Segunda profecía Maya
Ésta anunció que todo el comportamiento de la humanidad cambiaría rápidamente a partir del eclipse de sol del 11 de agosto de 1999, y ese día vimos como un anillo de fuego se recortaba contra el cielo. Fue un eclipse sin precedentes en la historia, por la alineación en cruz cósmica con centro en la tierra, de casi todos los planetas del sistema solar. Éstos se posicionaron en los cuatro signos del zodíaco, que son los signos de los cuatro evangelistas, los cuatro custodios del trono que protagonizan el Apocalipsis de San Juan.
Además la sombra que proyecta la luna sobre la tierra atravesó Europa pasando por Kosovo, luego por Medio Oriente, por Irán e Irak, y posteriormente se dirigió a Pakistán e India, con su sombra parecía predecir un área de conflictos y guerras (lo cual ha venido sucediendo puntualmente) . Los Mayas sostenían que a partir de los eclipses los hombres perderían fácilmente el control de sus emociones, o bien afianzarían su paz interior y su tolerancia evitando los conflictos.
Desde entonces se vive una época de cambios que es la antesala de una nueva era. Antes del amanecer es cuando la noche se hace más oscura, el fin de los tiempos es una época de conflictos y grandes aprendizajes, de guerras, separación y locuras colectivas que generará, a su vez, un proceso de destrucción y evolución. La segunda profecía indica que la energía que se recibe desde el centro de la galaxia aumentará y acelerará la vibración en todo el universo, para conducirlo a una mayor perfección. Esto producirá cambios físicos en el sol y en la tierra, y cambios psicológicos en el hombre, alterando su comportamiento, su forma de pensar y sentir, se transformarán las relaciones y los modos de comunicación, los sistemas económicos, sociales, de orden y justicia, cambiarán las creencias religiosas y los valores aceptados, el hombre se enfrentará a sus miedos y angustias para resolverlos, y de ese modo podrá sincronizarse con los del planeta, y el universo.
La humanidad se concentrará en su lado negativo y podrá ver claramente qué cosa es la que está haciendo mal. Éste es le primer paso para cambiar la actitud y conseguir la unidad que permite la aparición de la conciencia colectiva. Se incrementarán los sucesos que nos separan pero también los que nos unen, la agresión, el odio, las familias en disolución, los enfrentamientos por ideologías, por religión, por modelos de moralidad o nacionalismo; simultáneamente más personas encontrarán paz, aprenderán a controlar sus emociones, habrá más respeto, serán más tolerantes y comprensivas y encontrarán la unidad. Surgirá el hombre con un altísimo nivel de energía interna, personas con sensibilidad y poderes intuitivos para la sanación, pero también aparecerán farsantes que solo pretenderán tener ganancias económicas a expensas de la desesperación ajena.
Al final del ciclo cada hombre será su propio juez, cuando el hombre entre al salón de los espejos para examinar todo lo que hizo en la vida. Será clasificado por las cualidades que haya desarrollado en la vida, su manera de actuar día tras día, su comportamiento con los demás, y su respeto por el planeta. Todos se ubicarán acordes a lo que sean. Los que conserven la armonía comprenderán lo que sucede como un proceso de evolución en el universo, en cambio habrá otros que por ambición, miedo y frustración culparán a los demás o a Dios por lo que sucederá. Se generarán situaciones de destrucción, muerte y sufrimiento, pero también se dará lugar a circunstancias de solidaridad y de respeto con los demás, de unidad con el planeta y el cosmos.
Esto implica que el cielo y el infierno se estarán manifestando al mismo tiempo, y que cada ser humano vivirá en el uno o en el otro, dependiendo de su propio comportamiento. El cielo, con la sabiduría para trascender voluntariamente a todo lo que sucede, o el infierno, con la ignorancia para aprender con sufrimiento. Dos fuerzas inseparables, una que comprende que en el universo todo evoluciona hacia la perfección, que todo cambia, otra envuelta en un plano material que solo alimenta el egoísmo.
En la época del cambio de los tiempos, todas las opciones estarán disponibles, prácticamente sin censura de ninguna clase, y los valores morales serán más laxos que nunca, para que cada cual se manifieste libremente como es. La segunda profecía afirma que si la mayoría de los seres humanos cambia su comportamiento, y se sincroniza con el planeta, se neutralizarán los cambios drásticos que describen las siguientes profecías; hay que ser concientes de que el hombre siempre decide su propio destino, especialmente en esta época. Las profecías son sólo advertencias para que tomemos conciencia de la necesidad de cambiar de rumbo para evitar que se hagan realidad.
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