viernes, 24 de agosto de 2012

LA HISTORIA DE PEREIRA... EXMAGISTRADO HECTOR TABARES V.

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La historia de Pereira


Héctor Tabares V.
En el momento de estar prestos a darle rienda suelta a la alegría, motivados en un nuevo aniversario de la fundación de la villa, resulta afortunado o al menos un imperativo individual, volver sobre un pasado glorioso y recurrir a una evocación de perfil critico, analítico, no de manera  negativa y tendiente a tornar en añicos lo presente.

Ocurre, según lo expresa magistralmente Hermann Hess en el Misterio de la Patria, en una urbe donde la tecnología, el aumento acelerado de  bienes y males la transforma en metrópoli, uno extraña aquellas épocas propicias a la amistad, el colegaje, el compañerismo, cuando transitando sus calles estaba el saludo, el conocimiento de cada quien; la perfecta ubicación de los sitios precisos a la adquisción de las cosas o la satisfacción de las necesidades más apremiantes, pero en especial,  había la sensación de un pertenecer a un lugar, hacer parte de una comunidad, considerarse miembro de una colectividad y formar una legión con la noción verdadera de patria (1).

Hoy, no se trata de denigrar o de irse lanza en ristre contra todo lo existente o ponerse en condición de aguafiestas, demostrando un cierto desagrado en el estilo de dirigir los destinos de ese fortín del civismo y un ejemplo para trascender las propias fronteras, como lo era antes. 

Guardadas proporciones, los problemas a enfrentar en el medio, no difieren mucho en aquellos a la sazón, destacándose los de siempre, de carácter político, económico y social, distanciándose en el manejo de los mismos. No obstante los avances en materia de respeto hacia los derechos humanos, a los de primera generación, es factible afirmarse, descontándose una equivocación mayor, la convivencia  ejercíase amena y concertadamente y los roces tenían un epílogo disminuido en amargura, en comparación a los de la actualidad.

Al decir de los  historiadores, no aparecía una amplia separación entre los pobladores, dándose entonces una uniformidad en el seno del grupo, pues al arribo de los colonos, no hallaron  población indígena y tampoco negra a desplazar .

Es que la identidad cultural definitivamente ha colapsado en sentido peyorativo y no es viable, ni sensato, exigirle a quienes en la búsqueda de otros horizontes, acceden a una región acostumbrada a vivir en una línea totalmente adversa a los fines y pretensiones de los foráneos.

El hecho de acudir a lo sucedido en fechas lejanas, tiene el propósito de no olvidar las lecciones del ayer y valorar lo realizado en ambientes quizá plagados de similares conflictos y dificultades, encarados, definidos y resueltos a través de lógica, ponderación, prudencia y honradez, entendiendo lo manifestado constantemente en cuanto a la conciencia colectiva, a no omitirse, al ser ella  la determinadora de la especie y sin la cual, no es admisible una vida creadora.

Porque de tal forma de obrarse lleva a mirar los espejos de una evolución en la medida de acatar los paradigmas de los antecesores y del talante impregnado a las administraciones en temas tan sensibles, léase la salud, la educación, denominada instrucción pública cuya inversión poseía un presupuesto privilegiado.

O de prestar atención a ciertas reglas de comportamiento ciudadano y de los procedimientos empleados en el cometido de mantener el orden, la disciplina, de orientar al componente general en procura de una atmosfera de prosperidad y mejoramiento.

En consecuencia, actuando en el criterio comprometido de intereses ajenos a una finalidad distintas de la personal o gremial, no será posible dejar algo a los de atrás y nuestros próximos cronistas, en modo alguno deslizaran la pluma y podrán escribir y describir el quehacer municipal diciéndonos, verbi gracia: “En los años que corren….la ciudad da un gran salto en su crecimiento y progreso en variados órdenes.

La aldea de Pereira se convierte en este corto período en una de las diez ciudades más importantes del país y la segunda del departamento…El nombre de Ciudad Prodigio que le dieran sus habitantes y los observadores foráneos, no era una exageración. Pocos conjuntos del país podían mostrar un tan vertiginoso ritmo de desarrollo.”(2).

(1)Historia de Pereira. DUQUE GOMEZ, Luis. FRIEDE, Juan. JARAMILLO URIBE, Jaime. Edición del Club Rotario de Pereira. Librería Voluntad. 1963. Pago. 347.

(2)O, Cit.Pag.382.

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