya es demasiado tarde.
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