"Arrancar y derribar".
El contenido de su mensaje se resume en la misión que le da Dios: "Arrancarás y derribarás, edificarás y plantarás".
Jeremías, con singular valentía, echa en cara a reyes y pueblo su infidelidad a Dios (Cap. 2) y un culto falso, exterior y vacío (Cap. 7).
"Edificar y plantar"
El aspecto positivo del mensaje del profeta, aparece con menos frecuencia que el otro de amenazas y castigos. Jeremías en la parte de su libro definida "el libro de la consolación" (Caps. 30 y 31) invita al pueblo a la esperanza y pinta un futuro de reconstrucción nacional, más religiosa que política, basada sobre una Alianza Nueva, interior, sellada en el corazón del hombre.
Es este el más importante mensaje Mesiánico de Jeremías (Cfr. Jer. 23, 5-6). El profeta tiene páginas hermosas de exhortaciones a la fidelidad (3, 14-25). Intercede y ora por su pueblo sufrido (14, 1-9) y por los exiliados (29, 4-14).
El amor de Dios
Jeremías es el cantor enamorado de su Dios: Un Dios personal, que dialoga con la persona y con el pueblo, que se comunica al corazón del hombre.
La imagen preferida por el profeta para indicar la relación de Dios con su pueblo es la del Noviazgo y del Amor Conyugal: Tiene tiernas páginas de diálogo con este Dios-Padre y novio (Je.r 2,2; 3,4; 31,3-4).
Basándose en esta intimidad, el pacto del Sinaí será suplantado por una ALIANZA NUEVA, ETERNA, INTERIOR, entre el hombre y su Dios (Jer. 31, 31-34; 32,40). ¡Es un claro mensaje que nos llama a la mente a Cristo Jesús y su alianza eterna en su entrega eucarística!.
Una religión y un culto interior, del Espíritu y del corazón
Jeremías se hace poeta cuando describe la religión del porvenir, pregonando una nueva amistad con Dios y el humilde retorno a Él. (Cap. 31 y 32). Condena con fuerza el culto exterior: La única circuncisión será la del corazón (4,4) y base de la religión será la humilde obediencia a los mandatos divinos (5,1).
La Oración
Jeremías, pregonero de la vida interior, es también hombre profundo de oración. Ora por la nación peligrante (Cap. 20), intercede por sí mismo (18, 19) y se lanza en un diálogo amoroso con Dios, dejándonos estupendas páginas de sus diálogos y de sus plegarias (Jer. 20, 7-13).
Páginas escogidas
A manera de síntesis, ponemos aquí las páginas más leídas y meditadas por el pueblo cristiano, dividiéndolas por temas:
La misión de Jeremías y su historia interior: Jer. 1, 4-19; Jer 12, 1-5; Jer. 15, 10-21; Jer. 17, 14-18; Jer. 18, 18-23; Jer. 20, 7-18.
En estos párrafos el profeta narra su historia interior con Dios. En esta historia es fácil reflejar nuestra propia historia interior, hecha de arranques de confianza, de luchas, de dudas, y hasta de gritos angustiosos.
La predicación del profeta: Jer. 2, 1-25; Jer. 3, 1-5; Jer. 7, 1-15;
Jer. 17, 5-13.La preocupación más honda del profeta es la denuncia del pecado a través de imágenes sugestivas como el yugo roto, la viña, etc. la llamada constante a la conversión y al amor de Dios no es sólo para el pueblo de Israel, sino para cada uno de nosotros: ¡A pesar de la distancia y el tiempo, nuestra situación es bien parecida a la del pueblo del profeta!
Acciones simbólicas y Visiones: Jer. 13, 1-14; Jer. 16, 1-8; Jer. 18, 1-12;
Jer. 24, 1-10; Jer. 27, 1-22.
Es una característica personal de Jeremías enseñar a través de acciones simbólicas; la estructura de estas acciones es siempre la misma: El mandato de Dios, ejecución del profeta, discurso que explica el significado de la acción simbólica.
Destacamos, entre todas, el estupendo párrafo del alfarero (18, 1-12) tan profundo para nuestra espiritualidad.El hombre y el profeta
El joven Jeremías nace hacia el año 650 a.C. en Anatot, a unos 6 Km. de Jerusalén; pertenece a la tribu de Benjamín, de una familia de sacerdotes (Jer. 1,11).
El profeta está apegado a sus orígenes campesinos. Sus observaciones revelan un contacto cotidiano con la vida del campo (Jer. 17, 11), medita y observa a gente y cosas. Esto nos hace pensar que Jeremías era de un temperamento meditativo, hombre sencillo y delicado, sensible al sufrimiento y profundamente sincero.
A este hombre, tímido y emotivo, aparentemente no apto para gestas valientes y para el sufrimiento. Dios le llama para "arrancar y derribar… edificar y plantar" (Jer. 1,10) en el torbellino político de su tiempo y en el rechazo continuo de su mensaje. Esto le provocará fuertes crisis vocacionales (Jer. 15, 15-21).
a). Durante el reinado de Josías (años 627-609 a.C.)
Jeremías lanza una llamada a la conversión al Reino del Norte (Jer. 2-6) y les dirige un mensaje de esperanza (Jer. 30-31).
b) Durante el reinado de Joaquín (609 - 598 a.C).
Jeremías ya está en Jerusalén y choca con la hostilidad del rey Joaquín. Hay dos episodios que marcan este período: El discurso contra el templo (Jer. 7, 1-15) que provocó la ira de los sacerdotes (Jer. 26, 1-19) y el episodio del rollo quemado por el rey (Jer. 36, 1-26).
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EL PROFETA JEREMIAS SIENDO INSTRUIDO EN SUEÑOS |
En estos años Jeremías denuncia con fuerza el olvido de Dios, el rechazo a los profetas (Caps. 5 y 6), el culto falso y la falsa seguridad en el poder y en el dinero (17, 5-5).
c) Durante el reinado de Sedecías (años 597-587 a.C.)
Jeremías vive en carne propia el rechazo y la derrota personal y de su país. Varias veces es encarcelado (Jer. 20; 32,2; 38,6.28), apaleado (20,2), amenazado de muerte (Jer. 38). El rey trata de protegerlo (37, 21-38) porque lo respeta y hasta escucha sus consejos (38,13).
d) Después de la caída de Jerusalén (586 - ¿)
Liberado y luego llevado con los deportados hasta Ramá, y de vuelta dejado en libertad (Cfr. Jer. 40, 1-6). Jeremías prefiere quedarse en su tierra, en Judea, para sostener y ayudar al nuevo gobernador: Godolías.
Pero su suerte no mejora: Godolías es asesinado, y el profeta es conducido casi a la fuerza hacia Egipto (Jer. 43, 6ss). A partir de entonces, Jeremías desaparece de la historia.
Su mensaje"Arrancar y derribar".
El contenido de su mensaje se resume en la misión que le da Dios: "Arrancarás y derribarás, edificarás y plantarás".
Jeremías, con singular valentía, echa en cara a reyes y pueblo su infidelidad a Dios (Cap. 2) y un culto falso, exterior y vacío (Cap. 7).
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