miércoles, 12 de junio de 2013

NAZISMO ESOTERICO EL LIBRO DE LA NADA...

Enlace Programado por Gabriel Alberto Restrepo Sotelo es LINTERNA ROJA EN Google, Yahoo y Facebook .-.
Comentario del Director:

Comparto apartes de el " GRAN CAMINO " suministrado por: NAZISMO ESOTERICO... EL LIBRO DE LA NADA..., agradeciendo tan valioso aporte, que despeja por si solo, muchas dudas, incognitas y decires sin razón...Gracias .-.

1. EL GRAN CAMINO. 
VAMOS A ENTRAR EN EL MARAVILLOSO MUNDO de la no-mente de un maestro zen. Sosan es el tercer 
patriarca zen. No se sabe mucho sobre él; así es como debe ser, porque la historia sólo registra la violencia. 
No registra el silencio; no puede. Lo único que registra son los conflictos. Siempre que alguien se queda 
realmente en silencio desaparece de todos los archivos, ya no forma parte de nuestra locura. Así es como 
debería ser. 
Sosan fue durante toda su vida un monje errante. Nunca se quedó en ningún sitio; siempre de paso, yendo, 
moviéndose. Era un río; no era un estanque, no era estático. Era un constante movimiento. Eso es lo que Buda 
quiere decir al llamar errantes a sus monjes: no que sólo deberían vivir sin hogar en el mundo exterior, sino 
también en el interior, porque siempre que construyes un hogar, te aferras a él. Así, ellos debían permanecer 
sin echar raíces; no había más hogar para ellos que el Universo entero. 
Incluso una vez que su iluminación fue un hecho reconocido, Sosan continuó en su antiguo estilo de vida de 
vagar mendicante. Y nada en él era especial. Era un hombre ordinario, un hombre del Tao. Una cosa quisiera 
decir, y tenéis que recordarla: el zen es un cruce de razas. Y al igual que de un injerto salen flores más 
hermosas y de un cruce de razas nacen niños más hermosos, lo mismo ocurrió con el zen. El zen es un cruce 
entre el pensamiento de Buda y el de Lao Tse. Es un gran encuentro, el mayor que jamás haya tenido lugar. 
Por eso el zen es más hermoso que el pensamiento de Buda o que el de Lao Tse. Es un raro florecimiento de 
las más altas cumbres y del encuentro de esas cumbres. El zen no es ni budista ni taoísta, pero contiene a 
ambos. La India es un poco demasiado seria acerca de la religión; un pasado largo, un enorme peso sobre la 
mente de la India, han hecho que la religión se haya vuelto seria. Lao Tse siempre hizo el ridículo; a Lao Tse se 
le conoce como «el viejo chiflado». No es serio en absoluto; de hecho no puedes encontrar a un hombre menos 
serio que él. El pensamiento de Buda y el de Lao Tse se encontraron, la India y China se encontraron, y de ahí 
nació el zen. Y Sosan estaba ahí justo al comienzo, junto a la fuente original, cuando el zen salía del útero. Él 
lleva consigo lo fundamental. 
Su biografía no tiene ninguna importancia, porque siempre que un hombre se ilumina carece de biografía. 
Deja de identificarse a la forma, así que su nacimiento o su muerte son hechos irrelevantes. Por eso en Oriente 
nunca le hemos dado importancia a las biografías o a los hechos históricos. Aquí nunca ha existido esa 
obsesión. Esa obsesión ha llegado ahora de Occidente; entonces la gente se ha ido interesando más por cosas 
irrelevantes. ¿Qué más da que un «Sosan» haya nacido un año u otro? ¿Qué importancia tiene cuándo 
muera? 
Sosan es lo importante, no su llegada o su salida de este mundo o de este cuerpo. Las llegadas y las salidas 
son del todo irrelevantes. Lo único importante está en el ser. Y estas son las únicas palabras que Sosan 
pronunció. Recuerda, no son palabras, porque proceden de una mente que ha transcendido las palabras. No 
son especulaciones, son auténticas experiencias. Todo lo que dice, lo sabe. 
Él no es un hombre con conocimientos, es un sabio. Ha penetrado en el misterio, y todo lo que trae consigo 
tiene un enorme significado. Puede transformarte completamente, total mente. Si le escuchas, el mero hecho 
de hacerlo puede transformarte, porque todo lo que dice es oro puro. 
Pero aún así es difícil debido a la distancia entre tú y él: tú eres una mente y él es una no-mente. Aunque él 
use palabras, está diciendo algo en silencio; y tú, aunque te quedes callado, sigues charlando por dentro. 
Ocurrió una vez... 
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1. EL GRAN CAMINO. 
VAMOS A ENTRAR EN EL MARAVILLOSO MUNDO de la no-mente de un maestro zen. Sosan es el tercer 
patriarca zen. No se sabe mucho sobre él; así es como debe ser, porque la historia sólo registra la violencia. 
No registra el silencio; no puede. Lo único que registra son los conflictos. Siempre que alguien se queda 
realmente en silencio desaparece de todos los archivos, ya no forma parte de nuestra locura. Así es como 
debería ser. 
Sosan fue durante toda su vida un monje errante. Nunca se quedó en ningún sitio; siempre de paso, yendo, 
moviéndose. Era un río; no era un estanque, no era estático. Era un constante movimiento. Eso es lo que Buda 
quiere decir al llamar errantes a sus monjes: no que sólo deberían vivir sin hogar en el mundo exterior, sino 
también en el interior, porque siempre que construyes un hogar, te aferras a él. Así, ellos debían permanecer 
sin echar raíces; no había más hogar para ellos que el Universo entero. 
Incluso una vez que su iluminación fue un hecho reconocido, Sosan continuó en su antiguo estilo de vida de 
vagar mendicante. Y nada en él era especial. Era un hombre ordinario, un hombre del Tao. Una cosa quisiera 
decir, y tenéis que recordarla: el zen es un cruce de razas. Y al igual que de un injerto salen flores más 
hermosas y de un cruce de razas nacen niños más hermosos, lo mismo ocurrió con el zen. El zen es un cruce 
entre el pensamiento de Buda y el de Lao Tse. Es un gran encuentro, el mayor que jamás haya tenido lugar. 
Por eso el zen es más hermoso que el pensamiento de Buda o que el de Lao Tse. Es un raro florecimiento de 
las más altas cumbres y del encuentro de esas cumbres. El zen no es ni budista ni taoísta, pero contiene a 
ambos. La India es un poco demasiado seria acerca de la religión; un pasado largo, un enorme peso sobre la 
mente de la India, han hecho que la religión se haya vuelto seria. Lao Tse siempre hizo el ridículo; a Lao Tse se 
le conoce como «el viejo chiflado». No es serio en absoluto; de hecho no puedes encontrar a un hombre menos 
serio que él. El pensamiento de Buda y el de Lao Tse se encontraron, la India y China se encontraron, y de ahí 
nació el zen. Y Sosan estaba ahí justo al comienzo, junto a la fuente original, cuando el zen salía del útero. Él 
lleva consigo lo fundamental. 
Su biografía no tiene ninguna importancia, porque siempre que un hombre se ilumina carece de biografía. 
Deja de identificarse a la forma, así que su nacimiento o su muerte son hechos irrelevantes. Por eso en Oriente 
nunca le hemos dado importancia a las biografías o a los hechos históricos. Aquí nunca ha existido esa 
obsesión. Esa obsesión ha llegado ahora de Occidente; entonces la gente se ha ido interesando más por cosas 
irrelevantes. ¿Qué más da que un «Sosan» haya nacido un año u otro? ¿Qué importancia tiene cuándo 
muera? 
Sosan es lo importante, no su llegada o su salida de este mundo o de este cuerpo. Las llegadas y las salidas 
son del todo irrelevantes. Lo único importante está en el ser. Y estas son las únicas palabras que Sosan 
pronunció. Recuerda, no son palabras, porque proceden de una mente que ha transcendido las palabras. No 
son especulaciones, son auténticas experiencias. Todo lo que dice, lo sabe. 
Él no es un hombre con conocimientos, es un sabio. Ha penetrado en el misterio, y todo lo que trae consigo 
tiene un enorme significado. Puede transformarte completamente, total mente. Si le escuchas, el mero hecho 
de hacerlo puede transformarte, porque todo lo que dice es oro puro. 
Pero aún así es difícil debido a la distancia entre tú y él: tú eres una mente y él es una no-mente. Aunque él 
use palabras, está diciendo algo en silencio; y tú, aunque te quedes callado, sigues charlando por dentro. 
Ocurrió una vez... 
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Se abrió un proceso contra Mulla Nasrudin. El fiscal no podía probar gran cosa. Se le acusaba de poligamia, 
de tener muchas esposas. Todo el mundo lo sabía, pero nadie podía probarlo. El abogado le dijo a Nasrudin: 
«Quédate callado, eso es todo. Si dices una sola palabra te van a coger. Así que estate callado y yo me 
ocuparé de todo». 
Mulla Nasrudin permaneció en silencio; hirviendo por dentro, desazonado, y a pesar de haber querido 
interrumpir muchas veces, se las arregló para, de alguna manera, controlarse a sí mismo. Por fuera parecía un 
buda, pero por dentro estaba como un loco furioso. No se pudo encontrar nada contra él. Aun sabiendo que 
este hombre tenía muchas mujeres en el pueblo, ¿qué podía hacer, el juez sin ninguna prueba? Así que tuvo 
que concederle la libertad. 
Le dijo: «Mulla Nasrudin, eres libre. Puedes irte a casa». Mulla Nasrudin se quedó perplejo y dijo: «¡Qué!; ¿a 
qué casa, señoría?». Tenía muchas casas porque tenía muchas esposas en el pueblo. 
Una sola palabra tuya mostrará la mente que hay dentro; una sola palabra y todo tu ser quedará expuesto. Ni 
siquiera se necesita una palabra; tan sólo un gesto y aparecerá tu mente parlanchina. Aunque estés en 
silencio, tu silencio no reflejará otra cosa que el mono parlanchín que llevas dentro. 
Cuando Sosan habla, lo hace en un plano totalmente diferente. A él no le interesa hablar, no tiene ningún 
interés en influir en nadie; no trata de convencerte de ninguna teoría, de ninguna filosofía o «...ismo». No, 
cuando habla su silencio florece. Cuando habla, habla de lo que ha llegado a saber y le gustaría compartir 
contigo. No es para convencerte, recuérdalo; sino tan sólo para compartirlo. Y si puedes lograr entender una 
sola palabra suya, sentirás un tremendo silencio liberándose en ti. 
Sólo oyendo aquí... Vamos a estar hablando sobre Sosan y sus palabras. Si escuchas atentamente, de 
repente sentirás que en tu interior se libera un silencio. Estas palabras son atómicas, están llenas de energía. 
Siempre que una persona que se ha realizado dice algo, su palabra es una semilla y durante miles de años 
permanecerá como tal y buscará un corazón. 
Si estás listo, listo para ser su terreno, entonces estas palabras, estas tremendamente poderosas palabras 
de Sosan, estarán todavía vivas. Son semillas; entrarán en tu corazón si tú lo permites, y a través de ellas te 
convertirás en un ser totalmente diferente. No las escuches desde la mente, porque su significado no pertenece 
a la mente; la mente es absolutamente incapaz de entenderlas. No proceden de la mente y no pueden ser 
entendidas por la mente. Proceden de una no-mente. Sólo pueden ser entendidas desde un estado de nomente. 
Así que aquí, mientras escuches, no trates de interpretar. No escuches las palabras, sino los espacios entre 
líneas; no lo que dicen sino lo que quieren decir; su significado. Deja que este significado te envuelva como un 
perfume. Te penetrará silenciosamente; te preñará. Pero no interpretes. No digas: «Significa esto o aquello», 
porque eso será tu interpretación. 
Una vez ocurrió que... 
Mulla Nasrudin volvía, completamente borracho, al amanecer. Y al pasar por el cementerio se fijó en un 
cartel, en el que estaba escrito con letras grandes: TOQUE LA CAMPANA PARA LLAMAR AL VIGILANTE; y 
eso es exactamente lo que hizo. 
Al ser tan temprano, el vigilante se molestó. Salió tambaleándose y enfadado; y cuando vio a Nasrudin, 
absolutamente borracho, se enfadó más aún. 
Le preguntó: «¿Pero por qué? ¿Por qué has tocado la campana? ¿Para qué me has despertado? ¿Qué 
pasa? ¿Qué quieres?». Nasrudin le miró un momento en silencio, luego se volvió hacia el cartel y le dijo: «Pues 
a mí me gustaría saber: ¿por qué me piden a mí que llame al vigilante?». 
El cartel decía: TOQUE LA CAMPANA PARA LLAMAR AL VIGILANTE. Ahora bien, cómo lo interpretes, 
depende de ti. 
No interpretes; escucha. Mientras interpretas no puedes escuchar, porque la consciencia no puede hacer dos 
cosas opuestas simultáneamente. Si empiezas a pensar, dejas de escuchar. Escucha como escuchas la 
música; con una forma de escuchar diferente, sin interpretar. No hay significados en los sonidos. Esto también 
es música. Sosan es un músico no un filósofo. Sosan no está diciendo palabras, está diciendo algo más, más 
que palabras. Sus palabras tienen un significado pero no significan nada. Son más bien como sonidos 
musicales. Ve y siéntate cerca de una cascada. Escuchas, pero ¿interpretas lo que la cascada dice? No dice 
nada... y aún así dice. Dice mucho, mucho que no puede ser dicho. 
¿Qué haces cuando estás cerca de una cascada? La escuchas, te quedas quieto y en silencio, absorbes. 
Permites que la cascada vaya entrando cada vez más profundamente dentro de ti. Entonces todo se calma y 
se queda en silencio en tu interior. Te conviertes en un templo; lo desconocido entra a través de la cascada. 
¿Qué haces cuando escuchas los cantos de los pájaros, o el viento pasando a través de los árboles, o las 
hojas secas cuando el viento se las lleva? ¿Qué haces? Simplemente escuchas. 
Sosan no es un filósofo ni un teólogo ni un sacerdote. No quiere venderte ninguna idea, las ideas no le 
interesan. No está ahí para convencerte, simplemente florece. Es una cascada, una catarata, un viento 
soplando a través de los árboles, o tan sólo el canto de los pájaros; sin significado, pero con mucho sentido. 
Tienes que absorber este sentido, sólo entonces serás capaz de entender. Así que escucha pero no pienses. 
Entonces es posible que ocurran muchas cosas dentro de ti, porque quiero decirte que este hombre, Sosan, del 
que no se sabe casi nada, era un hombre de poder, un hombre que llegó a saber. Y cuando dice algo, trae algo 
de lo desconocido al mundo de lo conocido. Con él entra lo divino, un rayo de luz, en la oscuridad de tu mente.

Antes de que entremos en sus palabras recuerda su sentido, no lo que significan: la música, la melodía; no el 
significado literal; el sonido de su mente sin ningún sonido, su corazón, no su pensamiento. Tienes que 
escuchar a su ser, a la cascada. 
¿Cómo escuchar? Sólo quédate en silencio. No metas tu mente en ello. No empieces a pensar: «¿Qué está 
diciendo?». Sólo escucha, sin decidir esto o aquello, sin decir si tiene razón o no, si es verdad o no, si te 
convence o no. A él no le importa tu convicción, a ti tampoco tiene por qué importarte. Simplemente escucha y 
disfrútalo. Las personas como Sosan son para deleitarse; son un fenómeno natural. 
Una hermosa roca; ¿qué hacer con ella? Te deleitas en ella. La tocas, la recorres, sientes su musgo. ¿Qué 
haces con las nubes que se mueven en el cielo? Danzas sobre la tierra, las miras, o simplemente te tumbas y 
te quedas quieto; las miras y las dejas flotar. Te llenan. No solamente el cielo exterior; poco a poco, cuanto más 
en silencio te quedas, van llenando también tu cielo interior. De repente ya no estás ahí, sólo hay nubes 
moviéndose, adentro y afuera. La división desaparece, ya no hay ninguna delimitación. Te has convertido en 
cielo y el cielo se ha convertido en ti. 
Trata a Sosan como a un fenómeno natural. Él no es un hombre: es Dios, el Tao, un buda. 
Antes de que tratemos de entrar en su trascendencia, primero hay que entender algunas cosas. Te darán un 
empujón. 
LA MENTE ES UNA ENFERMEDAD. Esta es una verdad básica que Oriente ha descubierto. Occidente dice 
que la mente puede enfermarse, o puede sanarse. La psicología occidental depende de esto: que la mente 
puede estar sana o enferma. Pero Oriente dice que la mente como tal es la enfermedad, que no puede estar 
sana. Ninguna terapia psiquiátrica puede servir de ayuda; como mucho puede hacer que esté normalmente 
enferma. 
Así que en relación a la mente existen dos tipos de enfermedades: normalmente enferma (esto es, que tienes 
la misma enfermedad que otros a tu alrededor) o anormalmente enferma, que quiere decir que padeces algo 
único. Tu enfermedad no es algo ordinario; es excepcional. Tu enfermedad es algo individual, no colectivo; esta 
es la única diferencia. O normalmente enferma o anormalmente enferma, pero la mente no puede estar sana. 
¿Porqué? Oriente dice que la propia naturaleza de la mente es tal que siempre estará enferma. La palabra 
«salud» es hermosa, procede de la misma raíz que la palabra «totalidad». Salud, curación, totalidad, sagrado o 
santo…: todas estas palabras proceden de la misma raíz. 
La mente no puede estar sana porque nunca puede estar entera. La mente siempre está dividida; la división 
es su base. Si no puede estar íntegra ¿Cómo va a poder estar sana?, y si no puede estar sana ¿Cómo va ser 
sagrada? Todas las mentes son profanas. No existe cosa tal como una mente santa. Un hombre santo vive sin 
mente porque vive sin división. 
La mente es la enfermedad. ¿Cómo se llama esta enfermedad? Su nombre es Aristóteles, o si prefieres que 
que realmente parezca una enfermedad puedes llamarla «aristotelitis». Así suena totalmente como una 
enfermedad. ¿Por qué es Aristóteles la enfermedad? Porque dice: «O esto o lo otro. ¡Elige!». Y elegir es la 
función de la mente; la mente no puede existir sin elegir. 
Al elegir caes en la trampa, porque siempre que eliges lo haces en contra de algo. Si estás a favor de algo, 
tienes que estar en contra de algo; no puedes estar solamente a favor ni puedes estar totalmente en contra. 
Cuando el «a favor» entra, el «en contra» le sigue como una sombra. Cuando aparece el «en contra», el «a 
favor» aparece también; oculta o abiertamente. 
Cuando eliges, divides. Entonces dices: «Esto está bien, esto está mal». Y la vida es una unidad. La 
existencia no puede dividirse, la existencia es un profundo «unísono». Es unidad. Si dices: «esto es bonito y 
esto es feo», la mente ha entrado en escena, porque la vida es las dos cosas juntas. Lo bonito se vuelve feo, y 
lo feo se va haciendo bonito. No hay una línea divisoria; no se les puede poner en compartimentos separados. 
La vida va fluyendo de esto a aquello. 
El hombre tiene compartimentos fijos. La naturaleza de la mente es la fijación, y la fluidez es la naturaleza de 
la vida. Es por eso que la mente es obsesión; está siempre fija, es sólida. Y la vida no es tan sólida; es fluida, 
flexible, se mueve hacia lo opuesto. Algo está vivo en este momento y al siguiente está muerto. 
Alguien era joven en ese momento, y al siguiente se ha hecho viejo. Esos ojos, que eran tan hermosos, han 
desaparecido; ahora son sólo ruinas. Ese rostro era tan lozano..., y ahora no queda nada, ni siquiera un 
fantasma. Lo bonito se vuelve feo, la vida se convierte en muerte, y la muerte vuelve a nacer de nuevo. 
¿Qué vas a hacer con la vida? No puedes elegir. Si quieres estar con la vida, con la totalidad, tendrás que 
vivir sin elegir. 
La mente es una elección. Aristóteles hizo de ella la base de su lógica y de su filosofía. No puedes encontrar 
un hombre más distante de Sosan que Aristóteles, porque Sosan dice: «Ni esto ni aquello, no elijas». Sosan 
dice: «Vive sin elegir». Sosan dice: «¡No hagas distinciones!». Desde el momento en que haces una sola 
distinción, desde el momento en que la elección aparece, ya estás dividido, fragmentado; has enfermado, no 
estás entero. 
Recuerda, si le preguntas a un cristiano... Este realmente no sigue a Jesús, sino que básicamente sigue a 
Aristóteles. El cristianismo está basado más en Aristóteles que en Cristo. Jesús se parecía más a Sosan, pues 
dice: «¡No juzgues y no serás juzgado!»; dice: «No elijáis. No digáis: ¡Esto es bueno y esto es malo! Eso no os 
concierne. Dejad que la totalidad decida. No os convirtáis en jueces». Pero el cristianismo no está orientado 
hacia Jesús. Los fundadores del cristianismo fueron más aristotélicos que cristianos. 



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