La problemática global del agua

El agua, recurso escaso e irregularmente distribuido temporal y espacialmente, es indispensable para cualquier actividad industrial, agrícola o urbana, ya que promueve su desarrollo económico y social, siendo además fundamental para la vida del hombre y de todos los ecosistemas.
La escasez de agua en el planeta se debe al calentamiento global, a la acelerada industrialización de las economías durante el siglo XX, al desmedido crecimiento poblacional, a la expansión no planificada de las ciudades, a la percepción errónea de que el agua es un recurso infinito, por lo tanto sin precio, y a la ineficacia en el suministro y en la asignación del agua entre los usuarios.
Ante estas circunstancias, muchas regiones del mundo han alcanzado el límite de aprovechamiento del agua, lo que los ha llevado a explotar los recursos hidráulicos superficiales y subterráneos, creando un fuerte impacto en el ambiente.
Adicionalmente, la contaminación causada por los efluentes domésticos e industriales, la deforestación y las prácticas del uso del suelo, están reduciendo notablemente la disponibilidad de agua utilizable. En la actualidad, una cuarta parte de la población mundial, es decir 1.500 millones de personas, que principalmente viven en países en desarrollo, sufren escasez severa de agua limpia, lo que ocasiona que en el mundo haya más de 10 millones de muertes al año producto de enfermedades hídricas.
Una gran parte de la población mundial vive en cuencas compartidas, lo que implica una mayor competencia debido a los usos, y alrededor de dos millones de personas dependen de la cooperación de todos los países que comparten cuencas para garantizar el suministro del agua, en cantidad y en calidad, y para su estabilidad ambiental.
De forma simplificada, se puede decir que en los países enriquecidos el problema del agua afecta sobre todo a la conservación de la naturaleza y a las posibilidades de crecimiento económico mientras que en el Sur, según un informe elaborado por UNICEF, alrededor de 4.000 niños mueren cada día a raíz de enfermedades provocadas por la falta de agua potable.

Atajar las causas de la 

La pobreza significa, ante todo, carencia, privación de aquellos bienes necesarios a la vida humana. Quien carece de agua o la toma en malas condiciones de calidad es pobre y por tanto, se encuentra incapacitado para desarrollar sus capacidades, o sencillamente, para sobrevivir. Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordado en la Cumbre de la Tierra del año 2000, de reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de personas que carecen de acceso al agua potable respecto a 1990, no se podrá alcanzar únicamente con la ayuda internacional de los países desarrollados. Si se define la pobreza, como suele ser habitual, por la incapacidad para obtener un ingreso mínimo, se puede estar tentado de seguir profundizando en su carácter calculando lo que se suele llamar la brecha de la pobreza o el déficit de ingreso que cada pobre posee respecto al umbral de pobreza: cuanto más déficit se posee más pobre se es. La suma de todos los déficits nos indicaría cuál es la necesidad de ingresos que poseen los pobres de un país para dejar de serlo. De ahí que existan muchas voces que nos transmiten el siguiente mensaje: si se consiguiese transferir dinero suficiente para cerrar la brecha atajaríamos el problema de la pobreza en el mundo. La solución consistiría, por tanto, en crear un “flujo de caridad”, de ayuda económica internacional, por el monto de la brecha. Y la cooperación internacional se reduciría, entonces, a encontrar la forma de estimular la aparición de dicho flujo caritativo detrayendo recursos económicos de aquellas partidas presupuestarias que menos dolor pudieran provocar en los ciudadanos que las ofrecen.
Si este razonamiento peregrino y simple lo trasladáramos a la solución del problema del agua, entendido como carencia de agua potable suficiente para cubrir las necesidades básicas, concluiríamos que el esfuerzo de abastecer adecuadamente de agua a toda la humanidad podría calcularse como el producto del coste unitario de un grifo y el número de personas no conectadas aún al servicio de agua potable. En lugar de intentar entender el problema del agua o de la pobreza, las actuales políticas de cooperación actúan fundamental e imperiosamente sobre sus consecuencias, sobre los efectos del empobrecimiento, sin atajar sus causas.

La cooperación internacional, clave para el desarrollo en el sector del agua

Considerar el agua como un recurso escaso, aceptando esta máxima sin más, conduce a afrontar el problema del abastecimiento del agua como un reto tecnológico y un problema de mera gestión entre intereses contrapuestos. Poner un grifo para que salga agua no soluciona el problema de las zonas con carencia de la misma. Un grifo no es más que un agujero que para ser útil debe ser conectado a una red debidamente mantenida y abastecida de un agua que proviene de una cuenca hidrográfica donde hay procesos de erosión, actividades humanas, naturaleza, otros usuarios de las aguas, contaminación, lluvias irregulares, y por tanto, de un sistema natural influido por el ser humano que hay que gestionar para que finalmente el agujero que ha sido colocado en un hogar se convierta en un grifo verdadero por donde sale agua de calidad útil para dar bienestar. Un grifo, por tanto, no sólo es un artilugio que cuesta dinero, sino un sistema institucional, social y económico que funciona para producir agua de calidad.
La ayuda económica no corrige el proceso del empobrecimiento y de la falta de agua porque la ayuda económica, sin más, crea dependencia y no ataja las causas de la pobreza. Es decir, no se produce falta de agua porque no ayudemos lo suficiente, sino porque falta cooperación verdadera entre estados y ciudadanos, y en muchos casos, por carencia manifiesta de justicia en el reparto del agua y en el uso de ese patrimonio natural, por tanto, sólo la cooperación podrá alterar los términos de referencia de este proceso económico internacional que provoca pobreza y escasez de agua.

La tecnología mal empleada puede empeorar la situación del agua

El acceso al agua resulta vital para la especie humana. El hambre se considera la mayor indignidad en la que puede caer un ser humano, el fondo de la miseria y de la pobreza. No tener agua, o no poder beberla en buenas condiciones de calidad resulta todavía más grave. Si llegásemos al punto de que hubiera gente que no pudiera respirar, habríamos alcanzado el borde del abismo de la inhumanidad. La lucha por el aire que todavía podemos respirar libremente debería servir para inspirar el conflicto por el agua y el alimento que a muchas personas les han enajenado las dinámicas actuales de empobrecimiento.
La tecnología del agua, que en otro entorno socioeconómico e institucional más apropiado ayudaría a revertir las dinámicas del empobrecimiento, ha posibilitado la apropiación del agua por medio de la progresiva capacidad de extracción, almacenamiento y transferencia, convirtiendo en una realidad la posibilidad de privatizarla, es decir, de convertirla en un bien confinable y regulado, en una mercancía. Lejos de ser la mercantilización del agua la solución para eliminar su escasez, su conversión en bien económico significa añadir un factor más de empobrecimiento para muchas personas.
Aunque la técnica desempeña un papel importante, por su capacidad para transformar el medio, hay que tener presente que, como demuestra el propio proceso de empobrecimiento, puede empeorar la situación: muchos acuíferos están sobreexplotados porque la tecnología ha permitido extraer agua de profundidades cada vez mayores, lo que, si bien resulta útil para la sociedad, no favorece el buen uso de los acuíferos y el incremento del bienestar asociado a una mayor capacidad y eficiencia, sino que potencia la privación por la desaparición del recurso.
Actualmente, este uso de la tecnología está provocando la destrucción de los bienes públicos y favoreciendo la extensión de pobreza. Se trata de un proceso de empobrecimiento donde unos pocos están acumulando en mercancías los bienes públicos, entre ellos el agua y los recursos naturales.

IV Foro Mundial del Agua

El Foro Mundial del Agua, iniciativa del Consejo Mundial del Agua (CMA), es el evento internacional más importante sobre el tema del agua en busca de propiciar la participación y diálogo con el fin de influir en la elaboración de políticas públicas en el ámbito global, asegurando un mejor nivel de vida para la humanidad en todo el mundo y un comportamiento social más responsable hacia los usos del agua, en congruencia con la meta de alcanzar un desarrollo sostenible para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El primer Foro se celebró en Marruecos en 1997, el segundo en los Países Bajos en 2000, el tercero en Japón en 2003 y el cuarto en México en marzo de este año 2006. Se trata de una iniciativa fundada en los principios de colaboración, asociación e innovación con el objetivo de despertar la conciencia sobre los asuntos del agua en todo el mundo.
La declaración final del IV Foro Mundial del Agua, firmada por representantes de 140 países, reafirma la importancia del agua para el desarrollo del mundo pero no se ha conseguido que se reconozca como un derecho fundamental.
Ante esta insuficiente declaración, la Unión Europea, que iba mucho más allá en sus pretensiones, insistió en añadir, como anexo a las actas finales, un comunicado específico de la UE poniendo especial énfasis en el reconocimiento del derecho del acceso al agua y al saneamiento, considerando que el agua es una necesidad humana de carácter primario y que la oferta de agua y de saneamiento son servicios sociales básicos.
La Unión Europea considera que las autoridades públicas tienen que intervenir adecuadamente con medidas que permitan hacer efectivo este derecho, y, entendiendo que existe una interdependencia entre el agua y los ecosistemas asociados a ella, reclama una especial atención para una visión de la política del agua que incorpore claramente el valor de estos ecosistemas.
Por último, la declaración de la Unión Europea hace una referencia expresa a criterios de  social y ambiental para las grandes presas evitando que estas infraestructuras hidráulicas tengan impactos no deseados, desde el punto de vista social y ambiental.

España en el Foro Mundial del Agua

España ha colaborado activamente en el IV Foro Mundial del Agua, con su participación en ponencias, experiencias y foros.
La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, en su intervención, explicó la experiencia española en gestión de recursos hídricos en los últimos dos años y la profunda reorientación de la política hidráulica, señalando que España ha pasado, en la toma de decisiones sobre el agua, de un esquema muy centralizado a otro basado en la corresponsabilización incorporando a gobiernos autonómicos y locales.
También destacó la incorporación de actores sociales que hasta ahora no tenían ninguna relevancia en la política del agua en España, refiriéndose concretamente a las organizaciones ecologistas y a usuarios de agua para actividad económica.
Por su parte, el director general del Agua, Jaime Palop, intervino en la presentación del segundo informe de Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo. En su discurso, Palop recordó que en la actualidad hay más del 1.500 millones de personas en el mundo sin acceso al agua potable y 2.400 millones que no tienen acceso a sistemas de saneamiento. El desafío consiste en lograr la adaptación a un nuevo modelo de sociedad donde el desarrollo sostenible sea característica principal y definitoria del mismo. Jaime Palop ha señalado que España apuesta por la gestión integral en el uso del agua y la aplicación de todas aquellas tecnologías que permitan la optimización de los recursos hídricos.
Para el Director General, este IV Foro Mundial del Agua debe servir para entender que son necesarios puentes entre los diferentes valores, actores, culturas y economías que están inmersas en el mundo del agua, por ello la principal aportación que puede hacer España es la de convertirse en un sólido puente entre los países de la Unión Europea y Latinoamérica.

Plan de Defensa del río Segura

Durante el IV Foro Mundial del Agua y con el fin de contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, se plantearon diversos ejemplos de buena gestión del agua de todo el mundo como fuente de conocimiento para compartir con otros países. Entre ellos, se presentó la iniciativa española del Plan de Defensa de Avenidas del río Segura como modelo ejemplar en las políticas de gestión hídrica. La escasez e irregularidad de las precipitaciones y la fuerte pendiente de los cauces en la cuenca del río Segura marcan un carácter torrencial, donde casi todo el tiempo la mayor parte de los mismos permanecen secos y, en otras ocasiones, se producen graves inundaciones.
Para acabar con estos desbordamientos del río Segura, la Administración General del Estado puso en marcha el denominado Plan de Defensa de Avenidas, un proyecto que se llevó a cabo tras largos años de estudios hidrológicos previos y que consistió en el recrecimiento de presas existentes, la construcción de nuevas presas y la realización de encauzamientos de varios tramos del río Segura.
Desde la ejecución de las obras, no se han detectado inundaciones significativas y el proyecto ha permitido el desarrollo de los territorios que antes estaban amenazados y que en la actualidad se encuentran protegidos por estas infraestructuras.
La experiencia de lo realizado en la cuenca del Segura puede ser un ejemplo de la metodología utilizada para otras organizaciones con problemáticas similares y más cuando los cambios climáticos pueden producir con mayor frecuencia fenómenos extremos, es decir, inundaciones y sequías.

El nuevo enfoque de la política del agua en España

En España, el problema del agua no responde tanto a la falta de recursos renovables de agua, que son relativamente suficientes, sino a un estructural desequilibrio temporal y espacial, es decir, la abundancia de recursos en el Norte y Pirineos frente la escasez del Sur y el Levante.
Aunque durante todo el siglo pasado se han llevado a cabo una serie de actuaciones para atemperar el problema que genera este desequilibrio temporal y territorial, éste sigue estando presente en la base de la problemática del agua en nuestro país.
El Plan Hidrológico Nacional ha sufrido diversas vicisitudes hasta la última modificación de 2004 con la derogación del trasvase del Ebro y la propuesta de diversas medidas urgentes basadas fundamentalmente en la desalación y contempladas con el ahorro, gestión, modernización y reutilización. Estas actuaciones prioritarias se han englobado en el denominado Programa de Actuaciones para la Gestión y la Utilización del Agua (A.G.U.A).
El Programa A.G.U.A., recogiendo el grueso de las actuaciones incluidas en el Plan Hidrológico Nacional y en los Planes de cuenca, intenta dar un paso más con el objetivo de plantear una gestión integral y participada del agua que requiere un profundo cambio de orientación no sólo en la forma de abordar los problemas sino incluso en la manera de definir y evaluar la propia realidad de dichos problemas. El Programa A.G.U.A. busca la satisfacción de las necesidades de agua para el abastecimiento a la población, considerando las previsiones de demanda a largo plazo; la garantía ambiental para los ecosistemas asociados al agua; y la racionalización socioeconómica, ambiental y territorial de las políticas hidráulicas.
Este Programa trata de resolver gradualmente las carencias en la gestión, disponibilidad y calidad del agua presentes en toda España, con soluciones duraderas y responsables a través de la intervención de los organismos dependientes del ministerio de Medio Ambiente en la nueva política del agua.
Por otro lado, el Programa A.G.U.A. desarrolla una política realista en su aplicación, evitando propuestas de intervención que no sean acordes con la capacidad real de ejecución. Desde esta perspectiva, en la planificación realizada para el período 2005-2009, se ha adecuado lo presupuestado a lo realmente viable de ejecutar, aprovechando los potenciales reales de los organismos gestores, sin olvidar la existencia de actuaciones en elevado grado de desarrollo, que condicionan fuertemente las líneas de intervención en ámbitos territoriales concretos.
Fundamentalmente, la finalidad del Programa es la contribución a la mejora de la sostenibilidad del desarrollo. Dicha finalidad se inserta dentro de la definición de políticas que tratan de integrar el progreso económico, la cohesión social y la protección del medio ambiente, que son las que constituyen para la Unión Europea y sus Estados miembros un objetivo prioritario.

Plan Director de Cooperación 2005-2009

España ha aprobado recientemente un Plan Director de Cooperación 2005-2009 que destaca al sector del agua, abastecimiento y saneamiento como prioritario.
Inminentemente el ministerio de Asuntos Exteriores redactará y aprobará una Estrategia de cooperación en el sector de los recursos hídricos, tal y como declara este Plan Director, que no debería quedar reducida a la ayuda económica, sino como los propios responsables afirman, debería basarse en estrechar vínculos tecnológicos e institucionales y en resaltar sus elementos transversales con otras estrategias relativas al marco económico, las relaciones de intercambio, la salud y la educación, el medio ambiente, la condonación de la deuda, etc.
Para lograr un verdadero cambio en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio sería necesario que España coordinara sus esfuerzos con los que realiza Europa en cooperación internacional. Con este fin, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible de 2002, en Johannesburgo, la UE ofreció la Iniciativa Agua, en la que España, junto a Portugal, lidera la componente latinoamericana de dicha Iniciativa.
Asimismo, en el IV Foro Mundial del Agua celebrado el pasado 6 de marzo, la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, asistió a la firma de la Declaración conjunta sobre la ejecución de la Asociación Estratégica de Latinoamérica y la Unión Europea en materia de recursos hídricos y saneamiento, en el que se recoge el compromiso, por ambas partes, de continuar trabajando para alcanzar las metas de Desarrollo del Milenio y los objetivos de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible en materia de agua, saneamiento y gestión integrada de los recursos hídricos.
Este documento considera como programas de actuación las líneas de trabajo en materia de abastecimiento y saneamiento de agua; la gestión integrada de los recursos hídricos, incluyendo el agua transfronteriza; asuntos transversales como finanzas, investigación y seguimiento; lucha contra los fenómenos extremos y el uso sostenible del agua en la agricultura.