jueves, 28 de julio de 2011

DONDE ESTA MI HIJO ? EL CRIMEN MAS ABERRANTE ABUSO SEXUAL DE NIÑOS

Enlace Programado por Gabriel Alberto Restrepo Sotelo es LINTERNA ROJA EN GOOGLE.-.
http://www.avizora.com/atajo/colaboradores/textos_carlos_machado/0006_crimen_aberrante.htm

¿Dónde está mi hijo?




¿Por qué desaparecen los niños?. ¿Qué hacen con ellos?. ¿Por qué se oculta la información sobre los crímenes de que son víctimas?. Y específicamente: ¿por qué niños?. Estas son las preguntas más terribles que muchos nos estamos haciendo en los últimos años, preguntas que no encuentran respuestas donde debería haberlas –sectores del poder, medios de comunicación, autoridades policiales, Justicia- y que trataremos de desentrañar como podamos a través de estos párrafos, sólo con el material que se ha podido investigar como escudo y el teclado de una computadora como arma.



Se estima que un millón de niños desaparecen en el mundo cada año. ¿Se entendió bien?. Un millón de niños. Pero esas desapariciones, en algún lugar y en algún país, no encuentran a lo sumo más que una pequeña mención que aparecerá brevemente en una página perdida de un diario. Los grandes medios de comunicación callan ese tipo de noticia, convirtiéndose en cómplices, quizás por temer o directamente encubrir a quienes mueven los hilos de ese crimen, generalmente poderosos grupos mafiosos y hasta personajes enquistados en el poder. Por el momento es en internet donde se puede recurrir, buscar información y pedir auxilio para los desamparados padres que han perdido así, de un día para otro, a su hijo.



¿Y cuál es el destino de esos niños desaparecidos?. Algunos serán violados salvajemente y finalmente asesinados de manera brutal, mientras son filmados en ese acto para satisfacer el morbo de miles de dementes pervertidos que llegan a pagar hasta 25.000 dólares por estos videos, llamados “snuff films”, que reportan a los asesinos millones de dólares haciendo crecer su avidez por la cacería de nuevas víctimas. Sólo en Italia se descubrió a más de 1.500 consumidores de estas filmaciones. Es fácil hacer la cuenta. Otros de los niños serán sacrificados por sectas de adoradores de dioses o demonios criminales que, según esos fanáticos, piden “sangre de inocentes”. Otros serán preparados como esclavos sexuales para divertir a la cofradía de pervertidos de gran poder que dominan el mundo, y de ésto -quizás lo que más se esmera en ocultar- hablan las “fiestas” organizadas en lujosas residencias a las que se han visto llegar llamativos automóviles oscuros con sus vidrios polarizados, y en ocasiones hasta limusinas, vehículos que por si fuera poco son protegidos a veces por mimetizados custodios de personalidades y hasta agentes secretos. Algo que habla por sí mismo de las alturas del poder en que están agazapados estos mal nacidos. Otros niños serán fotografiados y pasarán a circular por los sitios de internet dedicados a la pedofilia, como mercadería ofrecida a quien la solicite por este medio tan aprovechable y a la vez tan peligroso. Finalmente, a otros se les arrancarán los órganos para que una familia pudiente salve a su hijo, sin preguntas y entregando una buena cantidad de dinero por ese órgano, a cambio de la mutilación y hasta la vida de un menor secuestrado y desaparecido.



Se ha podido saber de algunos lugares del planeta donde es ya moneda corriente la desaparición de menores para utilizarlos en prácticas aberrantes como las mencionadas, pero a decir verdad no hay lugar en el mundo hoy en día donde ello no se produzca; donde pueden encontrarse, en cualquier barrio de cualquier ciudad, cientos de familias que lloran su desconsuelo por la pérdida de un niño; donde esas familias no encuentran ninguna respuesta a su aterrador panorama; y donde, otra aberración aparte, las policías no investigan, las autoridades miran para otro lado y la Justicia está más ciega que nunca. Más concretamente, donde todos los poderes de un Estado se vendan los ojos y juegan a un gallo ciego en donde, al revés del juego original, no hay que tocarse.



Zonas de riesgo

En Chile desaparecen anualmente 2.000 niños, como los miles y miles de casos que se suceden en otros países latinoamericanos. Pero al contrario de los políticos y militantes desaparecidos en tiempos del dictador Augusto Pinochet, son muy pocos los que exigen esclarecimiento de los casos, justicia y castigo por los niños desaparecidos, mientras sus padres quedan ahogados por la desesperación y la impotencia. La desaparición de niños es un tema tabú, no hay que tocarlo, “de eso no se habla”. Esa parece ser la única medida dispuesta, como se dijo antes, por autoridades de gobierno, justicia y medios de comunicación ante la eventual aparición de un caso, y si éste llegara a trascender el escándalo será tapado muy pronto, los acusadores pasarán a ser los acusados y, de ser “necesario”, pronto comenzarán a morir testigos e investigadores. A una familia chilena le desaparecieron cinco menores como por encanto. El tema jamás salió en las noticias, mientras las madres y padres de la zona donde ocurrió el hecho vivieron largo tiempo aterrorizados ocultando a sus hijos para que no fueran “el siguiente”. Y todo quedó allí.



Como se recordará, el nazi Paul Schäeffer, que lideraba una secta de esclavos sexuales alemanes que incluía niños, tenía un extenso campo de concentración en el sur chileno, un verdadero estado dentro de otro estado, y cuando las autoridades por fin se decidieron a investigarlo, Schäeffer se refugió en Argentina, donde finalmente fue capturado y extraditado. Sin embargo, se pudo saber que continúa utilizando desde la cárcel, como lo hacía antes en libertad, la miseria sexual humana para protegerse e influir sobre las autoridades, tal como lo vino haciendo durante más de cincuenta años. La pregunta aquí es: ¿cuántos hombres importantes de la “élite” chilena aparecen en los 180 videos capturados?; ¿se conocerán alguna vez sus nombres?. La respuesta aún no existe y será muy difícil que llegue a ver la luz.



En mayo de este año 2005, Scotland Yard reveló en Londres que fue incapaz de rastrear a 298 de los 300 niños de raza negra, de entre cuatro y siete años de edad, que fueron denunciados como desaparecidos desde sus escuelas en un período de sólo tres meses. Esta cantidad surgió a partir de la investigación por asesinato originada en el descubrimiento del torso de un niño en el río Támesis, cuya identidad no fue establecida pero cuyo origen se remontó a Nigeria. Se cree que este niño murió en un sacrificio ritual. La Policía británica teme que el número real de niñas y niños desaparecidos alcance a varios miles cada año.



La periodista africana Yinka Sunmonu, una experta en este problema, dijo al programa BBC Today: “Los niños se están traficando. Existe la esclavitud doméstica, el abuso físico, el abuso sexual. Los niños están un día aquí y al día siguiente... se han ido”.



Una bestia suelta en Bélgica



Para la gran mayoría de habitantes del continente americano, el nombre de Marc Dutroux no significa mucho, pero al dejar caer ese nombre en Bélgica se pueden rescatar algunas reacciones muy viscerales. Dutroux y su esposa fueron declarados culpables, en 1989, de abuso violento y violación de cinco muchachas –la más joven de sólo once años- y acusados de ser sujetos claves en una red internacional de prostitución y pornografía infantil que practicaba secuestro, violación, tortura sádica y asesinato. En aquel año, Dutroux fue sentenciado a trece años de cárcel por sus crímenes –de por sí una pena bastante benigna para ese tipo de delitos- pero fue dejado en libertad después de cumplir sólo tres años de esa condena. Esto sucedió a pesar de que el gobernador de la prisión, Yvan Stuaert, declarara ante una comisión parlamentaria: “Un informe médico lo describió como un psicópata perverso, una mezcla explosiva. El es un peligro evidente para la sociedad”. El hombre que dispuso la liberación de Dutroux, el ministro de Justicia Melchior Wathelet, fue “premiado” poco después con una prestigiosa designación para desempeñarse como juez en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Algo que da para pensar: ¿el magistrado y los que avalaron la liberación de Dutroux se contarían entre sus “clientes”?. Veremos eso más adelante.



Después de la liberación de este animal (con perdón de los animales), comenzaron a desaparecer niñas jóvenes en las cercanías de una de sus casas. Aunque desempleado y recibiendo ayuda social del Estado, Dutroux era dueño de al menos seis casas y vivía de forma fastuosa. Sus lucrativos ingresos parecen haber provenido del comercio de esclavitud sexual, prostitución y pornografía infantil. Muchas de esas casas no tenían ocupantes, aunque de hecho algunas de ellas fueron utilizadas como centros de encarcelamiento donde se mantenía a las niñas secuestradas encerradas en calabozos subterráneos. Estas casas de Dutroux fueron usadas de esta forma por varios años después de su rápida liberación, con creciente acumulación de evidencias que indicaban esos hechos para la policía. No obstante, las autoridades no actuaron o lo hicieron de una forma que implicaba una total incompetencia (según la mayoría de los informes de la prensa), o con complicidad policial (según todo tipo de lógica). Los funcionarios oficiales parecen haber ignorado rutinariamente todos los avisos que después demostrarían ser verídicos, incluso un informe de la propia madre de Ducroux señalando que su hijo tenía muchachas prisioneras en una de sus casas. Más aún, la policía llegó a investigar una de las casas al menos en tres oportunidades distintas. En dos de esas ocasiones, se encontraban allí dos de las niñas desaparecidas, en pésimas condiciones y encerradas en un calabozo construido por encargo en el sótano. Pese a ello, informa el diario británico “The Guardian”, los investigadores dijeron que la búsqueda no había arrojado resultados, aún cuando reconocieron que en una ocasión les había parecido escuchar “voces de niños”.



Fue recién el 13 de agosto de 1996, cuatro años después de que comenzaran las desapariciones, que las autoridades arrestaron a Ducroux junto con su esposa –profesora de educación básica-, un huésped, un policía y un hombre a quien “The Guardian” describió como “un socio con conexiones políticas”, después identificado como Jean Michel Nihoul, hombre de negocios de Bruselas y dueño de una sala de fiestas. En tanto uno de los apresados, Michel Lelievre, descripto en un reportaje de la BBC de mayo del 2002 como “un drogadicto y ladrón menor”, les reveló a los interrogadores que al menos algunas de las niñas raptadas por la red fueron “secuestradas a pedido, para alguien más”. Dos días después de los arrestos, la policía registró nuevamente la casa de Dutroux y descubrió la mazmorra a prueba de sonidos. Tal como había informado la CNN tres años antes, “la policía ignoró los avisos entregados por un informante que dijo que Dutroux estaba construyendo sótanos secretos para mantener a las muchachas antes de venderlas en el extranjero”. Al momento de la búsqueda final, se encontraron dos muchachas de catorce años encarceladas en el calabozo, encadenadas y casi muriendo de inanición, que describieron a la policía cómo habían sido usadas como prostitutas infantiles y en la producción de videos pornográficos. Más de 300 de esos videos fueron incautados por la policía.



El 17 de agosto de 1996 la historia se puso más sucia aún cuando se hicieron excavaciones en otra de las casas de Dutroux y se hallaron los cuerpos de dos niñas de ocho años de edad. Más tarde se conocería que ambas habían sido mantenidas en uno de los calabozos durante nueve meses después de ser raptadas, tiempo durante el cual fueron repetidamente torturadas y asaltadas sexualmente, todo prolijamente filmado en videos. Luego las niñas fueron dejadas allí para que murieran de hambre, lentamente. Junto a sus pequeños cuerpos se halló también el de Bernard Weinstein, un ex­- cómplice de Dutroux que había ocupado una de las casas durante varios años. Weisntein había sido enterrado vivo. Pocas semanas después se hallaron dos niñas más enterradas bajo el cemento de otra de las propiedades de Dutroux. A esta altura, ya con diez personas arrestadas y mientras crecía el número de cuerpos de niñas hallados, el furor de los ciudadanos belgas fue aumentando. Exigían saber por qué este hombre, apodado “la bestia belga”, había sido liberado después de una condena tan corta, y también por qué si las evidencias habían ido aumentando y las niñas habían continuado desapareciendo la policía había elegido no hacer nada. ¿Cuántas muchachas habían sido asesinadas debido a esa inacción?, se preguntaron.



Para agregar más leña al fuego, el diario estadounidense “Los Angeles Times” reveló las denuncias de una respetada activista por los derechos de los niños, Marie-France Botté, en el sentido de que “el ministro de Justicia está en una lista políticamente sensible de clientes de videos de pedofilia”. En tanto Michel Bourlet, fiscal-jefe acusador en el caso de pedofilia, había declarado públicamente que la investigación sólo podía continuarse completamente “sin la interferencia política”.



Mientras más arrestos se realizaban, iba creciendo el conocimiento sobre las atrocidades cometidas a la par de las evidencias de la complicidad de personeros de alto nivel del gobierno y de la policía. Uno de los cómplices de Dutroux, el ya citado hombre de negocios Jean Michel Nihoul, confesó haber organizado una “orgía” en un castillo belga a la que habían asistido funcionarios gubernamentales, un ex Comisionado Europeo y varias autoridades policiales. Con bastante precisión, un senador belga hizo notar que tales fiestas eran “parte de un sistema que opera hasta el día de hoy y es usado para chantajear a las personas ubicadas en altos niveles que toman parte de ellas”. Según la BBC, Nihoul declaró descaradamente, como jactándose: “Yo soy el monstruo de Bélgica”, afirmado que no teme la persecución del Estado porque él está más allá del alcance de la ley ya que tiene información que, si llega a hacerla pública, “derrumbaría al gobierno y al Estado completo”.



Los arrestos continuaron, y en ellos se vieron involucrados varios oficiales y jefes policiales que por lo menos habían encubierto el accionar de las bestias. Hasta que apareció una joven, Regina Louf, que fue la primera de once testigos en declarar ante la policía como una de las que había sido victimizada por la red, que incluía a sus padres y su abuela, desde que era niña. Regina describió sus horrores en detalle a los funcionarios, incluso proporcionándoles nombres entre los que figuraban “jueces de alto nivel”, uno de los políticos más poderosos del país, ya fallecido, y “un banquero muy influyente”. Según la joven, todo era un gran negocio en el que había mucho dinero involucrado y muchos de sus victimarios eran filmados secretamente con el propósito de chantajearlos. Además identificó a Jean Michel Nihoul como el organizador de las “fiestas”, que no involucraban sólo sexo sino también “sadismo, tortura y asesinato”. También describió a las víctimas asesinadas con detalles y cómo y dónde murieron. No obstante todo lo aportado por Regina, según un informe de la BBC “la reputación de Regina Louf hoy en día en Bélgica está destruida. La fiscal general Anne Thilly la declaró totalmente loca a pesar de los numerosos informes de psicólogos independientes que decían lo contrario. De acuerdo con los nuevos magistrados a cargo del caso, su testimonio ha sido declarado sin valor y no será presentado en ningún proceso contra Dutroux o sus socios”.



Poco después, de un estudio de opinión del diario “Le Soir”, de Bruselas, surgió que sólo uno de cada cinco belgas tenía confianza en el gobierno y en el sistema de justicia criminal de la nación, y como afirmó el diario “Los Angeles Times” en enero de 1998, “la convicción permanece obstinadamente extendida a los integrantes del tejido superior –ministros del gobierno, miembros de la Iglesia católica, la corte del rey Alberto II- de que pertenecían a redes de sexo infantil o las protegían”. La prolongada desconfianza de los ciudadanos belgas continuó sin ser aliviada en cuanto las autoridades imputadas no sufrieron finalmente sanción alguna, mientras adicionalmente se supo que al menos diez niños desaparecidos, que se sospecha cayeron presa de Dutroux, jamás han sido encontrados.



Conclusiones sin conclusiones



Para ir finalizando con lo que, dado el cúmulo de material reunido, podría llegar a superar una simple nota para transformarse en un libro, dejaremos como “ejemplo” de las aberraciones que se cometen contra niños en todo el mundo -amparadas y encubiertas desde los estratos más altos ya sea a nivel gubernamental, policial, judicial y hasta periodístico- este caso de “la bestia belga”. Si este caso constituye toda una aberración, no lo es menos el nivel de corrupción y depravación del “establishmnet” político y policial de Bélgica. Pero más perturbador aún es el hecho de que éste no es un tema aislado.



A fines de 1999 Letonia fue estremecida por un escándalo de prostitución y pornografía infantil que alcanzó a la misma cima del poder político, cuando la policía destapó una masiva operación que involucraba a más de 2000 niños severamente abusados.



En noviembre del 2002, el diario “The Guardian” informó que muchas personas de la “élite” de Portugal estaban ligadas a una red de pedofilia. El escándalo estalló cuando, entre otras cosas, se supo que por más de 20 años políticos, diplomáticos y personalidades de los medios de comunicación venían abusando de niños y jóvenes en la Casa de Huérfanos “Pía”, en Lisboa, muchos de ellos sordomudos, con el agregado de que el ex presidente Antonio Ramalho Eanes, el ex ministro del Exterior Jaime García y funcionarios policiales conocían el continuado abuso. Una organización portuguesa denominada “Inocencia en Peligro” ha venido trabajando durante años para publicar el problema del abuso infantil y los secuestros de niños en el país, pero se ha visto impotente para penetrar lo que describe como “una oscuridad total de los medios de comunicación”.



También surgieron casos de pedofilia y asesinatos de niños en Escocia, Rusia e Italia. En este último país la policía investigó a 1700 personas y obtuvo imágenes comercializadas por las redes de delincuentes y pervertidos. Estas imágenes estaban divididas en varias categorías, y las más repugnantes eran aquellas en que se violaba y torturaba a niños hasta la muerte. Casos similares surgieron en Gran Bretaña y Holanda, algunos de ellos relacionados por la comercialización e intercambio de “snuff films” altamente cotizados, donde se podían hallar imágenes que superan el morbo más exagerado.



La BBC publicó en 1996 el informe de un caso que fue ignorado por la prensa en idioma inglés, en el cual señalaba que “la policía mexicana desbarató una red internacional de pornografía infantil con base en un ‘resort’ de Acapulco que tenía al menos 4000 clientes en los Estados Unidos. Un enviado de la ONU que investiga el caso dijo que la pornografía infantil involucra a veces a bebés de menos de un mes de edad”.



En 1998 fue investigada una red descripta por la BBC como “la más grande y siniestra”, llamada “Wonderland” (País de las Maravillas), con sedes en Estados Unidos y Gran Bretaña. Según el diario “San José Mercury News”, “la policía operó allanamientos coordinados en 22 estados y 13 países extranjeros, apuntando a destruir una red de pornografía infantil que intercambiaba a través de Internet imágenes sexualmente explícitas de niños desde un año y medio de edad”. El diario agregaba que solo se trataba de la punta del iceberg, ya que “la red se extiende en realidad a 47 países”. El caso fue descrito por un oficial británico como “revuelve-estómago”, ya que, como informó el diario “The Times”, “se cree que los miembros del ‘Club Wonderland’ han usado a sus propios hijos para las fotos. En otros casos los padres pueden haber recibido dinero para permitir que se use a sus hijos”. Por su parte “The Guardian” señaló que sobre 1.250 niños exhibidos en las fotografías y videos “muchos sufrieron espantosas lesiones y se los vio llorando inconsolablemente mientras estaban siendo violados sexualmente”.



Y llegamos a nuestro país, la Argentina. Un país donde tal vez no se conozcan tantos casos de abuso sexual de niños y jóvenes como en el resto del planeta, pero ello no significa que no existan. En su momento mucho se habló del tema del padre Julio César Grassi, titular de la Fundación “Felices los Niños” por él creada. Al margen de cómo obtuvo el padre Grassi los dineros con que edificó su Fundación y cómo mantenerla, importa lo que él hacía con los niños y muchachitos alojados en la entidad, algo que cobró pública notoriedad hace tres años gracias a la investigación de un medio televisivo y que, repentinamente, parece haber caído en una nebulosa. Resultan llamativas tanto la demora en sustanciarse el juicio oral y público al sacerdote, anunciado hace tiempo, como la misteriosa desaparición del mismo de los medios y el conocimiento de su actividad actual. Sin embargo, pudo saberse que Grassi, que tiene prohibido su ingreso a la Fundación, en realidad se está alojando en una casa-quinta ubicada justo enfrente de la misma –como indica el periódico digital “Tribuna de Periodistas”- y, por si fuera poco, que por las noches ingresa al refugio de “sus chicos” con la complicidad de personas que colaboran con él desde el comienzo y que aún se desempeñan en el lugar.



Por otra parte, según informó el diario “Clarín”, a comienzos de diciembre de este año 2005 fueron detenidos en la ciudad de Villa María, en la provincia de Córdoba, dos hombres acusados de haber abusado de al menos diez menores. Las víctimas eran ocho niñas y dos varones de entre cinco y catorce años de edad, todos de humilde condición socioeconómica, quienes eran obligados a mantener relaciones sexuales con sus captores y eran fotografiados desnudos.



Y así se puede continuar casi indefinidamente. No sólo Estados Unidos, con su poder económico, es uno de los grandes consumidores de pornografía infantil e “importador” de niños-víctimas. La podredumbre de este delito aberrante se extiende a todo el mundo, y en todo el mundo cuenta con un campo fértil para actuar y reproducirse gracias a las complicidades que lo sostienen, encarnadas por los más altos niveles gubernamentales y todo el entorno que continúa y que ya se mencionó suficientemente.



¿Qué podemos hacer para combatir a las “bestias” que no sólo moran en territorio belga?. Son muy pocas las armas con que contamos y muchos y muy poderosos los enemigos a enfrentar. Quizás por el momento sólo podamos luchar reclamando, hablando, gritando, escribiendo, difundiendo, hasta poder al menos ganar una posición –como en las grandes guerras se peleaba por una colina- desde la cual poder seguir avanzando hacia posiciones nuevas.



Esta es una guerra válida para pelear.



El desafío está plantado.



Algunos conceptos para tener en cuenta



“Desde el cómodo asiento de nuestras vidas, nunca podríamos haber imaginado que miles de adultos de bien integraran e incluso rindieran culto al sentir placer viendo niños torturados y asesinados” (de un editorial en primera página del “Corriere Della Sera”, de Italia, septiembre del 2000).



“Detectives británicos están intentando cerrar un sitio web que muestra fotografías de un hombre comiéndose a un bebé desmembrado... El sitio web, con base en California, ha sido relacionado con abuso ritual de niños. Un segundo sitio web que muestra escenas similares de abusos sádicos y de rituales ha sido exitosamente cerrado”. (“The Independent”, Gran Bretaña, febrero del 2001).



“Varios fiscales, policías y testigos cruciales han cometido suicidio. Importante evidencia también ha desaparecido. Así, quizás Dutroux está siendo protegido desde lo alto. ¿Qué otra explicación puede haber para tal deshonrosa cadena de eventos?”. (Andrew Osborn en “The Guardian”, Gran Bretaña, enero del 2002).



“El caso de secuestro y asesinato contra el infame pedófilo de Bélgica, Marc Dutroux, permanece sin resolver. El no ha sido llevado a juicio por estos horribles crímenes. Pareciera haberse trazado una cortina de acero sobre los hechos desde los más altos niveles y nadie está preparado para exponer a aquellos involucrados en este obvio encubrimiento... Lejos de investigarse, las pistas que llevaban a una red parecen haber sido bloqueadas o enterradas”. (Olenka Frenkiel para la BBC, mayo del 2002).



“El predominio de la pornografía infantil ha aumentado dramáticamente con el crecimiento de Internet. Existen aproximadamente 100.000 sitios Web a nivel mundial asociados con pornografía infantil”

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