Hago eco de la contundente y oportuna campaña promovida por la Casa de la Mujer y la Familia de Bogotá, a propósito de la agresión física de Hernán Darío Gómez a una mujer.
“Tarjeta a roja a la violencia contra la mujer” promueven estas activistas feministas como protesta ante la ofensa que significa, o debería significar, para cualquier mujer y para el país entero, un acto de violencia como el que él protagonizó y reconoció públicamente.
Coincido con la periodista holandesa Wies Ubags, residente en Colombia, quien se pronunció a propósito del hecho en su blog, que lo más doloroso de todo, además de los golpes, de la humillación y de las posibles secuelas que esto tendrá para la desconocida víctima, es que nadie se preocupa por ella. Hay gran preocupación por el victimario, hasta la Alta Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer de la Presidencia de la República dio a entender que el Bolillo Gómez podría ser la imagen de la próxima campaña de No violencia contra la mujer, lo cual sería un insulto a la dignidad de la mujer agredida y, en general, a la dignidad de todas las mujeres de este país.
En su carta pública el bolillo pide perdón: “Como ustedes saben, he sido siempre un defensor de la mujer, a quien admiro y respeto. Este acto me da vergüenza con mi madre, con mi esposa y con todas y cada una de las mujeres de mi familia y mi país”. A la única que no pide perdón es a la víctima. Esta carta muestra un tremendo cinismo y un acto público de indiferencia y maltrato contra su víctima. Pero el cinismo mayor lo he oído de la voz de connotados dirigentes deportivos, de la Senadora Liliana Rendón y de algunos periodistas: que se refieren a éste como un problema “de faldas” que deben resolver los dos implicados porque, además, “ella pudo haberlo provocado”.
Por su parte, la Federación de Fútbol está preocupada por el desempeño de la selección y está contemplando la posibilidad de no aceptarle la carta al técnico. Supongo, que los patrocinadores de la selección están preocupados por el dinero que podrían perder cualquiera sea la decisión. Al comienzo de la semana, manifestaron abiertamente su preocupación por la gravedad del hecho, pero a medida que fueron midiendo el pulso a la opinión pública, parece que no interferirán en la decisión de la Federación en la que la opinión a favor del señor Bolillo está 5 votos a 2, proporción que muestra el machismo de esa institución y que avergüenza desde todo punto de vista.
Sorprende que las opiniones estén tan divididas sobre si el Bolillo debía renunciar o no. Hubo mayor indignación cuando el futbolista Luis Moreno pateó a una lechuza durante un partido en Barranquilla. El estadio unánimemente pidió sanción para el jugador, lo llamaron ‘animal’, la autoridad ambiental le hizo firmar un compromiso y estuvo ad portas de pagar una multa o de ir a prisión hasta por 45 días por violar el código ambiental y los noticieros internacionales registraron el “fallecimiento del ave como consecuencia de la agresión del futbolista”.
No necesito conocer el rostro de la víctima del Bolillo y no me importa si quiere salir en público o no, por solidaridad de género y para que esto nunca se repita, hago un llamado a que ninguna mujer se haga presente en los estadios si el bolillo Gómez sigue dirigiendo la selección de fútbol de mayores y si, además no recibe una sanción ejemplar. Ninguna violencia contra la mujer es aceptable. Expreso mi indignación frente a un país que le da mayor importancia a un animal que a un ser humano e invito a repetir otra consigna de la campaña: “No más bolillo para las mujeres”.
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