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Toño Pueblo. Tiene que rectificar a tiempo (1)
Gustavo Pérez González
Dado a su trascendental importancia, a su descomunal influencia en el pensamiento colectivo a la hora de las grandes decisiones que nos interesan, afectan o favorecen a todos, como al alto poder que encarnan la comunicación social y el periodismo comunicador, han sido y serán, una actividad que demanda la más alta responsabilidad y el más erudito profesionalismo de quienes la ejercen.
¡Cualquiera no puede ser periodista y menos comunicador social; ni a cualquiera se le puede otorgar licencia, permiso ni autorización para poner en funcionamiento medio de comunicación alguno de alto poder difusor! Es bien simple: Con ello, le entregamos el arma más peligrosa y desestabilizadora a quien la ejerce, poniendo en alto riesgo la honra de los asociados y la reputación pública debida a la institucionalidad, de ser objeto del mal.
Es cierto que la Constitución Política nuestra, consagra la libertad de prensa en igualdad de condiciones para todos los asociados, como un derecho elemental inviolable; también es cierto que al interior de su mundo propio y fronteras, se establecen unas normas fundamentales a respetar sagradamente desde su ejercicio, para impedir que quienes ejercen tan importante actividad, se conviertan en peligrosos enemigos sociales e institucionales o coloquen en riesgo inminente la convivencia y el orden social, causen irreversible daño ético y moral a persona natural o jurídica en particular, falten a la verdad para perjudicar la institucionalidad y deliberadamente le produzcan daños mayores cuando es puesta al servicio del mal, en vez del bien, desvirtuando por completo su objeto y finalidad.
Durante siglos se ha dicho que “Los pueblos son lo que la prensa ha permitido hacer de ellos, declarándolos responsables directos de su éxito o fracaso”.
Cuando permitimos, que el periodismo y la comunicación social, se aparten por completo de los principios rectores ineludibles, que tienen que regir tan importante actividad, nos estamos clavando el cuchillo todos, creando un monstruo de incontrolable poder perturbador, capaz de derrumbarlo todo sin conciencia y sin razón. Entre nosotros, la veracidad, la objetividad, la seriedad al informar, el respeto por las partes involucradas, el pulcro lenguaje a utilizar y demás principios rectores a aplicar mínimamente, son violados con macabra perversidad, sin que pase absolutamente nada y sin que nadie responda por los daños causados con tan presunto doloso comportamiento criminal.
Al hacer un pormenorizado, serio y minucioso estudio sobre el ejercicio ético de muchos de éstos, nos fue fácil concluir, que en materia de comunicación social y periodismo en Risaralda, sin generalizar claro está, estamos en pañales, desprotegidos por completo carecemos de todo control oficial; es claro que están dedicados a faltar a la verdad, lejos de toda seriedad y objetividad, a engañar al pueblo, a mentir descaradamente, a ultrajar personas e instituciones, a hacer daño intencionado etc, etc, menos a servir a la comunidad.
Para la muestra un botón:
El periódico “Primera Plana”, que dirige el famoso Toño Pueblo y que edita y diagrama soterradamente un conocido columnista de la ciudad; está dedicado a todo, menos a informar, orientar, aportar, advertir, guiar, conducir, construir tejido social e institucional; circula esporádicamente, es gratuito; los costos de circulación los cubre el interesado en la publicación del texto que éste necesita difundir; es decir:
“En el publico lo que sea, lo que usted quiera, en contra del que sea, en el lenguaje que usted diga y yo respondo por la publicación”; es el secreto a voces, al verlo en las mesas del café donde el temido periodista, pacta el precio con sus clientes sin ninguna vergüenza, sin asomo de profesionalismo y robusta maldad.
Es incomprensible leerlo, cuando los mas perversos personajes mostrados desde sus páginas en el ayer, con el 002% en peor desempeño, resultan como verdaderos angelitos hoy, promocionándolos como el 100% en mejor desempeño, 100% en transparencia ética y moral 100% en honradez.
Pero en su último ejemplar publicado se le fue la mano; su cruel faceta de comunicador nos produjo a todos rechazo, repudio e indignación generalizada, ante la desproporcionada e injusta comparación dolosa e imputable que hizo del Senador Soto con Pablo Escobar, cuando tituló “Soto el Patron del Mal”.
Estoy muy preocupado con usted, le dije delante del ex secretario de Gobierno de Pereira Jhon Diego Molina a Toño Pueblo la semana pasada en un céntrico café. Se le fue la mano, Soto no es pendejo; cómo le va aprobar semejante record criminal cometido por Pablo Escobar; en derecho la carga de la prueba recae en quien hace la comparación dolosa e imputable. Se le fue la mano Toño Pueblo, tiene que rectificar a tiempo. (1)
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