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2013-12-09
Derechos humanos
Migrantes caribeños enfrentan grandes riesgos en rutas ilegales
Por Brian Wagner para Infosurhoy.com
MIAMI, EE.UU. – Una semana después del naufragio de un
sobrecargado velero en las Bahamas, un grupo de migrantes haitianos se
reorganizó el 3 de diciembre para cruzar el Mar Caribe.
Esta vez, el viaje fue a bordo de un avión fletado por las autoridades de las Bahamas para regresar a Haití.
El regreso representó un fracaso para los 110 haitianos que habían
sido detenidos intentando llegar ilegalmente a las Bahamas. Para varios
otros que desaparecieron cuando el barco naufragó, el viaje fue una
decisión fatal.
Las autoridades de las Bahamas dijeron que al menos 30 personas del barco fallecieron.
Los migrantes indocumentados se enfrentan a muchos peligros al
intentar cruzar fronteras internacionales, desde organizaciones
criminales a terreno hostil. A las autoridades policiales en todo el
Caribe les causa preocupación que los migrantes no estén conscientes
que las cambiantes condiciones climáticas y la naturaleza indomable
del mar son algunos de los mayores peligros que pueden enfrentar al
partir de sus países.
En los últimos meses, las autoridades estadounidenses han notado
un aumento del número de haitianos que salen de República Dominicana. Si
bien el viaje es relativamente corto, hay poca certidumbre de que será
seguro.
“La Isla Monito no tiene una costa [fácilmente accesible], así que
[los migrantes] se ven obligados a saltar al agua y escalar una pared
muy pendiente”, comentó Jeffrey Quiñones, portavoz de Aduanas y
Protección de Fronteras en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE.UU.
Quiñones afirmó que las autoridades encuentran ocasionalmente
cuerpos de migrantes que no pudieron llegar a la orilla, incluido un
cubano de unos 50 años encontrado recientemente cerca de Monito.
Incluso para los que llegan a tierra en otro país, el viaje por
mar cobra su precio. Además de la deshidratación y exposición al sol,
algunos sufren heridas e infecciones durante el trayecto.
Para los haitianos que llegaron a las Bahamas a finales de
noviembre, el viaje se convirtió en una pesadilla de una semana que dejó
a muchos con hematomas y golpes.
“Tienen un aspecto terrible cuando los ves por primera vez”,
declaró el pastor Antoine St. Louis, quien lidera la Asociación Haitiana
Unida en las Bahamas. “Algunos de ellos dicen que ojalá no hubieran
hecho el viaje”.
St. Louis, pastor en la Capilla Victoria en Nassau, Bahamas, culpa
a los tratantes de personas por organizar el viaje y vender a los
migrantes la ilusión de que hay empleos que los esperan al otro lado.
“Los capitanes de barco dan el mensaje erróneo de que las Bahamas
están abiertas y EE.UU. está abierto”, indicó St. Louis. “Pero no hay
trabajo”.
Líderes haitianos reconocen que las condiciones de vida en su país
de origen siguen siendo deficientes para muchos, a pesar de los altos
niveles de ayuda extranjera recibidos tras el terremoto de 2010.
“Es terrible para la gente vivir en condiciones tan desesperadas”,
precisó Tobias Metzner, gerente del programa para el contratráfico y
gestión de la migración de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) en Haití. “Para muchos, subir al barco es la
oportunidad posiblemente de sobrevivir, y quedarse es poco menos que una
condena de muerte”.
Metzner dijo que la OIM intenta promover rutas normales de
migración para los haitianos, en parte para establecerlos en países
donde pueden trabajar y enviar dinero a casa para continuar la
reconstrucción del país. Brasil ha sido especialmente activo en la
reubicación de haitianos desde 2010, agregó.
Sin embargo, Metzner señaló que uno de los principales obstáculos
para contrarrestar la trata de personas y la emigración ilegal en Haití
es ocuparse de la economía que ha emergido en torno al crimen.
“Hay personas que construyen los barcos, los capitanes que los
pilotan y los sacerdotes de vudú que organizan las ceremonias antes de
que salgan los barcos”, agregó Metzner. “Es una industria con su propia
dinámica”.
Un riesgo todavía mayor procede de las operaciones criminales que
organizan viajes de trata de personas en el Caribe y otros lugares. La
Unidad de Investigaciones de Seguridad Nacional del Servicio de
Inmigración y Aduanas de EE.UU. es la principal agencia a cargo de
combatir grupos de trata de personas.
“Es un problema grande, tanto a nivel humanitario como a nivel de
investigación”, señaló Gerard O’Neill, agente especial auxiliar a cargo
de Investigaciones de Seguridad Nacional en Miami. “Es un negocio muy
lucrativo y que continuará, y por eso una de nuestras prioridades es
infiltrarnos en esas empresas criminales”.
Otro problema para los migrantes es que están forzados a pagar a
los traficantes o acordar un préstamo, independientemente de si llegan a
su destino o no, indicó Quiñones.
Las autoridades de las Bahamas no han identificado a los
traficantes responsables del barco que encalló a finales de noviembre.
Sin embargo, supervivientes del viaje dijeron haber pagado hasta
US$3.000 para hacer el viaje de modo seguro.
St. Louis espera que su país se recupere pronto, con una mejor
organización del gobierno haitiano y la continua inversión de los
haitianos en el exterior. pero el gobierno debe encontrar modos de
alentar a sus ciudadanos a quedarse en el país, y los residentes también
deben cumplir sus responsabilidades, agregó.
“Queremos alentar a los haitianos a quedarse en casa y usar ese
dinero [que pagarían a los tratantes] para invertirlo en un negocio”,
comentó. “Eso les ayudaría, ayudaría a la comunidad y ayudaría al país”.